Todo mi cuerpo se inunda de él.

—Y muy concentrada, ni siquiera te diste cuenta cuando entre —ladea la cabeza observándome—. Antes de llegar hasta aquí te observé un para de minutos, ese ceño fruncido, la cara de concentración y sin apartar la mirada del cuaderno.

Noto cada detalle mientras yo estaba metida en mi propio mundo.

—Lo siento —agachó la mirada.

—No te disculpes —toma mi barbilla para alzar mi cara de nuevo—. Me gusta la idea que encuentres que hacer, no hay nada de malo.

Sonrío un poco.

—¿Me dirás porque has llegado tan temprano? —ya es tarde pero aún así no es hora de su salida.

—Se me dio la gana de salir, no había mucho que hacer y mi padre casi me corre de la oficina. Me recordó que estamos a días de casarnos, que debería estar contigo ayudando en los últimos detalles —se encoge de hombros sentándose a mi lado.

—Ya está todo listo solo falta esperar el día —ayer por la tarde concluimos los últimos detalles.

La mayoría de los invitados han confirmado su asistencia tanto a la ceremonia como a la fiesta.

—Se lo he dicho, sigue sin entender lo mejor que hice fue tomar mi cosas y salir de ahí —cuenta—. Dominique se quedó rezongando por querer venir conmigo, mi padre casi lo regresa a jalones de orejas.

—Dom parece ser un chicle contigo.

—Un maldito grano en el culo —suelta–. ¿Dónde está Scarlett?.

—Salió, no dijo a dónde —juego con mis dedos—. Solo estamos tú y yo.

Se gira para verme.

—¿Quieres salir?

—Emm... Si —contestó indecisa.

—Entonces párate y ve arreglarte para salir —él se para—. Aunque si quieres ir cómo estás está bien, no hay nada malo en tu ropa.

Solo voy en unos jeans de mezclilla anchos en la parte de abajo y un jersey holgado y corto que llega encima de mi ombligo.
Voy a la recámara par tomar una pinza para sostener mi cabello. Tomo una bolsa sencilla que tiene un estampado de oso panda sentado.

—¿Lista? —se asoma Adrien por la puerta.

Ya va en ropa casual. Una sudadera y unos vaqueros de mezclilla, lleva en el cuello colgado su cámara.

—Lo estoy —salimos del departamento para subir a su auto.

—Llevo planeando esto desde hace unos días así que es una sorpresa —sonríe mientras posa su vista en la calle—. Espero te encante.

—¿Alguna pista?

—Distintos colores, todos los que te puedes imaginar —se le forman los hoyuelos a la hora de reír.

Es el atractivo mayor que posee ese hombre, cuando ocurre eso no hay nada que te permita apartar la mirada de Adrien, desprende sensualidad y te derrite con solo una sonrisa coqueta.

El heredero Bouffart Donde viven las historias. Descúbrelo ahora