Capitulo 25: Las brujas del zodiaco

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—Tía, llegaremos tarde. ¿Qué estás haciendo?— apenas había salido del dormitorio y ya Verónica estaba trabajando. Llevaba días confeccionado un solo objeto, pero precisamente hoy tenía que terminarlo —Perderemos el tren, y no quiero faltar el primer día de clases.

—No te preocupes, hay un carruaje esperando por nosotros. Y el tren no llegará a la estación tan temprano— la aguja que traía en las manos se deslizaba por si sola mientras un maniquí sostenía los diferentes tipo de hilos. Uno era negro como el azabache, y el otro brillaba como la plata —Ya casi termino. Después de todo no estuve ahí para ti en tu cumpleaños.

—¿Esto es para mí?

—Espero que te guste— y me entregó la pieza en la que había puesto todo su empeño durante las vacaciones de verano.

El sombrero era de ala ancha con accesorios en forma de luna y sol, complementado con tela y encaje negro, mientras que el forro interior resplandecía como la mismísima plata.

—Esto...

—Se llaman hilos de pensamiento, son muy difíciles de conseguir— comentó, recogiendo todo lo que había sobrado —Veo que el escudo de tu uniforme cambió. Ya era hora.

El uniforme para segundo año fue toda una sorpresa. Habían acortado la falda y me sentía desnuda con la piernas expuestas. Pero lo que más me preocupaba era el escudo dorado de la academia. Nadie había mencionado que podían cambiar por si solos, por eso pasar de un simple número 1 a un 2 de la nada significó un gran suceso.

—No creo poder usar el sombrero, no combinaría. Mi uniforme aún es de color gris. ¿Y si lo dejo en casa?

—No— insistió —No lo uses con el uniforme si no quieres, pero por favor no te alejes de el. Llévalo contigo a todas partes. Nadie sabe cuándo lo necesitarás— parecía tan empecinada con que me lo quedara que terminé aceptando —Es importante que una bruja use un sombrero. Y este es muy especial. Ya me lo agradecerás luego. Es hora de irnos.

Al cabo de un rato ya estábamos en el carruaje rumbo a la estación. Mi tía había decidido sentarse a mi lado mientras su hijo nos miraba. El uniforme de Victor también había cambiado. Ahora su pantalón era negro y tenía bordada la camisa con hilo azul. No me había dado cuenta de ese detalle cuando nos encontramos al salir de vacaciones de la Academia.

Seguía comportándose sumamente extraño, mientras que su amigo Carlox seguía igual de insoportable. Había traído a casa a su espíritu guía, un hurón blanco de ojos rojos. Parecía un animal de lo más tierno hasta que me clavó sus colmillos en el dorso de la mano. Venux no pudo aguantarse y comenzó a darle caza como si fuera un simple ratón. Desde ese día el nieto de Olivia no regresó a casa.

Durante las vacaciones no había descubierto mucho acerca de los sucesos en el Reino. El diario Azull donde mi tía trabajaba junto a Olivia no tenía noticias de gran importancia. Al parecer las cosas se habían calmado y ya no había tantas disputas entre el director Klaus y la UMRZ, tampoco se habían reportado nuevos ataques de magia negra. La reina Selena seguía en un profundo sueño y todavía no habían encontrado al responsable.

¿La UMRZ había encontrado a aquellos falsos cirqueros para interrogarlos? Eran los únicos capaces de ofrecer respuesta ante el uso de magia negra en el Reino. Aunque dudaba mucho que esa organización fuera capaz de encontrarlos, después de todo los malhechores habían escapado mientras yo seguía inconsciente en la enfermería.

—No olvides cuidar del sombrero, es una de mis piezas más finas— me recordó mi tía antes de dejarme subir al tren. Víctor ya se había ido —¡Y procura escribime algunas cartas!

—Lo haré, te quiero tía ¡Adiós!— le grité cuando el tren se puso en marcha. La vi llorar tras el pañuelo —¡Te quiero mucho!— pero cuando el humo empezó a salir me fue difícil despedirme con la mano, y el ruido en el andén era escalofriante. Ni siquiera comentar el que hacían las ruedas metálicas contra las vías.

Las Brujas del Zodiaco [Libro I Saga Astral] Where stories live. Discover now