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Narrador omnisciente:

Eran las 10:20 am, Anne y Tom aún se encontraban durmiendo, pues Aidan no los había dejado descansar muy bien.

Tom, como siempre. Fue el primero en despertar, aún no se había despertado Aidan.

Tener un bebé es muy cansado, ahora imagínense tener dos, porque muy pronto, la pequeña Lina estaría en casa. Junto a ellos.

Tom fue al baño a lavar un poco su cara.

-Mierda, cuantas malditas ojeras tengo.- dijo, para si mismo. Poniendo sus manos en la cara.

Era de esperarse.

-Ahora parezco a la vecina con tantas ojeras. Pero nuestra razones son diferentes, ella por andar como gata en celo toda la noche y yo por mi hijo.

Terminó de lavar su cara y volvió a revisar que su hijo no estuviera despierto y definitivamente no.

Bajó las escaleras, encontrándose con Simone preparando el desayuno.

-Buen día, Tom.- saludó su madre.

-Buenos días, mamá.

-¿Podrías ir a llamar a los chicos para que vengan a desayunar? Yo ya me voy a mi trabajo.

-Claro.

El chico volvió a subir las escaleras y fue a cada una de las habitaciones de los chicos. Los cuales ya se encontraban en el comedor, incluso Anne.

Esta se fue a la cocina para amamantar a Aidan.

El chico sin dudarlo fue donde ella.

Tom:

Ví como Anne fue Anne fue a la cocina, decidí ir junto a ella.

-Dios mío, que estas en el cielo. Porque siempre tengo que asustarme.

-Lo siento, Anne.

Ella se encontraba amamantando a mi hijo.

Creo que me voy a desmayar se ve hermosa.

El corazón siento me empieza a palpitar, llevaba tiempo sin eso experimentar.

Como no, si es Anne a quien tengo al frente, viéndome con sus ojos azules que me enamoran cada vez más. Maldita sea, Anne, no sabes cuanto te amo, quisiera guardarte a tí y a mi hijo en una cajita de cristal.

-Aidan no nos dejó descansar muy bien.- soltó Anne.

-Sí, pero esa son las consecuencias por ya sabes.- Anne rió.

-Oye, pero ponte algo están los chicos, estoy yo.- apareció Luna por la puerta.

Y es verdad, solo tenía unos pantalones de cuadros rojos y negros, sin camiseta.

-Déjame lucir mi hermoso cuerpo en paz, Luna, Lunita.

-Me dan ganas hasta de vomitar de solo oirte.

Me acerqué a ella y la agarré como un costal de papas.

-¡Oye, sueltame!- Anne solo reía, viendo la situación.

-No lo haré.

(...)

Ahora sí, todos nos encontrabamos en el comedor, desayunando.

-Chicos, recuerden que el viernes es el ensayo.- avisó Bill.

-Uy, nooo!- gritó Georg.

Parents; 𝘛𝘰𝘮 𝘒𝘢𝘶𝘭𝘪𝘵𝘻 Where stories live. Discover now