𝑪𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑶𝒏𝒄𝒆: 𝑬𝒍 𝒆𝒇𝒆𝒄𝒕𝒐 𝒅𝒆 𝒖𝒏𝒂 𝒎𝒂𝒓𝒊𝒑𝒐𝒔𝒂 𝒄𝒐𝒏 𝒂𝒍𝒂𝒔 𝒓𝒐𝒕𝒂𝒔 𝑰

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Para su infortunio, ya cuando todos se encontraban afuera listos para subir a las camionetas, debió correr al baño con Alex porque al chico le habían dado unas inminentes ganas de vomitar, y en definitiva si iba solo no iba a llegar en una pieza.

No tenía idea de cuánto tardaron, el tiempo pasaba de forma extraña cuando se encontraba bajo los efectos del alcohol y su única preocupación mientras esperaba parado junto a la puerta del baño era mantener los ojos abiertos.

Al salir al exterior nuevamente solo una de las camionetas aguardaba en la calle. Se acercó con Alex colgado de su hombro balbuceando cosas inteligibles y abrió la puerta para ayudarle a entrar, dándole un breve vistazo al interior del vehículo y percatándose de que ni Billy ni su esposa estaban allí.

—Oh Dios, Alex, eres peor que un adolescente descubriendo el alcohol por primera vez —dijo Natasha desde el asiento del copiloto. Anne, quien esta vez conducía soltó una risa.

Harry estaba sentado junto a Alex, se mantenía en silencio y apenas le dio una breve mirada a Louis antes de que este cerrara la puerta para ir del otro lado. Afortunadamente y desgraciadamente esa vez no tendría que ir en su regazo.

Se apresuró a rodear la camioneta e ir del otro lado. La comodidad del asiento le hizo soltar un suspiro para sus adentros, no por placer sino porque a su lado los muslos del vaquero seguían siendo igual o incluso más tentadores. Era demasiado contradictorio pensar así después de haberse sentido como un martirio estar sobre él, pero por supuesto que su estado de ebriedad tenía mucho que ver con aquellos pensamientos.

Anne puso la camioneta en marcha y en menos de lo que creyó dejaron atrás por completo las luces y todo aquel pequeño pero bonito pueblo. Sin duda alguna había sido una buena salida.

Trató de ignorar la sensación del cuerpo de Harry contra su costado y fijó su vista en el paisaje sumido en la oscuridad.

El viaje de regreso al rancho no se pareció en absoluto a la ida, las energías y el entusiasmo que todos tenían al llegar a Jackson Coy's Tavern se habían esfumado para darle espacio al profundo deseo de descansar. El camino fue en su mayoría en silencio y él en algún momento se quedó dormido con la cabeza apoyada contra la ventanilla.

Lo despertaron unas sutiles sacudidas tiempo después y una voz susurrando su nombre. Abrió los ojos con lentitud ubicándose en tiempo y espacio.

—...Despierta, hemos llegado —dijo Natasha con una mano sobre su hombro y una pequeña sonrisa.

Con desgano se estiró y salió de la camioneta con la mente abrumada por el sueño. Frente a él Harry ayudaba a Alex a subir las escaleras del porche, y por consiguiente también las del interior de la casa una vez que estuvieron dentro y se dirigieron al segundo piso.

Su habitación estaba del lado izquierdo del pasillo, en dirección opuesta a la de Alex, así que con una última mirada hacia la espalda de Harry se giró en dirección a esta.

—Buenas noches —escuchó detrás suyo. Se dio la vuelta. Harry se había detenido y lo miraba sobre su hombro mientras sostenía con firmeza a su primo para que no se desplomara en el suelo.

—Buenas noches —repitió sonriendo con cansancio.

Su camino a la cama fue perezoso y nublado. Lo único que llegó a quitarse antes de tirarse a la cama fueron las botas, y por primera vez en muchos días se quedó dormido apenas su cabeza tocó la almohada.

[...]

El despertar significó un proceso de tres etapas insoportables.

La primera fue la resaca, la sintió apenas abrió los ojos, punzando en su cabeza y revolviendo su estómago. Se abrazó el abdomen mientras se hacía una bola en la cama y se giraba de costado, jurando en su cabeza no volver a tocar un vaso de alcohol nunca más en la vida, aunque en el fondo sabía que era mentira.

Heaven's On Fire, Burn With MeWhere stories live. Discover now