25. Amantes

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El público permanecía en su lugar, mientras las grandes luces mantenían la calidez en el ambiente. Félix dio un fuerte suspiro al sentir los nervios crispados, al mismo tiempo que intentaba arreglar su traje y retocaba su maquillaje. — Lo harás bien, Lix, confío en ti — Han habló, dándole un cálido abrazo por la espalda.

— Agradezco que lo hagas, Han, de verdad — Félix respondió, devolviendo el cálido abrazo y recuperando así la compostura que solía tener.

Han asintió — Estaré entre el público, aquí solo pueden estar los bailarines — Han habló, a lo que Félix solo asintió con una sonrisa, observando cómo este se alejaba. Han siempre estuvo para él en todo momento, era una de las personas que más quería en todo el mundo.

Félix suspiró al ver que el pianista no había llegado, decidiendo así retocar sus mallas de color rosa. Fue cuestión de segundos cuando un chico alto, quien portaba un antifaz negro y un atuendo elegante hasta los pies, caminó hacia su dirección. Félix suspiró ante la silueta.

— En unos segundos será mi turno, puedes esperar aquí — Félix habló, sin siquiera darle importancia al chico tras de él.

Aunque este no respondió, solo se acercó al chico pálido, arreglándole levemente su cabello. Félix apartó levemente su rostro ante el tacto. — Lo siento, no quería ser grosero — Félix agregó, dejándose retocar el peinado.

Una leve sonrisa escapó por sus labios al pensar en el dinero que su padre tuvo que haber pagado para que el chico diera el servicio.

Enseguida, el público comenzó a aplaudir, al igual que una leve voz al micrófono llamó a su nombre. Félix suspiró con pesar, era el momento más importante de su vida y la persona con la que quería compartirlo no había asistido; el dolor seguía ahí. Félix caminó con gracia hasta el centro del escenario. El chico misterioso le siguió, dejando caer su cuerpo en el banquillo del gran piano.

El silencio reinó en el lugar.

El telón se abrió lentamente, revelando un teatro repleto de espectadores ansiosos por presenciar el arte en su forma más pura. En el centro del escenario, un bailarín de ballet, con una elegancia imponente, esperaba con gracia y determinación.

Al mismo tiempo que los reflectores iluminaban perfectamente la tenue piel del bailarín. El sonido del piano se hizo presente, Félix movió su cuerpo al compás de la melodía, siendo una escena totalmente envolvente. Su corazón aún dolía, y quizás esa pudiera ser su ventaja. Dio un leve giro sobre sus dedos, al mismo tiempo que su traje se levantaba, dejando ver sus largas y definidas piernas.

El teatro se llenaba de susurros de admiración y suspiros de asombro mientras el bailarín continuaba su actuación con una gracia inigualable. Cada movimiento estaba imbuido de una intensidad palpable, cada gesto una expresión de su alma.

Félix mantuvo su mirada en el público, aunque esta se desvió al chico tras el piano. La melodía era impecable, y sin poder evitarlo, la imagen de Hyunjin llegó a su mente.

Sus miradas se encontraron en un instante fugaz pero significativo. Félix sintió un nudo en el estómago ante la intensidad de la mirada de aquel chico. Su corazón comenzó a latir con fuerza, y cualquier duda que pudiera haber tenido se desvaneció al instante en que la sonrisa de aquel individuo iluminó su rostro. En ese preciso momento, Félix supo que era Hyunjin.

Su Hyunjin.

La presentación estaba por terminar. Cada paso, cada giro, estaba imbuido con una pasión renovada mientras el bailarín se entregaba por completo a la danza. Cada movimiento era un tributo al amor que sentía, una expresión de su deseo de impresionar y cautivar a la única persona que realmente importaba.

Sweet Enemy | hyunlix au Where stories live. Discover now