20. ¡BRIAN!

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Uno de los objetos más importantes de las escuelas de magia son las esposas mágicas, que, como su nombre lo indica, son esposas que puede poner o quitar la directora del centro, haciendo que desaparezcan al instante de tus manos.

 Esto bloquea parte de tus habilidades para abrirlas y es como si no las tuvieras. Pero si haces movimientos bruscos con ellas puestas, te dejan marcas en donde te las hayan puesto, haciendo este objeto más doloroso de lo que parece.

-Nadeem.

—¿Qué te ha pasado en la mejilla? —exclama mi tía con horror al abrir la puerta.

—Como si te interesara. —respondo limpiando la sangre que tenía en la mejilla.

Ella resopla y yo me dirijo hacia el final del pasillo hasta llegar al banco que hay antes de las escaleras.

Enseguida aparece detrás de mí.

—Déjame quitarte las esposas mágicas. —dice ella cogiendo mis manos.

Pone sus manos alrededor de mis muñecas y cierra los ojos; en unos pocos segundos, las esposas se vuelven visibles y unos horribles y dolorosos moretones envuelven mis muñecas.

Acto seguido, se va.

¿Y si le ha pasado algo malo a los chicos y a Brian? pienso.

***

Después de media hora, con las manos temblorosas y los pies adoloridos bajo las escaleras de caracol, me dirijo lo más rápido que puedo al escuchar que piden médicos.

Enseguida veo a Mindy y a todos los demás y corro hacia ella desesperada.

—¡Me alegro de que estéis todos bien! —exclamo mientras que ella me estrecha en sus brazos.

—¿Qué te ha pasado en la cara? —pregunta con horror en su mirada cuando nos separamos.

Doy una vuelta esperando encontrar a Brian, pero están todos mis amigos menos él.

—¡Mindy, ¿Dónde está Brian?! —pregunto todavía jadeante por el cansancio.

Ella me mira como me miró mi madre adoptiva la última vez que se puso enfermo mi padre.

—En la enfermería. —dice enseguida.

Mis ojos se ponen llorosos solo de pensar que le ha pasado algo grave.

Entre lágrimas, me dirijo hacia la enfermería, y cuando llego a ella, veo a mi novio acostado en una camilla, su ropa y sus manos manchadas de sangre.

Él se gira débilmente hacia mí y veo cómo se le iluminan los ojos.

—¡Nadd! —dice muy débilmente cuando me apoyo en el marco de la puerta.

—¡Oh, Dios mío! —exclamo con un hilo de voz.

Me acerco a él lo más rápido que mi exhausto cuerpo me permite.

—¿Estás herido? —pregunto cuando llego a la camilla temblorosa y me siento frente a él.

—Una flecha, en el hombro, nada del otro mundo. —me tranquiliza.

Subo mis piernas a la camilla y las cruzo, y él se sienta en la camilla haciendo lo mismo, y los dos quedamos de frente.

Él coge mis manos que reposan en mi regazo y las escanea con la mirada, luego cierra mi puño dejando ver los nudillos rojos y acto seguido baja a mis muñecas con los dolorosos moretones.

Cuando un rayo de sol ilumina mi rostro y deja al descubierto la herida no tan aparatosamente como la suya, enseguida veo el miedo en sus ojos, aunque no sea para tanto.

—¿Quién te ha hecho eso? —pregunta cogiendo mi rostro con sus manos grandes.

Él busca mi mirada con la suya y enseguida percibe que he estado llorando, lo sé por la mirada de sus ojos. Bajo la mirada para contener las lágrimas.

Lo diga o no, lo que me ha hecho mi tía me ha dolido y decepcionado mucho.

—¡Nadeem, mírame y dime quién te ha hecho esto! —me advierte con sus ojos puestos en mí.

Lo miro y como si pudiera entender lo que pienso, abre los ojos como platos.

—¿Qué te ha hecho Sirenia? —suelta mi cara para coger mis manos, y nos miramos cara a cara durante unos segundos. —¡Nadeem, por favor, dime que te ha hecho la loca de tu tía!

—Mientras estabais hablando con ella, mandó a un guardia para que utilizara sus poderes e hizo que me desmayara. —hago una pausa, leyendo cada expresión de su cara, y él me incita a seguir. —Me encerró en mi habitación, me puso las esposas mágicas, no me dijo dónde ibais hasta que no estaba segura de que no podía escaparme...

—¡Qué hizo qué! —exclama tensando cada músculo de su cuerpo.

—Le rogué que me dejara salir y no lo hizo, sin yo saberlo ella echó un hechizo a mi puerta para que no pudiera abrirla con mi magia. Mindy me llamó, y pues, lo último que escuché fue un grito suyo... —no pude seguir, ya que las lágrimas se avivaron y se me empezó a cortar la voz.

—Por eso tienes las manos y la cara...

—Lo de la cara me lo hice yo. —confieso, él me mira extrañado. —Mis poderes se descontrolaron por culpa de mis emociones; hice estallar un vaso y la jarra de mi cuarto. —añado sorbiendo mi nariz.

Me coge la cara con sus manos y me da un pequeño beso en los labios, luego me abraza.

—Lo siento. —susurra en mi oreja.

Me separo de él al escuchar eso.

—No es tu culpa, Brian, es culpa de mi tía. —digo preocupada por su hombro. —¿Estás bien tú? —añado demasiado preocupada.

—Yo no importo, Nadd, voy a llamar a alguien para que te revise esos moratones. —dice mientras se levanta, pero yo se lo impido.

—No vas a ninguna parte. —él retrocede y hago que se siente en la camilla. —Tienes una vía puesta, quédate aquí, y yo estoy bien.

Él me mira con ojos de injusticia y coge mis manos.

—Pero ¿estás segura? Porque si no voy yo a ve...

Él no pudo seguir, ya que lo callé con un apasionado beso, pero enseguida escuchamos un ruido en la puerta.

—Lo siento, no quería... —la muchacha se calla al apartarme y los ojos de ella se abren como platos. —¡Brian, ¿qué haces aquí?!

A él se le cambia la expresión completamente, y yo no la consigo comprender.

El Bosque De Los Recuerdos [Terminada ✔️]Where stories live. Discover now