22

414 59 155
                                    

luis' pov;

El almuerzo junto a la familia de Miguel fue tranquilo, muchísimo diferente a lo que esperaba, en realidad. Era gratificante lo ameno que se sentía el ambiente ahora; lo que le atribuía a mi suposición sobre el hecho de que habían llegado a resolver sus diferencias.

Esperaba que fueran así las cosas para él siempre.

Continué pinchando trozos de la comida en el plato frente a mí mientras miraba a Miguel respondiendo algunas preguntas que Hannah le hacía. Verlo tan tímido por estas mismas me resultaba tan tierno que no podía despegar mis ojos de sus expresiones.

Cuando finalizamos nuestros respectivos platillos y la cuenta fue saldada, salimos del restaurante; restaurante que formaba parte de uno de tantos que eran parte de una plaza en conjunto con varias tiendas de lujo en la ciudad. Claramente, no era algo parte de mi cotidianidad.

Caminamos hasta dar con el elevador que nos llevaría a la planta más baja hasta que la complexión familiar de un señor llamó mi atención.

¿Papá?

Sentí mi estómago revolverse el momento en que conseguí divisarle y reconocerlo por completo. ¿Qué hacía en un lugar así?

Me detuve inconscientemente en seco, lo que llamó la atención de Miguel; quien volteó extrañado por esto, hasta que sus ojos conectaron hacía el mismo lugar en donde mi mirada se había perdido.

—Veré algunas cosas aquí con Luis, adelántense.

Murmuró Miguel a su padre mientras yo presenciaba lo inimaginable. Mis entrañas se contrajeron tanto que ahogué una arcada posicionando la palma de mi mano sobre mis labios. Miguel notó esto inmediato, sosteniéndome por los hombros al verme perder el equilibrio.

La imagen de mi padre cargando las bolsas de compra de una mujer completamente desconocida a la cual besó mientras tomaba de la mano a un niño fue tan impactante que no salía de mi cabeza. Tenía tantas ganas de hacer algo, confrontarlo, gritarle... o golpearlo, pero estaba congelado.

Un nudo se formó en mi garganta, imposibilitándome responder alguno de los llamados de Miguel. La silueta de aquella "familia" alejándose me dejó con cientos de dudas "resueltas".

No me imaginaba como podría sentirse mi jefecita al enterarse de esto.

Siempre había tenido esa sospecha, pero no de esta forma. ¿Cómo ocultas tanto tiempo otra familia?

Qué asco.

Recordar la cantidad de veces que consolé a mi madre cada que él llegaba oliendo a otro perfume, que encontraba cabellos en su ropa e incluso marcas en la piel me enfermaban. Para empezar, ¿por qué le harías algo así a quien amas?

Las lágrimas formándose distorsionaban todo mi campo de visión; apretaba tanto los dientes en un intento por contenerlas que llegaba a ser doloroso.

—¡Luis! Dime algo, por favor...— Era Miguel, sosteniéndome del cuello de mi chaqueta; luciendo desesperado y haciéndome reaccionar finalmente.

—D-discúlpame, pap-...— Sus brazos envolviendo mi cuello detuvieron mi habla. Correspondí el gesto mientras intentaba respirar con regularidad. La impotencia que sentía era tanta que me abrumaba.

—No te disculpes por nada, ¿quieres que busque un lugar donde podamos estar a solas?— El tono enérgico en la voz de Miguel se había suavizado tanto que se sentía como una caricia después de una bofetada. Pareció cansarse de elevarse sobre las puntas de sus pies, por lo que se apartó lentamente de mí; mirándome con atención a través de sus lentes oscuros mientras se incorporaba.

Suspiré, dejando que mi mente tratara de hallar y negué con la cabeza.

—Hannah y tu jefecito deben estar esperándonos, papu— Esbocé la sonrisa más genuina que pude en aquel entonces antes de presionar suavemente mis párpados con la yema de mis dedos para escurrirlos. Tomé su mano luego de esto para dirigirnos hacía donde debíamos estar.

—¿De veras quieres que te acompañé hoy?— El padre de Miguel nos dejó ambos en mi casa, a petición propia. Entendía la preocupación de Miguel por el que "necesite espacio" pero, no quería estar solo ahora mismo.

Parecieron regresar a mí un sin fin de recuerdos dolorosos que le atribuía a la incompetencia de mi padre; recuerdos como la inestabilidad económica que nos había hecho vivir desde hacía años, y situación que parecía no ser un problema tratándose de la otra mujer.

—Sólo quiero estar contigo— Abrí la puerta de mi casa, y con esto ingresamos en conjunto. Al no ver alguna señal de la presencia de Eliza o de mi madre me sentí más tranquilo, pues tendría más tiempo para pensar en qué hacer.

Subí junto a Miguel a mi habitación, asegurando la puerta de esta con el pestillo luego de que ambos nos encontráramos dentro. Noté a Miguel extrañándose por esto, pero dejándolo pasar, así que me dejé caer completamente agotado en mi cama, lo que supuse, incentivo a Miguel a recostarse a mi lado.

—¿Cómo te sientes?— Sus muestras tan inocentes de interés me eran enternecedoras, una de mis manos sostuvo la curvatura de su mandíbula para atraerlo hacía mi rostro; presionando mis labios contra los suyos repetidas veces; provocándole pequeñas carcajadas a Miguel.

Esto era un buen consuelo.

—Estoy enojado, pero más que eso, desconcertado. No puedo creer el cómo nos escondió por tanto tiempo su doble vida— Contesté al apartarme.

—Entiendo...— Se quitó y apartó sus lentes para mirarme a los ojos; demostrando su simpatía hacía mí. —¿Piensas decirle?

—¡Por supuesto! Sólo que no sé cómo hacerlo... mi jefecita es muy sensible— Qué doloroso que tu más grande error sea amar tanto a alguien. Pensé, mientras sentía su mano sobre mi mejilla, acariciando esta antes de retomar la palabra.

—Sea cuál sea su reacción, sabes que estoy aquí para ambos. Creo que mi padre conoce un buen abogado en divorcios— Solté una risilla nerviosa y sacudí la cabeza en negación.

—Gracias por todo de igual forma, papu— Esta vez, fue él quien me besó; lo que no dudé en corresponder.

Nada de lo que había llegado a sentir antes se comparaba con lo que él me hacía sentir. Era un tan amor genuino e incondicional que parecía irreal.

Mis manos le sostenían por la altura de sus omoplatos; ocasionando que aquella muestra de afecto se intensificara a medida en que nuestros cuerpos restaban la distancia entre ellos. La emoción que esto me generaba era embriagante, tanto que me hacía olvidar momentáneamente todo lo que estaría por suceder.



















































—nota
cap muy corto y demorado sepan perdonar 💔
muchas gracias por el apoyo, dvdd trataré de volver a actualizar diariamente

—notacap muy corto y demorado sepan perdonar 💔muchas gracias por el apoyo, dvdd trataré de volver a actualizar diariamente

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

los quiero mucho papus, gracias por leer <3

love me back | papufrescoWhere stories live. Discover now