Cables rojos

Te odio (VII)

Jade estaba nerviosa, y eso no era muy común en ella. Era una persona segura, que nunca dudaba de su capacidad para resolver situaciones difíciles, pero sabía que las interacciones sociales no eran su fuerte y por eso trabajaba sola. Hoy le asignarían el "caso importante" ¿Qué podría ser lo suficientemente único e influyente como para que la obligasen a trabajar en equipo? ¿No eran importantes aquellos misteriosos robos y asesinatos que ya había resuelto con anterioridad? Sabía que era buena, pero habiendo tantos detectives ilustres en Inglaterra ¿por qué el teniente había decidido que ella era la indicada para resolver aquel caso? Le intrigaba saber de qué tipo de persona se trataba su nueva compañera, como convivirían, sus cualidades... pero al mismo tiempo quería morir ¿Cuál era la necesidad de darle una acompañante?! ¿¡ Y por qué una estudiante de tercer año de carrera?! Ah, sí, porque al estúpido del teniente se le ocurrió que Jade sería una buena niñera. En serio, a veces lo odiaba.

Mientras se dirigía a su trabajo, suspiró y encendió, inevitablemente, un cigarrillo.

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Al llegar el inspector corrió hacia ella velozmente.

-¡Jade, por fin llegas!- la chica miró el reloj en su muñeca. Marcaba las ocho de la mañana, así que se había atrasado bastante.

-Lamento la demora.

-¡No hay tiempo para disculparse, tu nueva compañera te está esperando en mi despacho!

Jade, impaciente, avanzó a través del pasillo y abrió la puerta, adentrándose en la habitación.

Apenas ver quien sería su acompañante quedó perpleja, pero sus emociones no se vieron reflejadas en su expresión monótona ni en su postura erguida.

En cambio, la otra mujer abrió la boca en señal de sorpresa, sin preocuparse por esconderla.

-¿Ustedes... ya se conocían?- cuestionó Julien.

-Es mi vecina- dijo Jade, aparentemente imperturbable, aunque por dentro sintiéndose de un modo totalmente diferente. No sólo tendrían que convivir en el trabajo, sino que también en su edificio. Además, todo de ella anunciaba una personalidad infantil, impulsiva e inquieta.

-¡Oh, genial! Entonces supongo que la convivencia no será un problema, porque ya se conocen.- Incorrecto. De hecho ya la odiaba ¿Quién mueve muebles a las tres de la mañana?

-Okay, en cuanto al caso que se les asignó... déjenme explicarles de qué se trata. Hace poco nos enteramos de la existencia de una nueva banda de renegados. Pero no es como cualquier otra: no son demasiados, pero son influyentes y parece que tienen un patrocinador, alguien con dinero que fundó esa asociación y que financia todos sus planes, armas y equipos. Su tarea es investigarla, reunir la mayor cantidad de información que puedan y encontrar una manera de frustrar sus planes.- Julien extendió una carpeta de color beige sobre la mesa. Jade no perdió el tiempo y la tomó, volteando un par de páginas.- Es el archivo del caso, aquí se encuentra toda la información que logramos reunir hasta ahora.

-Sé lo que es, Julien.

-Lo sé, Jade, pero ahora tienes una acompañante- ella rodó los ojos, intentando de que no lo notaran.- Bueno, pueden volver a casa.- Jade se dió la vuelta y atravesó el pasillo a paso firme, mientras su ahora compañera de trabajo la seguía, intentando ir a su ritmo.

-Eh, entonces... parece que trabajaremos juntas, verdad, eh ¿Jade?

-Para tí soy sólo Pembroke- refutó sin dejar de caminar.

-Oh, entonces, Pembroke... Mi nombre es Rose, pero mis amigos me dicen Rossie ¡Puedes decirme así! Ya sabes, si quieres...- hubo un pequeño silencio, que pareció infinito (o al menos lo fue para Rossie)- Así que... ¿en tu casa o en mi casa?

-¿¡Qué?!

-¡No, no, me refiero a la investigación!- aclaró.

-Escúchame, Rose- procuró hacer énfasis en su nombre, intentando que se notara el nulo uso de un diminutivo- No somos amigas, así que por favor, deja de seguirme.

-Pero... vivimos en el mismo edificio.

-Entonces cállate y aléjate unos cinco metros.- escuchó un suspiro ajeno.

-Mira, estoy tratando de ser buena contigo. Pasaremos unas veinticinco horas juntas al día ¡así que o cooperas o cooperas!- dijo señalándola con el dedo índice y acercándose a su cara lo suficiente como para que su espacio personal se viese invadido. Jade, por primera vez en mucho tiempo, se sintió algo amenazada.

-Ugh...está bien...

-¡Sí!- dijo dando un pequeño salto y apretando los puños en señal de festejo.- la otra mujer se encontraba aturdida por el gran cambio en la actitud de Rose, quien no se percató de su mirada extrañada.

-Entonces ¿Qué edad tienes? Yo tengo veintitrés.

-Veinticinco, siguiente pregunta.

-¿Color favorito?

-Rojo ¿Qué no eras detective?

-Aún no. A ver... ¿Grupo sanguíneo?

-Cero negativo ¿¡Para qué quieres saber eso?!

-Por si necesito una transfusión... ¿Signo?

-¿Qué?

-Signo ¡Es importante!

-Ugh, empiezo a arrepentirme de haberte dejado venir conmigo.

-¡Ey! ¿Sabés qué? ¡Ya empecé a odiarte!

-Pues el sentimiento es mutuo.

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-Así que... ¿Alguna idea?

-Sólo hay una foto de un supuesto integrante de la organización, pero no se llega a ver completamente. Parece que se hacen llamar The Wolves y está formado por cinco miembros principales pero están abiertos a inscripciones, lo que significa que podríamos hacernos pasar por uno de ellos... aquí hay una lista de las posibles ubicaciones de bandas según las sospechas de los vecinos. Supongo que deberíamos empezar por ahí.

-Oh, entonces ¿Qué esperamos? ¡Vamos!

-¿Qué?

-Dije que vayamos.

-Rose, llegamos al departamento hace unos...- miró el reloj en su muñeca- cinco minutos.

-¡El crimen no descansa!

-Yo sí, así que ve a tu departamento y te veré más tarde.

-¡Jade!

-Pembroke, para tí.

-Eres cruel.

-¿Recién lo notas?Definitivamente, no tienes vena de detective.

-¡Ugh! Me voy. Te veo a las tres de la tarde.- se fué tras el sonido de un portazo.

-Misión cumplida- dijo Jade para sí, mientras se recostaba en el sillón y prendía la televisión.

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Holaaaaa ¿Cómo les va? A mí me va bien.

Les juro que cada vez tengo menos idea de que decir acá.

Besitos en la nariz.

-Pollo.