Capítulo Único.

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Sus ojos se abrieron. De golpe, sin previo aviso, se despertó.

El reloj marcaba las 1:46 de la madrugada, y eso solo le robó un suspiro de odio puro. Le surgieron ganas de mear, y con un puto demonio hacía frío. Se envolvió como una abuelita con sus colchas y fue a hacer su necesidad.

Intentó volver a meterse a la cama, a dormir. No fue sorpresa que su cuerpo y mente colaboraran para desobedecerlo. No pudo. Y quiso matarlos a todos por dormir tranquila y felizmente mientras a él le ganaba el imsomnio. Dejó de luchar consigo mismo, y decidió levantarse.

Para procurar gastar la mayor cantidad de energía, no usó el ascensor, se dignó a bajar escalón por escalón hasta la sala. De ahí partió a la cocina, donde tomó/robó un vaso de leche, que no le disgustaba ni le encantaba pero según su madre ayudaba a coinciliar el sueño.

Luego analizó la situación, y pensó.

¿Yo? Bakugou Katsuki, ¿tapándome del frío y tomando leche para poder dormir?

Enjuagó su boca con agua y dejó salir un largo, largo suspiro. Como su pijama constituía de ropa cómoda y pantuflas, prefirió ir al patio para inhalar aire fresco y ver si hacía ejercicio o dejaba de procastinar y se metía a la cama.

No es que quisiera encontrarse específicamente con él después de las dos de la mañana en el patio, pero para su muy mala suerte, ahí estaba.

No podía dormir. Observó sus propias opciones, podría fingir que no lo vió e irse, o al menos podría distraerse si es que decía estupideces de nerd y le daba sueño.

Antes de decidir qué cosa era menos favorecedora para su dignidad, sus pies se movieron casi por si solos hasta donde él estaba sentado, abrazando sus rodillas como un infante mientras admiraba el cielo nocturno.

—Oh- ¡Hola Kacchan! ¿Tampoco has podido dormir?—Ahí estaba, esa sonrisa reluciente y ojos achinados. ¿Es que no estaba lo suficientemente cansado como para no ser amable un maldito segundo?

—¿Qué crees?—Chistó con la lengua.

Me desplomo en el suelo y me siento de forma brusca junto a él.

—Je... ¿No crees que es hermoso? Las estrellas, la noche. Está muy agradable aquí fuera.—Sentí el césped húmedo en mis piernas.

No me dí cuenta que ni siquiera había alzado la mirada.

Pero solo con ver tus ojos sabía que era cierto.

—Sí. Lo son.—Respondo.

—¿Recuerdas, Kacchan? Solíamos hacer pijamadas y nos quedábamos justo así. Mirando al cielo, los dos. ¿No es nostálgico?

—Éramos mocosos y estábamos aburridos, nada más.—Quito la importancia al recuerdo, aunque algo, muuy en el fondo de mi mente, reproduce la visual de ese entonces. Cuando aún lo hacía feliz.

—Tal vez... Pero recuerdo que cuando las estrellas fugaces pasaban, pedíamos deseos.—¿De verdad iba a ignorar cada mal comentario que largaba?

—...También lo recuerdo.

Nuevamente una visualización de la escena. Lo sé perfectamente.

Cuando D-, Izuku, pide deseos, frunce la nariz, cierra los ojos y susurra muy bajito lo que pide mientras apreta sus dedos entrelazados.

Me pregunto si seguirá haciendo eso cuando pide deseos.

—¿Sigues pidiendo deseos, Kacchan?—Llego a pensar si acaso está leyendo mis pensamientos.

Bajo las estrellas.Where stories live. Discover now