Final feliz

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Lydie:
No había podido dormir de la emoción, incluso me había olvidado del dolor en mi tobillo, y lo recordé tras mover el pie con brusquedad, maldije por lo bajo y después de eso me quedé tranquila contemplando el muñeco de madera que lo representaba, me sentía flotar.
Al día siguiente todos ya sabían de la existencia de Bastián, había causado un gran revuelo pero la emperatriz se había mantenido digna, y con justa razón, ella no había hecho nada malo, al contrario, lo había acogido como otro hijo, además de eso, otra forma de demostrar que él era parte de la familia imperial es se había concertado el matrimonio con una noble casa, que no era otra que la mía.
- ¿Segundo príncipe? Inconcebible ‒escucho a mi padre lanzar vituperios tras leer la carta donde se indica mi compromiso con Bastián‒, si no hubieses sido tan inútil podrías haberte casado con el príncipe heredero ‒trago saliva, intento no temblar.
- Basta padre ‒veo a Theo sujetarlo del brazo con algo de fuerza‒, al menos estará dentro de la familia imperial, nunca descartes que algo pueda pasar con el heredero ‒le sonríe de manera inocente, mi padre sonríe con malicia, me estremezco, por más que Bénézet me caiga mal, no le desearía la muerte.
- Tienes razón, esto es bueno ‒señala la carta con renovada emoción, evito hacer alguna mueca antes de verlo salir.
- Sólo debo soportar esto un año, sólo uno antes de ser legal y poder casarme con él ‒me sonrojo mientras sonrío, eso me hacía mucha ilusión.
- Espero poder tomar el control para ese momento y darle a mi futuro cuñado, el título que se merece ‒me sonríe, me sonrojo con ganas.
- Siendo sincera, no me importa perder el título de duquesa de Marbot y ganar el de baronesa Foix-Grailly ‒digo tranquila, estaba segura que encontraría a la familia amorosa que tanto había deseado.
- Sí es lo que de verdad deseas, te apoyaré ‒aprieta suave mi mano, asiento, sabía que me apoyaría sin importar que tan loca fuese la idea.
- Gracias hermano ‒besa mi cabeza antes de salir del cuarto, suspiro mirando al muñequito, estaba aburrida sin ir a la academia, pero sólo serían unos días.

Étienne:
Sin duda alguna, habíamos tenido que ser muy cuidadosos al vernos, sobre todo en público ya que ella era la prometida del segundo príncipe, por lo que su hermano no tenía posibilidad alguna de quedarse a solas con ella. Así había pasado cerca de un año, al final, Bénézet tuvo que casarse cuando Nadine cumplió la mayoría de edad, que fue en enero.
- Pronto será tu cumpleaños y al fin, podemos casarnos ‒susurra ella sentada a mi lado, acariciaba suave el dorso de su mano, ella sonríe mientras ve nuestras manos entrelazadas, ahora que ella era mayor, había decidido irse de su casa y vivía con nosotros, claro que se quedaba donde Rosie y jamás estábamos solos, como ahora.
- Espero con ansias esa fecha, después de todo, entre mi hermana, mi madre y tú ya han organizado todo, sólo me queda resignarme ‒finjo pesar, ella golpea suave mi hombro de manera juguetona, pronto no habría fuerza en este mundo que nos separase.
Un mes se pasó volando, después de mi cumpleaños se celebraría la boda.
- Espero que les gusten mis regalos ‒nos sonríe entregándonos una caja a cada uno, nos mira con expectación.
Rosie es la primera en abrir el suyo, era un conjunto de gargantilla y aretes a juego.
- Ly, esto es mucho ‒dice ella pasando sus dedos por las joyas.
- Mi dama de honor debe usarlo mañana en mi boda, además, Theo me ayudó a escogerlos, por si tenías la duda ‒dice inocente, había visto que intentaba emparejar a mi hermana y a su hermano, no me molestaba porque sabía la clase de hombre que era Theo. Pero intuía que ella estaba interviniendo porque había visto algo que yo no, hasta hace poco que los vi interactuar, creo que podría decir que si había algo ahí, quizás era porque habíamos pasado mucho tiempo juntos, a final de cuentas, me había ocurrido lo mismo con Lydie.
- Esta bien, sólo porque es tu día especial ‒mi prometida sonríe con regocijo.
