Fanfic 6 💛

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Shipp: Valen y Avril.

Avril ama las flores amarillas. 

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Las flores son como palabras silenciosas, susurrando secretos del corazón. Entre ellas, las flores amarillas brillan con un significado único y profundo. No son simplemente un regalo; son un tributo al amor, a la amistad eterna. No se entregan a cualquiera, sino a aquellos que han caminado a nuestro lado en la vida, iluminando nuestros días con su presencia. Son un símbolo de afecto sincero, de vínculos que perduran más allá del tiempo.

Paseaba por la bulliciosa ciudad, aunque muy lejos, detrás de los imponentes edificios altos donde el sol se oculta, existe un rincón de asombrosa belleza: el jardín de flores más hermoso que la mente humana pueda imaginar. Repleto de flores de todos los colores, emanando aromas embriagadores, con abejas volando por todos lados. El cielo se tiñe de un azul intenso, mientras las nubes bailan con gracia.

Sin importar cuántas veces haya visitado ese lugar, siempre quedaba maravilloso de su encanto y cautivado por los aromas que se impregnaban el aire. Entre el bullicio de la ciudad, él encontraba refugio en aquel remanso de serenidad, ahí se encontraba solo. Se sentó con cuidado, evitando perturbar a ninguna flor con su presencia, y sus ojos buscaron esas flores amarillas, tan especiales y llenas de significado.

"Cada flor tiene una escencia, un recuerdo..."

Susurró para si mismo, sus ojos estaban ocupados buscandolas, hasta que por fin las encontró. Sonrió levenmente, acariciando con suavidad los pétalos.

"Si tocas sus pétalos, se enojan y se ponen tristes. No es solo arrancar la flor, es alejarla de su hogar, Valu. Las flores tienen vida." recordó con ternura.

Una sonrisa delicada se formó en sus labios mientras reunía cuidadosamente un ramo amarillo. Solo amarillo, como un tributo a la luz y la paz que sentía en el pasado. Alegría y felicidad. Se levantó, vislumbrando a lo lejos un lago cristalino, el hermoso que jamás haya existido, con patos nadando a su alrededor, parejas paseando y la suave brisa que podia sentir en su cara.

Mientras caminaba, su mente se llenó de pensamientos dolorosos. Era difícil atravesar ese camino, pero era necesario para llegar al cementerio. La lápida de Avril se materializó ante él, y apresuró el paso. El sol estaba a punto de ocultarse.

Colocó las flores sobre la fría piedra, rodeada de otros colores y fotografías.

"¿Ninguna flor amarilla? No te preocupes, Avril. Te traje las flores más hermosas, del jardín más bonito..." susurró con ternura.

Se sentó a su lado, tomando el pasto como si fuera su mano, con un gesto de timidez pero seguro de sus acciones. Las estrellas comenzaron a surgir, pintando el cielo de un rosa profundo.

"Hoy fue un día extraño. Tuve una cita, la peor cita del mundo, el chabon era un turbio, fingi que tenia una emergencia y me fui, y luego le hice de psicologo a Shomy en discord, habló de sus problemas, lo usual, y de cuánto extraña a Belén... Después vi a Lucho y conversamos un rato, parece que esta conociendo a alguien... Es extraño cómo el amor cambia..."

El frío se apoderó del lugar, pero Valentín no se movió ni se cubrió con su suéter. Permaneció firme, mirando el cielo.

"En este lugar seguro podes despejarte de todo, porque no hay lugar para distracciones."

Su voz se quebró. Reflexionó sobre sus acciones pasadas.

"Extraño que estés acá, conmigo..."

Como psicólogo, sabía que no siempre podía salvar a todos, pero lamentaba no haber hecho más por protegerla de sí misma. Sus palabras se perdieron en el silencio de la noche, mientras el cielo se convertía en un lienzo de estrellas y el recuerdo de Avril permanecía como una luz eterna en su corazón.

"Quizás... No... Avril..." se lamentó, llevándose las manos a la cabeza y dejándose caer en el césped frío y húmedo.

El calor del afecto que había sentido se desvaneció, dejando su corazón frío y abandonado. Aún recordaba vívidamente su rostro, sus ojos cerrados, su cabello alborotado y su piel pálida por la muerte, una muerte sin dolor, una partida en paz. Esa imagen nunca lo abandonaría, permanecería con él hasta el último suspiro de su vida.

¿El grupo lo recordara de igual forma? Se preguntaba en silencio.

"Nada sería igual sin ti" susurró en el silencio de la noche.

El mundo parecía detenerse, perder su coherencia. Diez amigos, luego nueve, y ahora solo ocho. El mundo se detuvo, ya no tenía sentido. La oscuridad envolvió por completo el lugar, era hora de partir. Valen se puso de pie, ofreciendo una pequeña oración y persignándose.

"Descansa en paz... Duerme tranquila, no te preocupes por mí, todo mejorará, lo prometo."

Su mano se posó sobre la cruz de cuarzo, y murmuró una última frase con voz quebrada.

"Te quiero mucho."

—(🌻)—

"¡Avril!" Valen corrió hacia ella con dos girasoles en mano, la castaña se volteo para prestar atención a él.

"¡Qué lindos!"

Asintió frenético. "Los compré porque sé que te gustan."

"No debiste hacerlo. ¿Sabes que me gusta?" Valen se mostro curioso, atento a la joven chica.

Comenzaron a caminar, ni rápido ni lento, el ritmo perfecto. Disfrutaban del viaje, y aunque la caminata era larga, valía la pena. Al cruzar unas cuantas calles, se encontraron con el jardín de flores más hermoso que los ojos humanos pudieran captar. Valen estaba impactado. Avril sonrió con alegría y tomó las mejillas del más alto.

"Este es mi lugar favorito, es mi secretito. Acá nacen las flores. Me gusta porque están las flores amarillas. Amo las flores amarillas."

"Es un lugar precioso"

"Valen, prométeme que vas a guardar este secreto, es nuestro, nadie puede saberlo."

"Nadie lo sabra, lo prometo."

Caminaron cuidadosamente por el campo, recogiendo flores amarillas y viendo el sol ocultarse. Al anochecer, se acostaron sobre el pasto, mirando las estrellas.

"La luna esta hermosa hoy..."

"Sí... Lo está."

—(🌻)—

Los ojos de Valentín se cerraron sutilmente, poco a poco. Su cuerpo, desprotegido, abrazaba con cariño la lápida de la joven chica de la que se había enamorado. Su calidez abandonó su cuerpo, su corazón dejó de latir, y sus mejillas coloradas se apagaron.

Pero tenía una sonrisa, estaba feliz.

Ya no había preocupación ni culpa. Su cuerpo enfermo y cansado descansó en paz, y su mente se fue a otro lugar mejor, sin dolor, ni trabajo duro, ni molestos vecinos, ni problemas de ningun tipo.

Una suave voz lo despertó, era ella.

"¿Valen? ¡Cariño! Gracias por las flores."

Y sonrió más amplio. Una oración salió de sus labios.

"De nada."

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⏰ Terakhir diperbarui: May 17 ⏰

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