Pecado, castigo y promesa

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Lydie:
No supe el momento exacto donde toda mi vida se fue destruyó, todo pasó tan rápido que aún sigo sin comprender que hice mal o más bien, que fue eso tan terrible que le hice.
De la noche a la mañana me convertí en la villana, quizás es un poco exagerado aquello, en realidad tomo años que mi reputación como una buena y futura emperatriz cayera ante los ojos de todos, ella se encargó de sembrar la semilla del odio hacia mí y la lástima hacia ella.
Pero el día que todo colapso me desperté sintiendo que sería un buen día, comería con mis amigos y el príncipe heredero había aceptado verme para explicarle algunos de los sucesos que habían ocurrido, incluso le había escrito unos poemas, sabía que le gustaban y esperaba ablandar su corazón.
Esa mañana había guardado todo en mi mesa como todos los días, había comido con Greg, Rogier y Adelaine, parecían animados y me recordaba a los viejos tiempos, quizás era porque pronto cumpliríamos la mayoría de edad y nos graduaríamos, tras esto me casaría con Bénézet y esperaría a que el emperador muriese o claudicará a favor de él.
Tomo las cartas y animada me dirijo a la sala privada de la familia imperial, llamo a la puerta y tras cederme el paso, entro confiada.
- Su alteza, el futuro de este imperio -hago una reverencia nada más verlo, me acerco cuando me hace una seña con la mano.
- Te escucho -asiento, esto debía ser rápido-, debo advertirte que debes mostrarme pruebas, mis padres no te creen apta para ser mi esposa -eso es lo que más temía, no poderme casar con él, el título de princesa o futura emperatriz era irrelevante, yo sólo anhelaba su corazón, incluso si tenía que rebajarme a ser una amante-, ¿esas son las pruebas? -señala los sobres en mis manos, las miro y antes de que pueda negar uno de los criados me las quita para entregárselas.
- No, son mis sentimientos más profundos por ti Bénézet, nada más que eso -lo veo comenzar a leer y su rostro cambiar, del desinterés paso a la rabia, ¿había escrito algo que lo había ofendido? Pero antes de que pudiera defenderme gritos provenientes de afuera me pusieron en alerta.
Con sorpresa veo entrar a la viuda Moreau de la casa de Dreux, que era la tutora de Nadine; muy molesta y bastante alterada.
- Su alteza, perdón que interrumpa de esta manera, pero es imperioso que sepa el crimen del que mi protegida ha sido víctima -me giro a verla, por la manera en que me veía, presentía que esto no acabaría bien para mí.
- Creo entender de que habla -lo veo acercarse a mí-, de hecho, creí que serías más inteligente, vaya que me equivoque -me extiende las hojas, las tomo confundida y comienzo a leer, siento mi corazón detenerse con el contenido, en esas hojas explicaba a detalle que haría para deshacerme de Nadine de una buena vez, contrataría a unos hombres para que la secuestraran y la mataran.
- No es así, no hice nada -niego aterrada, era el papel que solía usar y también era muy parecida la letra-, esto no lo escribí yo -mis manos temblaban, en aquellas hojas mencionaba mi total desprecio por Nadine y mi amor enfermizo por él, pero eso no era así.
- Mentirosa, uno de los hombres se arrepintió y la devolvió en mal estado, confeso lo que hizo y lo mandé apresar, los demás han escapado -parecía una madre preocupada.
- Guardias -veo a dos hombres entrar, niego sin poderme mover-, arréstenla -los hombres asienten.
- Por favor su majestad, no es verdad -comienzo a llorar mientras los hombres me toman de los brazos sacándome a rastras de ahí. Me habían llevado a una celda con una pobre iluminación, nada más arrojarme habían cerrado dejándome sola-. Por favor, sáquenme de aquí, soy inocente, ayuda -caigo de rodillas llorando, ¿por qué me hacían esto?
Chillo al sentir el ruido de algo golpear los barrotes, no supe en qué momento me había quedado dormida.
- Vamos -habla uno de los tres soldados, me pongo de pie y camino hacia ellos, no sabía cuántos días llevaba ahí, había sido desesperante y espeluznante.
Dos de los hombres me toman de los brazos mientras otro coloca grilletes en mis muñecas y tobillos, como si tuviese alguna oportunidad de escapar, no había comido nada desde que me llevaron ahí, así que fuerzas no tenía.
Caminaba con dificultad, cada tanto me empujaban para que continuara caminando provocando que trastabillara, esas cosas eran muy pesadas, me limitaba a llorar y suplicar que alguien me ayudará.
Bizqueo cuando salimos de aquel lugar y el sol me da de lleno, sin importarles mi ceguera temporal me empujan para seguir caminando. Una vez que mi vista se acostumbra, noto por dónde caminamos, lo había visto un par de veces con aquellos que eran sentenciados y castigados, las personas se reunían para verme, algunos me gritaban cosas horribles, mi corazón se rompía porque había trabajado hasta el cansancio para aprender y ayudarlos con sus necesidades, me había acercado a ellos y extendido mi mano con los recursos de mi familia, y todo para que creyeran que era mala.
Camino sintiendo que mi alma pesa más que aquellas grilletes. Cuando llegamos a la plaza pública, los emperadores estaban ahí, de reojo vi a Nadine al lado de Bénézet con algunos vendajes y en silla de ruedas.
- Lydie Chevalier de la casa de Marbot, ¿sabes por qué estás aquí? -escucho la fuerte voz del emperador, niego sin levantar la vista del suelo-, se te acusa de intento de homicidio contra la señorita Nadine de Monteil de la casa del vizconde Adhémar, presentando como pruebas unos documentos escritos por tu puño y letra, además de un testigo presencial, sin contar con los incontables eventos que han ocurrido contra ella, ¿cómo te declaras? -comienzo a reír con histeria.
- ¿Y eso importa?, ¿tomará en cuenta mi declaración? Si le digo que no fui yo en ninguna ocasión, ¿me creerá? -alzo la vista y miro a mi familia, luego a mis amigos-. No tengo a nadie que me respalde porque nadie me cree, ni siquiera los tres chicos que conozco desde niños y que creí que me conocían -lloraba, porque todo era muy injusto, no les había hecho nada malo, siempre había tratado de ser amable, considerada y desinteresada con todos, no sólo con mis amigos-. Mi único pecado fue intentar complacer a mis padres, confiar en Adelaine, Rogier y Grégoire de manera ciega, y sobre todo, haber amado a Bénézet hasta el punto de olvidarme de mi misma para convertirme en lo que él, ustedes y el pueblo necesitaban, ¿y para qué? Al final todos me dieron la espalda, así que dé su sentencia, diga que mi vida termina aquí -lo miro sin emoción, ¿me asustaba la muerte? No, porque ya estaba muerta.
- Te sentencio a la horca -camino mirando al frente, altiva como sólo una noble de alta cuna podría. Me subo al banco mientras me colocan la soga al cuello, miro al cielo suplicando clemencia para mi alma, chillo cuando siento el banco ser removido y el aire comenzar a faltarme, ahora sólo deseaba que la muerte fuera rápida.

Me dolía todo, la paliza esta vez había sido brutal, sostenía mi estómago mientras caminaba a casa, sonrío con disgusto al pensar en esa palabra, aquello no era mejor que la escuela, un padre alcohólico y una madre drogadicta que disfrutaban maltr...

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Me dolía todo, la paliza esta vez había sido brutal, sostenía mi estómago mientras caminaba a casa, sonrío con disgusto al pensar en esa palabra, aquello no era mejor que la escuela, un padre alcohólico y una madre drogadicta que disfrutaban maltratarme más que las abusadoras de mi escuela.

Cuando entro suspiro de alivio al ver que no están, voy al remedo de cuarto para ponerme pomada y vendarme, miro la cámara que había robado del club de fotografía y sonrío al ver que si se grabó. Tomo unos cuantos billetes que tenía ahorrado y salgo de casa hacia la biblioteca, ahí había computadoras y podría subir el vídeo, lo tenía todo planeado, sería hermoso.
Tras una hora volví a casa, para mi horror me tope con él en la entrada, sabía lo que venía, justo hoy no me sentía con la capacidad de defenderme, y como si él lo supiera me coge del cabello y me arroja contra la pared, chillo por el dolor e intento mantenerme de pie, entonces su pie impacta contra mi espalda haciendo que vuelva a estamparme contra la pared, el aire abandona mis pulmones y él aprovecha para arrojarme a un lado, caigo de cara maldiciendo, intento pararme pero su pie impacta de nuevo contra mi espalda, toso por la presión, chillo por los golpes que se repiten hasta que siento que algo dentro de mí se quebró.
A la mañana siguiente me fui como todos los días a la escuela con paso lento, cada uno era tortuoso, pero necesitaba llegar.
Al entrar al salón pude ver su mochila, sonrío mientras me acerco a ella y como siempre, ahí estaba su móvil, lo tomo y marco la contraseña para desbloquearlo, lo había visto un par de veces y me la había aprendido. Salgo directo a la azotea, desbloqueo el móvil de nuevo y abro Facebook, ella tenía muchos seguidores lo que me ayuda con mi plan. Hago un en vivo y espero a que varios se conecten antes de comenzar a hablar.
- Buenos días a todos, sé que no soy a quien esperaban ver, pero hoy es una trasmisión especial, vengo a hablarles del acoso que he recibido de parte de su dulce Helena junto a Marine y Annie, seguro las conocen, son el trío inseparable y también el trío del terror, cada día por los últimos dos años me han hecho la vida de cuadritos, desde bromas pesadas hasta golpes, aunque los que tengo en la cara me los hizo el alcohólico de mierda que tengo por padre, bueno, para coronar aquello, una madre drogadicta -sonríe con burla-, pero pronto verán lo que sufro a manos de ellas, quiero agradecer su tiempo y hasta nunca, no me olviden -me acerco a la orilla, por suerte el edificio tenía cinco pisos. Paso la baranda y me sujeto con una mano mientras sigo grabándome antes de arrojarme sin vacilación, me giro y miro directo a la cámara sonriendo, esto sería una bomba, ojalá en otra vida me fuera mejor, me prometía a mí misma que jamás volverían a lastimarme, pienso mientras siento como mi cuerpo impacta con fuerza contra el concreto, había dolido pero pronto sólo sentí frío y mi mente se apagó.

No soy la villana Où les histoires vivent. Découvrez maintenant