- El tuyo debes abrirlo cuando estes solo ‒veo a Ly sonrojarse, asiento mientras mi hermana nos lanza miradas cargadas de diversión.
Como había prometido, lo abrí hasta que estuve solo, para mi sorpresa, era una nota que decía: revisa el armario. Miro extrañado el mensaje antes de ir hacia donde me indica, al abrirlo miro con sorpresa a Ly metida ahí, sale en cuanto me ve.
- ¿Ly?, ¿qué haces aquí? ‒ella sonríe tímida, la ayudo a moverse lejos del lugar.
- Sé que tienes reglas y normas que sigues al pie de la letra, y me encanta que seas así, es parte de tu personalidad y encanto, pero mañana seremos marido y mujer, así que una noche, no hará ninguna diferencia ‒me sonríe, se aleja un poco y entonces noto que sólo trae un camisón, sus manos se mueven y lo deja caer, trago saliva ante la imagen que se presenta, piel pálida rodeada por cabello negro como la noche, mejillas sonrojadas y sus preciosos ojos malva que brillaban con la poca luz.
- No, ninguna diferencia ‒susurro bajo mientras me acerco a ella, sostengo suave su rostro y la beso lento.
- Creo que te sobra algo ‒susurra sobre mis labios, asiento antes de comenzar a quitar mi ropa, la cargo suave y la llevo a la cama, la acomodo con cuidado, mirando con detenimiento podía ver como sus pezones se habían puesto duros.
Acaricio lento su piel, beso su cuello y bajo lamiendo y chupando su piel expuesta, ella se removía dejando salir jadeos y gemidos bajos. Beso su vientre mientras desciendo, paso mi nariz por su clítoris y ella intenta cerrar las piernas, me muevo para besar la cara interna de su muslo, le sonrío antes de comenzar a lamer.
- No grites muy fuerte cher, no queremos que nos descubran ‒ella niega apretando los labios, subo y la beso con hambre, ella corresponde mientras comienzo a frotarme, gime sobre mis labios y en un momento, la necesidad de ella llega a niveles que jamás espere sentir, así que me acomodo en medio, la miro mientras comienzo a penetrarla de a poco, media su reacción y me detenía evitando que sufriera, aunque siendo la primera vez, eso tendría que pasar.
- Estaré bien incluso si entras de una ‒jadea en mis labios, asiento y termino por entrar. Ella deja salir un quejido bajo y me quedo quieto, la beso intentando distraerla‒. Continua ‒dice bajo, comienzo a moverme lento, deja salir quejidos bajos y no sé si son de dolor o placer, así que me muevo con cuidado hasta que siento que se ha acostumbrado.
- Ly ‒jadeo sobre sus labios, me costaba cada vez más contenerme.
- Et, hazlo, no te contengas ‒su voz sale ronca, es todo lo que necesito para comenzar a moverme más rápido, ella gime mi nombre y eso acaba con la poca cordura que hay en mí. Me muevo más rápido, rudo, la beso evitando que nuestros gemidos alerten a alguien. Ella se aferra a mis hombros clavando las uñas, sentirla así era mejor de lo que hubiese imaginado.
- Ly ‒gimo sobre sus labios, no podía más, estaba en el límite.
- Hazlo, yo también ‒jadea con voz necesitada, y eso es todo lo que necesito para embestirla sin contención, siento como me aprieta y grita mi nombre mientras se arquea, aquello termina conmigo y me dejo ir gimiendo.
La miro nada más terminar, ella tenía los ojos cerrados y sonreía, cuando los abre, puedo ver un brillo que hace mi corazón latir.
- ¿Estás bien?, ¿te lastimé? ‒acaricio su mejilla, ella niega sonriendo.
- Has sido muy dulce monsieur, e intenso ‒sonríe coqueta, la beso lento.
- Espero haberla hecho feliz, miss Lydie ‒ella ríe bajito, salgo con cuidado y al acostarme la llevo conmigo para que descanse en mi pecho, cepillo su cabello lento.
- Muy, muy feliz ‒se alza un poco y me mira‒, feliz cumpleaños querido mío, espero que tu regalo te haya gustado ‒me inclino y la beso.
- Es el mejor regalo de toda mi vida ‒acaricio su mejilla, ella sonríe complacida. Se acomoda en mis brazos y sólo puedo pensar que esto es lo que deseo por el resto de mi vida, sonrío antes de cerrar los ojos feliz.
- Demonios ‒escucho a alguien quejarse bajo, abro los ojos y la veo buscando lo que creo, es su camisón‒, me quede dormida ‒sonrío viendo como pasea por mi habitación desnuda, con la poca luz que entraba podía verla, era hermosa.
- Cerca del armario cher ‒ella se gira y la veo sonrojarse, asiente y camina hacia ese lugar, se viste con rapidez, se acerca depositando un casto beso antes de salir casi corriendo, lo que ella no quería es que la vieran salir de ahí porque sentiría vergüenza, no porque creyera que hizo mal.
- En una semana me darán el título del ducado y serás de la casa Marbot ‒dice Theo mientras arreglo la corbata de mi traje por no sé qué vez, estaba ansioso, todavía faltaban algunos minutos.
- Gracias, pero no es necesario ‒le sonrío‒, pero como siempre, haré lo que tu hermana desee, ya lo sabes ‒él ríe palmeando mi hombro.
- Joven amo, todo está listo ‒dice el mayordomo tras entrar en la habitación, asiento.
- Nos vemos pronto ‒él me sonríe antes de salir, me arreglo el saco antes de hacer lo mismo, él acompañaría a su hermana al altar.
- Que guapo mi hijo ‒mi madre me sonríe cuando me ve llegar, beso su mejilla y me coloco en mi lugar, me giro en espera de la novia, veo a Bastián y le sonrío, él asiente mostrándome su dedo pulgar en aprobación. Me giro para ver al pasillo y cuando la música suena, siento la emoción golpearme cuando la veo comenzar a caminar hacia mí, no puedo evitar la cara de estúpido que se forma en mi rostro, a pesar del velo, puedo ver una gran y hermosa sonrisa en su precioso rostro.
- Cuídala mucho ‒dice Theo cuando coloca la mano de Ly en la mía.
- Con mi vida ‒él asiente complacido, besa la cabeza de su hermana y se retira a su lugar junto a Bastián y la emperatriz, ella estaba más que feliz por nuestra unión. Mi hermana le extiende el ramo tras darle un abrazo, entrelaza su brazo al mío y nos giramos a ver al sacerdote.
- Hermanos míos ‒comienza a hablar, no podía evitar verla de reojo, y sé que ella hacía lo mismo‒. Ahora, sus votos ‒asiento.
- Yo, Étienne Lefebvre de la casa del barón Foix-Grailly, te tomo a ti Lydie Chevalier como mi esposa, para amarte y respetarte en la salud y la enfermedad, en la riqueza o pobreza, en las buenas y en las malas, hasta que la muerte decida separarnos ‒menciono colocando la alianza.
- Yo, Lydie Chevalier de la casa del duque Marbot, te tomo a ti, Étienne Lefebvre como mi esposo, para amarte y respetarte, cuidarte en la salud y la enfermedad, en la riqueza y pobreza, en las buenas y no tan buenas, hasta el último día de mi vida, porque sólo la muerte podría alejarme de ti ‒susurra colocando mi alianza, le sonrío.
- Ahora, los declaro marido y mujer, puede besar a su esposa ‒asiento alzando el velo, sostengo suave su rostro y la beso con amor y devoción.
- Al fin eres mía ­‒susurro suave sobre sus labios.
- Siempre lo he sido Et, y tú siempre has sido mi final feliz ‒asiento de acuerdo.
- Aunque en realidad, aún nos quedan muchos días, este no será nuestro final ‒ella asiente complacida.
- Yo creo que sí ‒nos giramos a tiempo para ver a Bénézet con un arma, sin dudar dispara y todo parece ir en cámara lenta, me muevo evitando que caiga, veo su precioso vestido blanco comenzar a mancharse de sangre‒. Te lo dije Lydie, si no eres mía, no serás de nadie ‒escucho otro disparo y a la emperatriz gritar con horror, sólo ahí pude entender que se había quitado la vida.
- Cher, resiste, por favor ‒aprieto su herida, ella alza la mano y acaricia mi mejilla.
- Te amo, perdona que no pueda quedarme ‒me sonríe, niego, pronto su mano cae y puedo decir con certeza, que he muerto junto con ella.

No soy la villana | #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora