Dulzura en la amargura

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Genya no tenía ni la más mínima idea de cómo había acabado de esa manera, sentado a solas en el sofá de su solitario apartamento, con la cocina siendo un desastre a medio recoger y sintiéndose insatisfecho consigo mismo, siendo ese día 13 de febrero.

Sus manos acariciaban su rostro, pasando a su cabello, y luego a juguetear entre ellas con ansias. Estaba pensando, forzando a su mente a hacer algo mínimamente bien, algo que no lo dejara como un... como un tonto. Un tonto inseguro, pero enamorado, más enamorado de lo que pensó alguna vez estar.

Todo empezó cuando, por fin, acabó con su preparación y enseñanza técnica, con las pocas prácticas incluídas en la carrera, en su objetivo de convertirse en policía, como había deseado ser desde pequeño y joven cada vez que le preguntaban sobre qué deseaba ser de adulto. Gracias a algunos contactos que su padre tenía, Genya no tardó mucho en poder entrar al servicio de vigilancia y patrullaje en una buena comisaría, a lo cual no dejaría jamás de agradecerle a su tutor, asegurándose de no fallar y demostrarle que podía sentirse orgulloso de lo que es y lo que logró.

Entró siendo un simple e inexperto kohai, el cual fue dejado al mando de quien, según escuchó muchas veces por su área de trabajo, era uno de los policías más irritables, aunque impecables. Alguien tan iracundo y con poca paciencia que muchos se mofaban de la mala suerte que le había caído al nuevo de tener como guía e instructor a Shinazugawa Sanehiro.

Si bien es cierto que Sanehiro en un inicio fue bastante brusco y poco paciente con Genya, con el tiempo, la actitud de aquel policía albino era más... más tranquila, hasta podía decir que era bastante amable con él. Aunque nada de eso le quitaba su cara llena de fastidio que siempre cargaba el Shinazugawa.

Lo que en un principio comenzó siendo patrullajes matutinos en conjunto, llenos de silencios incómodos, alguna queja acompañado de un regaño de Sanehiro ante el inevitable despiste que Genya presentaba de vez en cuando con ciertos papeles que olvidaba o archivos en los cuales se tardaba más de lo común en clasificar. Todo pasó a ser como una especie de amistad que comenzaba a florecer entre ambos, donde los saludos mañaneros se alargaban a pequeñas pláticas de cómo les fue el día anterior al salir del servicio, compartiendo ocasionalmente charlas relajadas mientras almorzaban en su horario de descanso. Incluso, cuando pasaba algo que a ambos les provocó gracia, pero debían mantenerse estoicos, compartían una débil mirada de reojo mientras sonreían de manera leve y cómplice, sabiendo que ellos habían pensado lo mismo que el otro.

Sin duda, era una amistad que apenas comenzaba a solidificarse, pero que a muchos en el espacio laboral les sorprendió tanto que no podían dejar de verles con curiosidad, casi asombrados ante lo rápido que el joven kohai logró llevarse bien con el cascarrabias del Shinazugawa.

Y Genya pensó que ahí se quedaría, en una relación amistosamente formal entre compañeros de trabajo, pero no creyó posible la posibilidad de ser más cercano a Sanehiro, hasta que ocho meses después de haber entrado a trabajar como oficial, cerca de vísperas navideñas, en una de las reuniones que sus compañeros de servicio siempre organizaban en el mismo bar cercano, que estaba ambientado para también hacer yakiniku, Sanehiro se tomó unas pocas copas de más; no para emborracharse o provocar que hiciera alguna tontería, pero sí lo suficiente como para marearlo más de lo normal. Genya, siendo uno de los pocos que no bebió en aquella reunión, se levantó junto con el policía albino de la mesa, disculpándose con calma mientras los llevaba a ambos fuera del establecimiento para que el aire fresco de la noche le hiciera disminuir el mareo, llevándose consigo una botella de agua. No quería que su superior y nuevo amigo condujera a casa en ese estado, que, si bien no era tan alto el alcohol en su sistema, prefería prevenir algún mal rato.

── Y... ¿tienes algo planeado para las vacaciones? ──preguntó Sanehiro luego de un rato de ambos en silencio, simplemente mirando al frente, observando los carros que iban y venían por las nocturnas calles de Tokyo

Azúcar amarga [sanegensane]حيث تعيش القصص. اكتشف الآن