Capítulo 51: La última lección

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Desperté a altas horas de la madrugada, con un fuerte dolor entre las piernas y el sudor recorriendo mi cuerpo. Me costó recordar lo que había pasado, pero tan pronto como lo hice sonreí. Aún pegajosa y adolorida tenía que admitir que esta había sido la mejor noche de toda mi vida. El mejor regalo que alguien me hubiera dado en mi cumpleaños. Algo más allá del placer y al urgencia del momento. Me sentía amada.

Estaba tumbada en la cama, mis piernas enredadas con las de él y mi mano descansando sobre su pecho desnudo. Traía puesto los lentes, aún cuando le pedí que se los quitara en su momento. ¿Por qué era tan difícil para él mostrarme sus ojos? Acaricié su mentón, deseosa de que nuestra intimidad llegara hasta ese punto, pero sabía que acabaría enojado conmigo.

—¿Estás despierto?— me percaté ante sus labios apretados y el como retiró mis manos lejos de él. Me incorporé, envolviendo la sábana a mi alrededor para cubrir mi intimidad. Algo no estaba bien —¿Por qué estás enojado? No iba a quitarte los lentes.

—No es eso— me explica, sentandose en el borde la cama. Ahora podía ver en las emociones de su rostro que esto no estaba bien. Él sabía que nada de esto estaba bien —Lo siento, no debí hacerlo. Esto no debió suceder— se pasó las manos por el cabello, tratando de recuperar la compostura —Mierda, soy un pedazo de...— respiró y exhaló mil veces. ¿Se arrepentía?

—Leonidas ¿Qué edad tienes?— le pregunté apenada, temerosa de la respuesta que me puede dar.

—No hace mucho que cumplí los veintitrés.

—¿Cómo es posible? ¿Eres tan joven?

—¿Dudas de que sea profesor?— sonríe sin ningún tipo de felicidad —Sí, tengo poca experiencia. Te lo dije cuando nos conocimos. Por eso tu castigo fue organizar mi oficina. Nunca antes la había utilizado. Nunca antes había ejercido el profesorato— se voltea y me agarra de la mandíbula con tristeza —Eres mi alumna— me toca la mejilla y desliza su pulgar sobre mi labio inferior —Me siento un depravado. Un pervertido.

—No tienes por qué sentirte así. Yo lo permití. Yo...yo quería que esto sucediera— sujeté su mano para que no se alejara de mi —Además, nadie tiene que saberlo y si la edad es un problema entonces el próximo año...— él nota mis intenciones.

—No quita la diferencia de edad. Seguirás siendo menor que yo— se levanta y comienza a vestirse con lentitud —Te pido disculpas si no me he comportado según tus expectativas pero me siento demasiado culpable como para seguir con esto.

—¿Vas...vas a dejarme?— me levanté agarrándolo de la camisa con fuerza. Él limpia la lágrima que corre por mi mejilla y me abraza contra su pecho —¿Qué significa esto?

—No voy a dejarte— besa mi frente y aspira el olor de mi cabello —Quizás no lo sepas pero crecí recibiendo muchos caprichos por parte de mi familia. Lo que quiero lo tengo y tú no eres la excepción. Soy demasiado egoísta para dejarte ir, pero eso no significa que vaya a tocarte otra vez— me aparta y envuelve mi cuerpo con las sábanas que había dejado en la cama —Eres demasiado joven y lo que hice no tiene perdón ante los ojos de los demás. Aún cuando tú me hayas aceptado.

—No me importa lo que piensen los demás. Te quiero a ti— sonreí, con un deseo incontrolable de confesar mis sentimientos —Te quiero, Leonidas.

—¿Entonces debería considerar esto tu última lección?— me sonríe y deja un beso húmedo en mi cuello.

—¿Mi última lección?

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⏰ Última actualización: May 17 ⏰

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Las Brujas del Zodiaco [Libro I Saga Astral] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora