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Pov. Yui

De brazos cruzados, le enarco una ceja al chico frente a mí.

— Hiro, ¿cierto? — asiente dócilmente — ¿Cómo es que conoces a Jeon?

— ¿Cómo es que lo conoces tú, Luna?

Me río, irónicamente.

— Cielo, la "p" en mi nombre es de paciencia, y por eso no está allí.

Volteo cerrando la puerta de la habitación. Si uno de los dos va soltar la  sopa, va a ser él. ¿Dónde ha quedado el caballero de brillante armadura? Ahora no lo veo.

— Me quedó claro que ustedes dos ya se han visto antes — hablo a la vez que camino con lentitud en su dirección, posicionándome frente a él nuevamente — ¿Me dices?

— ¿Qué gano con decírtelo?

Pues sí, definitivamente todos los hombres son iguales, ninguno se escapa.  Deberían venir con treinta segundos de trailer para saber en qué se va a meter una. Porque la lealtad es difícil de encontrar, la confianza es fácil de perder y las acciones hablan más que las palabras.

Creo que va siendo tiempo de no aceptar más vínculos confusos en mi vida. Quiero todo claro, recíproco, genuino y constante, no hay de otra.

¿Se puede extrañar a una persona y al mismo tiempo no querer verla nunca más?

Pero ¿por qué carajos sigo pensando en el dichoso pintorsito?

¿Me gusta?

No, no me gusta. Me atrae y mucho, demasiado.

Todo ésto es muy confuso y necesito aclararme antes de decir hacer algo al respecto.

— Depende de qué tipo de historia estamos hablando — le digo con seriedad.

— Una muy larga y tediosa — responde con burla tomando asiento en el borde de la cama de sábanas rojas.

Mirar allí me hace recordar lo que sucedió unas noches atrás.

— Tengo todo el tiempo del mundo, tú dirás.

— Bien.

¿Se puede tener tanta mala suerte en un día?

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¿Se puede tener tanta mala suerte en un día?

¿Cómo no puede haber un maldito taxi a las nueve de la mañana de un sábado? Esto debería escribirlo en la lista de cosas que solamente le pasan a Nakamoto Yui.

Anoche luego de que Hiro me contara todo tomé una decisión, una demasiado importante. Eso conlleva contarle a cierto pelinegro que soy Luna y lo más importante, hacerle saber que ese bebé que espera no es suyo. Si todo sale como lo he planeado no hay nada que pueda salir mal. ¿Cierto?

Esa estúpida rubia, la tal Lisa, va a saber con quién se ha metido.

Es increíble la facilidad con la que me enteré de todo, yo no decidí ser detective, la vida me eligió a mí.

— ¡Maldición! ¡¿No hay un puto taxi en todo Seúl?! — rujo perdiendo la paciencia.

Una mujer a mí lado le tapa los oídos al niño junto a ella y me da una mirada suspicaz. Me encojo de hombros mirando uns vez más la avenida en busca de mi medio de transporte.

— ¡Rubia, te llevo!

— ¡Oh, Dios! Te amo Taehyung.

Mis plegarias han sido escuchadas. El auto del castaño es aparcado y no dudo en correr hacia el y montarme. ¡Jesús! La ansiedad me está matando.

— Llévame a ver a Jungkook.

— Buenos días, al menos — bufa el chico poniendo los ojos en blanco.

— Es de vida o muerte, así que por favor piensa que estás en una peli de Rápido y Furiosos y acelera — le apuro.

— ¡Uff, me gusta tu espíritu!

De un acelerón arranca el auto haciéndolo rugir maravillosamente. El tiempo para mí se ha paralizado y me suda el cuerpo entero.

El me va a escuchar. ¿Verdad?

Necesito que me escuche.

— Hace dos días que no follo.

Arrugo la frente al escuchar la confesión del chico al volante.

— ¿Por qué me lo dices a mí? — espeto con extrañeza.

— Porque necesito un favor — contesta con una sonrisa malévola, eso no significa nada bueno.

— ¿Por qué todos los hombres piden favores? — chillo perdiendo la paciencia — No vamos a follar, Taehyung, si quieres pídele ayuda a Manuela.

— ¡Oye yo tampoco quiero follar contigo!

— ¿Entonces?

— Sí no quieres que te deje tirada aquí mismo, consígueme una cita con Solar.

— Eso es chantaje — le grito — Además no la soporto, no sé qué le ven.

— Me gusta.

— Ajá.

— ¿Trato? — me da una mirada rápida.

— Vale, pero apúrate un poco más.

Tras unos minutos en silencio el castaño vuelve a hablarme.

— ¿Quién es Manuela?

— ¿Quieres dejar de joder? — le espeto.

Necesito comprar un auto santo cielo. No es plan pedirle aventón nuevamente a Kim Taehyung. Mira como me ha sacado de quicio en tan solo un momento.

No dejo que Tae aparque completamente cuando vislumbro el edificio donde está el apartamento de Jungkook. Salgo como alma que lleva el diablo, dispuesta a contarle todo. Se va a alegrar, bueno al menos de una parte. De mi mentira por supuesto que no, eso lo sé, por eso estoy tan nerviosa porque no sé cómo va a reaccionar a esa parte de la historia.

Cuento los pisos a medida que subo en el elevador, el nudo en mi estómago creciendo a medida que me aproximo a su piso.

Las puertas metálicas por fin son abiertas y me acerco a paso decidido a su puerta. Aprieto mis manos en puños armándome de valor para enfrentar la situación.

Toco el timbre, una, dos, tres y hasta cinco veces, pero no abre.

— ¿No está?

La pregunta a mi espalda me hace chillar y pegar un brinco, espantada.

— ¡Maldición Taehyung, me asustaste!

Es un momento el que volteo a ver al chico, cuando escucho la puerta ser abierta. Se me dibuja una sonrisa por fin.

Pero no es Jeon quien ha abierto.

Lisa nos recibe toda despeinada y con una remera, que obviamente es del chico al que buscaba.

— Hola, Lunita — me saluda con sorna.

¿Cómo se enteró?

— ¡Ay, no! — murmura mi amigo.

— ¡Ay, no! — murmura mi amigo

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⏰ Son güncelleme: Mar 24 ⏰

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SEVEN +18 // JEON JUNGKOOK; BTSHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin