Angela, con los ojos llenos de dolor y enojo, se soltó del agarre de Sofía y retrocedió, sus manos temblando mientras trataba de contener el torbellino de emociones que la invadía. "No entienden nada", murmuró, su voz apenas un susurro cargado de angustia.

Alejandra, con las lágrimas rodando por sus mejillas, se acercó a Angela con una súplica silenciosa en sus ojos. "Por favor, Angela, muéstrame tus brazos. Necesito saber que estás bien", suplicó, su voz temblando con la emoción contenida.

Angela miró a su madre con una mezcla de dolor y resentimiento, pero finalmente cedió ante la petición angustiada de Alejandra. Lentamente, levantó las mangas de su camisa, revelando los brazos cubiertos de cortes y cicatrices. El silencio que siguió fue abrumador, lleno de dolor y comprensión.

Sofía se quedó paralizada, su expresión transformada en una mezcla de shock y desesperación al ver las marcas en los brazos de su hija. Su corazón se hundió en su pecho mientras luchaba por procesar la magnitud del sufrimiento de Angela.

Alejandra, sintiendo el peso abrumador de la culpabilidad y el dolor, se echó al suelo con un sollozo de angustia. "Felices, nadie puede ayudarme", murmuró entre sollozos, su voz llena de desesperación y desesperanza.

La habitación quedó sumida en un silencio roto solo por el sonido de los sollozos de Alejandra mientras se alejaba, incapaz de soportar el peso abrumador de la situación. Mientras tanto, Angela y Sofía se quedaron allí, abrazadas en un gesto de consuelo mutuo.

Pov Ale.

Las lágrimas corrían por mis mejillas mientras miraba los brazos de mi hija, marcados por el dolor y la desesperación. El silencio que siguió fue abrumador, cargado de la pesada realidad que se había revelado ante nosotros.

Sofía se acercó, su expresión llena de preocupación y comprensión. Extendió una mano hacia mí, ofreciendo consuelo en medio de la tormenta emocional que nos envolvía. Pero el simple contacto solo parecía intensificar el torbellino de emociones que me consumía.

"No puedo evitarlo, Sofía", murmuré con la voz ahogada por el dolor y la culpa. "Siento que he fallado como madre. Juré proteger a nuestra hija del dolor, pero aquí estamos."

Sofía me miró con tristeza en sus ojos, su mano aún extendida en un gesto de apoyo. "Alejandra, cariño, no puedes culparte por lo que está pasando. Estamos enfrentando esto juntas, como una familia."

Pero mis pensamientos seguían dando vueltas en círculos, atrapados en un remolino de autoacusación y desesperación. "Pero ella está haciendo lo que siempre prometí que no pasaría. Está repitiendo mis propios errores, y no puedo soportarlo."

Las lágrimas seguían fluyendo, mi corazón sintiéndose cada vez más pesado con el peso del fracaso. Me alejé de Sofía, incapaz de soportar su compasión en ese momento, sintiéndome como si estuviera atrapada en un oscuro abismo de desesperanza.

Con un suspiro de resignación, me dirigí hacia la puerta, mi voz apenas un susurro cargado de derrota. "No sé qué hacer, Sofía. No sé cómo ayudarla."

Y con esas palabras, me alejé, dejando atrás a mi hija y a mi pareja, luchando contra la tormenta emocional que me consumía. En ese momento, me sentía como si estuviera perdiendo la batalla más importante de mi vida, y no sabía si alguna vez encontraría una salida de la oscuridad que me rodeaba.

Pov Ángela.

Nunca había discutido con mis madres , Pero hoy fue diferente.

Últimamente estada muy deprimida por qué may estaba un poco distante , sus padres se habían enterado de lo nuestro y no estaban muy felices.

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