Capítulo 1. Kevin.

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Tener dinero parece maravilloso. Te lo pintan como algo increíble. Aparentemente, poder comprarte todo lo que quieres, cuando quieres, es magnífico. Pero la realidad es que es una vida muy vacía.

Siempre dicen que el dinero da la felicidad, pero ¿qué sabemos sobre la felicidad? Sabemos que no es algo perpetuo, que son momentos que nos marcan y nos hacen sentir que merece la pena seguir viviendo. Con dinero está claro que, cuando quieras algo, y puedas comprarlo, serás feliz. Ése pequeño momento en el que te sientes realizado no dura mucho.

En cambio, estar feliz con una persona, es más duradero. Puedes estar días feliz, y de pronto pelearte con esa persona y estar triste o enfadado, pero la felicidad dura mucho más.

La felicidad que te da comprarte algo se acaba en el momento en el que llegas a casa y no hay nadie para recibirte.

No puedes comprar el amor de las personas con dinero, eso es algo que se gana, y que cuesta conseguir. Por eso cuando lo tienes es tan importante.

Antes, de más pequeño, estás cosas me daban igual. Disfrutaba el hecho de tener dinero, y que mis padres me compraran un montón de cosas.

Luego crecí, por desgracia, y mi madre murió, mi padre años después también, yo me quedé con su fortuna, y pensé que sería inmensamente feliz. No sabía lo equivocado que estaba.

Recuerdo mis años de instituto. Yo era una persona horrible. Trataba a los demás con superioridad solo porque yo tenía más dinero. Es algo que me duró hasta las dieciocho.

Mi madre murió por un infarto. Ese día estaba nervioso, porque tenía un partido de baloncesto en el instituto, y era de los más importantes. Minutos antes de la segunda parte del partido me llamó mi padre para darme la noticia. Ése fue el último partido que jugué.

Con veintidós años, mi padre, que se pasaba el día viajando, tuvo un accidente de los más estúpidos. Podría haber sido por el avión, pero no. En el baño de un hotel. Se resbaló en la bañera, se dió un mal golpe, y murió en el acto.

No tuve más remedio que aceptar la herencia. Hace dos años de aquello, y en este tiempo he tenido dos o tres parejas formales. He ido buscando, pero todas se acercan a mí por el mismo motivo: mi dinero.

¿Por qué es tan difícil que me quieran por quién soy? En cuanto me di cuenta de lo vacía que era mi vida, y lo difícil que era encontrar a alguien para ocupar ese vacío, me sentí tan imbécil que me disculpé con todas las personas a las que había tratado mal en el instituto.

Digamos que ahora no lo estoy intentando mucho, me he rendido. Dudo mucho que haya alguien para mí ahí fuera. Me he resignado a que este es mi castigo por mi arrogancia, y la acepto porque considero que la merezco.

- Vamos, es solo un rato. - mi mejor y único amigo, Jules, me insiste por décima vez. Quiere que vayamos a un bar a tomar algo, piensa que así me despejaré y me relajaré.

Niego. - Tío, no me apetece.

- Te pasas el día trabajando, necesitas desconectar.

- Jules...

- Hablo enserio, es solo un rato. Si en una hora te has cansado, nos vamos. Te lo juro.

Lo miro con cara de incredulidad. - Siempre que dices eso algo acaba en desastre.

- Vamos, es solo un rato, no tiene porqué pasar nada. - su sonrisa no me inspira confianza, aunque pensándolo bien nunca lo ha hecho, así que suspiro y acepto. - Genial, verás que bien nos lo pasamos. - asegura sonriendo.

Muchos dirían que, con el nivel social y vital que tengo, jamás pisaría un bar en el centro de un pueblo, cerca de las afueras de la ciudad. Si alguien de este bar supiera todo el dinero que tengo, me mirarían con escepticismo, y me dirían que no entienden qué hago aquí.

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⏰ Last updated: Apr 03 ⏰

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Amor & DineroWhere stories live. Discover now