Capítulo 6: Bariloche

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Era una tarde soleada de sábado en la Patagonia, Florencia estaba en un éxtasis por el día que había vivido en la nieve. Este fin de semana se había llevado a cabo el viaje ‘laboral’ a Bariloche, esos que siempre terminaban aprovechando para turistear. El primer día fue más centrado en el trabajo: transmitieron el programa desde un McDonald’s, el patrocinador del viaje, e hicieron las diferentes publicidades que tenían pautadas. Hoy, en cambio, decidieron disfrutar el día y visitaron el cerro Catedral. Entre las excursiones, comida rica, los juegos con nieve, la anécdota del supuesto niño perdido que resultó tener más de veinte años, y las gastadas dirigidas a Nico, ¿a quién más sino?, porque cualquier plan, incluso subirse en la aerosilla, le parecía riesgoso; sin dudarlo, había resultado para Flor en una de las mejores tardes de su vida.
Ya estaba anocheciendo cuando Nicolás, poniéndose la gorra de jefe aunque estuvieran fuera del horario laboral, empezó a alistar a todos para bajar del cerro. Florencia, refunfuñando, no quería hacerle caso, quería disfrutar hasta el último minuto del lugar y la vista, en forma de juego se fue caminando para el lado contrario.

— ¡Flor, dale! — exclamó con desgano Nico, como un padre paciente que reta a su hija, pero ella lo ignoró.

Ni bien Nico se dio la vuelta, Flor, en un arranque impulsivo como era ella, juntó una bola de nieve y se la tiró por la espalda, como ya habían jugado otras veces. Sin embargo, esta vez le había tirado muy fuerte, no estaban tan alejados, y se escuchó la queja de dolor de su amigo.

— ¡Qué hija de puta! — exclamó, mientras algunos reían y otros se tapaban la cara para aguantarse la risa. Florencia un poco se había pasado, cuando quería podía ser muy bruta.

— Bueno, no fue para tanto. — dijo ella intentando minimizar la situación, y tratando de disimular una sonrisa de maldad que se le quería escapar.

— Me re diste, Flor. — se quejó él frotándose donde había recibido el impacto.

— Bueno, ya está, vamos. — intervino Valentina un poco cansada por todo lo que habían hecho durante la tarde, y Flor, como si fuera una niña chiquita, asintió y se encaminaron hacia las aerosillas para pisar tierra firme de una vez.

En el camino de salida hasta donde esperaban los autos que los llevarían al hotel, el grupo siguió riendo y bromeando, menos Florencia, que se había quedado en silencio sintiéndose un poco rara por lo sucedido anteriormente. Si bien Nico no le había dicho nada, no era como si Flor pudiera saber realmente qué sentía él o si estaba ocultando lo que verdaderamente le pasaba. Esa ambivalencia de Nicolás siempre la desorientaba muchísimo, y ahora que se sentía en falta, más.

Como siempre, una parada en el baño era cosa común entre las chicas, y si bien Flor no tenía ganas, prefirió acompañarlas a los baños del complejo al pedido de los chicos de que no demoren, ya que tenían que irse.

— No puedo creer que se quedó en el molde. A mí me la devuelve. Olvidate. — habló Momi en referencia al tortazo de nieve que le había proporcionado Flor a Nico hace unos instantes, entre risas, mientras se acomodaba frente al espejo.

— A Flor nunca le dice nada. — dijo con obviedad Valentina en tanto se lavaba las manos, y Florencia frunció el ceño sorprendida ante esa afirmación.

— Mentira. Si me puteó. — la refutó ella indignada y sintiéndose juzgada. — Además, ¿qué quieren? ¿que me rete? No es mi padre, lo habrá sido en otra vida, pero no ahora. — desestimó poniéndole humor, ya que unos años atrás había hecho una terapia de regresión dónde le afirmaron que una vida pasada Nicolás había sido su padre. Teorías y terapias en las que solo Flor se metía.

— Bue, padre.— deslizó con sarcasmo Momi.

— No queremos eso, pero posta que Nico con vos es distinto. — determinó segura Valen, y casi sin creer que Florencia no se diera cuenta.

— No digan eso chicas, él es lo más con todos. — lo defendió Flor.

— Obvio que sí, no estamos diciendo eso, sabemos que es un copado. — agregó y un poco se arrepintió. — Pero no le digan que dije esto. — las advirtió, y rieron.

— Pero es más copado con Flor. — remató Tatiana. — Occhiamin es real — bromeó y se tentaron.

— Son unas boludas. — se quejó

Occhiamin - Delirio Hermoso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora