Princesa heredera

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Lydie:

Todo había salido como lo había planeado, Nadine y la emperatriz se habían reunido y gracias a mis enseñanzas, habíamos conseguido captar por completo su atención, tenía la esperanza que en el baile del solsticio de verano se anunciara que Nadine sería la princesa heredera.

- Estoy tan emocionada ‒susurro mientras vamos en el carruaje, mi padre seguro pensaba que al ser llamada por la mismísima emperatriz, dejaría de lado los protocolos y me escogería a mí, si tan solo supiera lo que su muy inútil hija tramó, ¿se sentiría orgulloso o bastante furioso?

- También estoy esperando que esta noche me sorprenda ‒le sonrío a mi hermano cómplice, él me devuelve la sonrisa.

- Menos mal te sabes comportar Marienne ‒hago una mueca ante el uso de mi segundo nombre, lo odiaba y pocos sabían de él, esperaba que jamás me llamará así en público o la ignoraría por completo.

- No puedo hacer quedar mal al futuro duque de Marbot, madre ‒miro a mi hermano, lo veo aguantar la risa.

- Más respeto para tu padre, que no he muerto y no pienso dejar el ducado tan pronto ‒me mira fúrico, me encojo de hombros y guardo silencio, quería decirle que eso no sería posible pero hacerlo sólo nos metería en problemas, seguro que intentaría evitar que mi hermano tomase el mando.

Mi hermano aprieta suave mi mano, le sonrío indicándole que estoy bien, por ahora me concentraría en lo bonita que se vería Rosie con aquel vestido rosa que la modista le estaba confeccionando la última vez que fui, el color le quedaba perfecto.

Por mi parte, usaría un vestido azul eléctrico con adornos de flores blancas, tenía dos capas donde caían puntas bordadas con olanes blancos, los hombros iban descubiertos, en medio del pecho donde estaba una rosa blanca, sobresalían a los hombros dos finas hileras de perlas que se juntaban con dos rosas blancas; por lo que me cubría con un pequeño chal, evitando que la pequeña gargantilla de perlas fuera visible, colgaba una lágrima en forma de corazón de color rojo, y mis aretes iban a juego. Me acomodo los guantes por puro nervio, me gustaba usarlos igual que en Inglaterra, aunque mi madre decía que eso no era de señoritas, ahora todas los usábamos y no le había quedado de otra que aceptarlo.

Cuando llegamos Frank abre la puerta y me ayuda a bajar, mi hermano se pone a mi lado en lo que mis padres bajan, caminan frente a nosotros, así que coloco mi brazo en el de él, me sonríe antes de caminar hacia adentro, miraba de reojo en espera de verlos, la verdad es que ya había tenido el placer de ver a Étienne con un traje de gala y esa visión de él me había dejado sin aliento, así que mentiría si dijera que no quiero verlo también.

- Todavía no viene el príncipe azul ‒me susurra bajo, me giro a verlo y tras ver su sonrisa burlona entiendo de quién habla, me pongo roja.

- ¿Tan obvia soy? ‒digo bajo, él asiente sonriendo divertido‒. No debes burlarte de tu hermana, menos de mí que soy una dama ‒le doy un pequeño puñetazo a modo de juego, él ríe.

- Todo es muy obvio Lydie ‒dice suave, estoy por abrir la boca para preguntar a qué se refiere cuando noto que llegamos y nos anuncian.

- Los duques de la casa Marbot ‒gritan mientras nos permiten la entrada, el mayordomo recoge nuestros chales y guantes, la decoración era hermosa, en tonos cálidos. El dorado, el rojo y el naranja eran predominantes.

Nos acercamos a saludar a otros nobles, me dedicaba a sonreír, asentir y decir pequeños monosílabos como respuesta, yo sólo quería que llegaran los gemelos para poder estar a gusto.

Mi cara se ilumina cuando veo a Nadine luciendo un hermoso vestido perla adornado con varias joyas que hacían alusión a la familia imperial, lo que significaba que ella era la elegida, le sonrío con orgullo, ella hace una reverencia con la cabeza.

No soy la villana | #PGP2024Where stories live. Discover now