—Señor, no se meta en problemas. No lo provoque —ruega la mujer, ajena al hecho de que Jared está rompiendo el vínculo que la ata a su amo. —Está alterado porque los hombres del Boss lo están acorralando a él y a todos los demás. Está por iniciarse una guerra muy grande, todos lo saben. Por favor, no se preocupe por mí. Puedo resistir. Lo hemos hecho todas desde hace años —implora, mientras el afecto que Jared le muestra le hace cuestionar las acciones de Akim.

—Samira, ningún ser humano debería estar resistiendo este tipo de maltrato —informa Jared mientras limpia sus lágrimas. —Anda, ve. Dale la dirección y cuídate esas heridas —añade con finguida preocupación.

—Claro, señor.

Sin más, la esclava abandona la habitación, dejando tras de sí un rastro de sumisión palpable. Jared exhala un suspiro cargado de asco y frustración. Agita su mano con desdén antes de dirigirse hacia el baño donde se lava las manos. Él no es ningún santo, y no le importa en lo más mínimo si está siendo cruel o si está manipulando los sentimientos de Samira. Lo único que desea es ganarse su confianza para que lo ayude a escapar cuando Isa esté en mejores condiciones.

Pero para su desgracia, Isabella despierta justo a tiempo para presenciar la escena, una escena que le provoca una extraña sensación desconocida. ¿Cómo pudo tocarla así? ¿Acaso no le repugna? ¿No recuerda que ella es la sumisa del hombre que les causó tanto daño? ¿Por qué demonios se preocupa por ella? Estas preguntas se arremolinan en su mente, haciendo que sus ojos se nublen y su pecho se contraiga de rabia y confusión.

—Espera, déjame ayudarte —le pide Jared cuando sale del baño y la encuentra tratando de levantarse.

—No me toques —responde Isa con frialdad, su mirada se endurece y aprieta la mandíbula. No le gusta en absoluto verlo mostrarse amable con esa mujer, y a diferencia de Valeria y Rebeca, que pueden ocultar sus sentimientos, ella y Alena no pueden disimularlos, por mucho que lo intenten.

—¿Pasa algo? —pregunta Jared, acercándose demasiado, buscando verificar si la fiebre ha bajado.

«Pasa que te vi tocando a esa hija de...» Isa niega con la cabeza, suspira, diciéndose que no es su problema. Que él decida si quiere entregar su corazón a una mujer que no vale la pena.

—Quiero bañarme —le dice Isa, desviando el rostro cuando Jared acerca su mano a su frente. —¿Puedes darme espacio? —pregunta, visiblemente molesta.

Jared frunce el ceño, siente una opresión en el pecho inexplicable al verla así. Lo descoloca verla en ese estado, y el único razonamiento que encuentra es que tal vez el dolor que ella siente está influyendo en su comportamiento.

—Te trajeron medicamento y unas vendas. Ven, vamos a bañarte y...

—Puedo hacerlo sola. Escuché las indicaciones que te dio tu "amiga" Sami. Descuida, no tienes que andarme cuidando siempre —le dice molesta, y Jared vuelve a fruncir el ceño. ¿Amiga? Se pregunta, y es entonces cuando se da cuenta de qué viene todo esto.

—¿Celosa? —le pregunta con una sonrisa en el rostro, encontrando tierna la forma en que Isabella lo está celando, sobre todo sabiendo que solo son amigos.

—No, no estoy celosa, Jared Hoffmann, estoy furiosa —le espeta Isa molesta, desviando la mirada. —Eres mi mejor amigo y no quisiera que ninguna mujer te lastimara de nuevo. Esa mujer es la sumisa de ese maldito monstruo, no me sorprendería que la muy astuta estuviese haciéndose la convaleciente para ganarse tu afecto y así lograr sacarte más dinero —suelta sin filtro, incapaz de contener el maremoto de emociones que la abruman.

Sin embargo, lo único que Jared pudo captar fue la frase "Mejor amigo". Esa simple expresión lo desestabilizó por completo. Aunque ya sabe que son amigos, el hecho de que ella lo diga tan fácilmente lo molesta de verdad.

AnheloWhere stories live. Discover now