02. Un Nuevo Comienzo

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Ciudad de México — Julio 2017Dos años antes de la graduación

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Ciudad de México — Julio 2017
Dos años antes de la graduación

Pude oler la cochinita pibil que mi mamá cocinaba, cuando estaba a solo metros de llegar a mi casa luego del último día del tercer año de secundaria. Rápidamente me acerqué corriendo para abrir la puerta e impregnarme con el delicioso olor a carne y especias tan solo entrar a la sala de estar. Tiré mi mochila en uno de los muebles para acercarme a la mesa llena de tortillas, asado de res con Chipotle y cochinita pibil, y me encontré con mis padres que ya estaban reunidos en el comedor.

¡Iris, llegaste temprano! —señaló mi madre, luego de dejarme un beso en mi cabello.

Bueno, ya solo tenía que revisar mis notas con los maestros.

¿Y qué tal? —preguntó mi padre, parado en la isla de la cocina.

Bueno, no es por presumir, pero solo hay nueves y dieces en mi boletín de este año —no pude contener mostrar una sonrisa triunfal.

Mi padre y mi madre se acercaron a felicitarme con abrazos que recibí con gusto. Se sentía bien decirle a mis padres que había alcanzado mis metas de tener las mejores notas en el año para tener la posibilidad de ingresar a una buena universidad.

Pues vamos a celebrar con tu comida favorita —mi madre puso un plato lleno de asado y tamalitos frente a mí, y emocionada no esperé para devorar todo.

Rápidamente terminé mi comida —posiblemente porque venía famélica de la escuela— y me dispuse a dejar el plato en el lavaplatos para ir a mi habitación.

¡Iris, mija! —llamó mi padre—, espérate tantito.

Me detuve para acercarme a la mesa y enfrentar a mi padre.

Hoy me ascendieron en el trabajo —su rostro se iluminó con una sonrisa cálida.

Emocionada me acerqué a abrazar a mi padre, y la risa de mi madre alentaba mi alegría.

¡Papi, eso es increíble! —exclamé sin poder contener unos saltitos de emoción.

No conocía a una persona más dedicada en su trabajo como Ramiro Elizondo. Mi padre había trabajado durante casi una década como contador en una gran empresa multinacional y había dedicado muchos años de su vida a ello, por lo que me alegraba demasiado que se recompensara de esa manera todo su esfuerzo.

¿De cuánto estamos hablando? —pregunté atrevida, no pudiendo contener mi curiosidad.

Bueno, lo suficiente como para vivir... cómodos y bien —contestó mi padre, con una sonrisa orgullosa.

Excelente, me alegra mucho —seguí mi camino hasta mi habitación hasta que escuché de nuevo el llamado de mi padre.

Les miré con desconfianza y no me contuve de preguntar:

Because of YouWhere stories live. Discover now