CAPÍTULO 1

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LOGAN

Para mí, la Fórmula 1 lo es todo. Desde que era apenas un niño, he estado inmerso en este apasionante mundo. Tener un padre que fue campeón de la Fórmula 1 en cinco ocasiones implica una carga abrumadora. Todos esperan que sigas sus pasos, que incluso los superes. La presión es constante, especialmente después de estar tan cerca de ganar el campeonato la temporada pasada, apenas a una curva de distancia.

Pero yo sé que mi destino está escrito en las curvas de este deporte implacable. La Fórmula 1 es un universo despiadado donde la única regla es ganar. El segundo lugar es simplemente el primero de los perdedores. Aquí, la excelencia es la moneda de cambio y la mediocridad no tiene cabida. La presión es asfixiante, las críticas del mundo entero son el eco constante en tus oídos, y el fracaso no es una opción; es una sentencia.

Hoy me encuentro frente a las puertas de mi nuevo equipo, con el pulso acelerado y la expectación a flor de piel. Conozco a Lorenzo Rossi, el director ejecutivo, además de accionista de Aether Racing Team F1. Vivía justo al otro lado de la calle, aunque Lorenzo a menudo pasaba viajando de país en país demostrando su habilidad como piloto, y uno muy bueno en su época, aún así Rossi conoce mi trayectoria al dedillo, desde mis humildes comienzos como campeón de Fórmula E hasta el esperado ascenso a la Fórmula 1, a mis 19 años. En este encuentro se entrelazan el pasado y el futuro, y mi determinación se enciende mientras me preparo para llevar el nombre de nuestra escudería, Aether Racing Team F1, a lo más alto de los podios.

El ambiente en el hangar del equipo Aether Racing está cargado de electricidad mientras nos preparamos para la presentación del monoplaza de la temporada 2024. Las luces proyectan destellos sobre el monoplaza cubierto por un telón negro con el distintivo logo de la marca.

Lorenzo Rossi se inclina hacia mí, su gesto grave y serio. —Quiero presentarte a quien será tu oficial de prensa y creadora de contenido.

Arqueo una ceja, dejando escapar una sonrisa juguetona. —¿Una mujer? —mi gesto se acompaña de un leve levantamiento de cejas, buscando provocar una reacción en Rossi.

El ceño de Rossi se frunce y me observa con seriedad. —Te prohíbo cualquier tipo de relación que vaya más allá de lo estrictamente profesional con ella.

Suelto una carcajada, mis hombros se encogen en un gesto de incredulidad. —Ni que fuera tu hija. —Observo con diversión el rostro de Lorenzo y su semblante se vuelve más serio.

No jodas, trabajaré con Nicki.

Nicolette. Recuerdo claramente su cabello castaño ondeando al viento mientras discutíamos por enésima vez sobre quién había invadido el espacio del otro con sus juguetes o quién había sido más ruidoso durante la tarde. Aunque éramos vecinos, nuestras vidas parecían estar en constante colisión, como si estuviéramos destinados a mantener una relación de amor y odio perpetua.

Nuestros enfrentamientos se convirtieron en una especie de ritual. Cada tarde, al regresar de la escuela, sabía que me esperaba una nueva batalla con Nicki. Y, aunque siempre terminábamos peleando, también había momentos en los que, extrañamente, disfrutaba de nuestras discusiones. Había algo en su determinación y en su capacidad para desafiarme lo que me intrigaba, aunque no lo admitiría en voz alta.

—¿Es Nicolette?

—Sí, es Nicki. Relación de trabajo, ¿queda claro? —pregunta con un tono duro.

El día en que nos mudamos, dejé atrás esos días de enfrentamientos constantes. Pero ahora, al escuchar su nombre de nuevo después de tanto tiempo, siento una mezcla de emociones. ¿Cómo será trabajar con ella después de tantos años? Aunque Lorenzo me ha advertido que mantenga nuestra relación estrictamente profesional, no puedo evitar preguntarme si Nicki ha cambiado tanto como yo desde entonces.

Curvas PeligrosasWhere stories live. Discover now