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Las cosas eran extrañas para él desde que Erick y Joel hablaron ese día después del partido, o incluso, cuando él felicitó a Pimentel en este mismo, o tal vez

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Las cosas eran extrañas para él desde que Erick y Joel hablaron ese día después del partido, o incluso, cuando él felicitó a Pimentel en este mismo, o tal vez... cuando se chocó con Zabdiel  momentos antes de ver a Clarisa. Todo cambió desde ese día, hizo cosas que no creyó poder hacer.

Vivió... vivió libre y sin preocupaciones, libre y sin temores, negándose a pensar, negándose a recordar el pasado que le aterraba, negándose a dejar pasar la oportunidad... de sentirse bien consigo mismo y con las personas a su alrededor.

Un miedo, un trauma, no se cura de la noche a la mañana, no se presiona, no se obliga para que se supere. Todo requiere tiempo, perseverancia y decisión. Christopher puso todas esas, pero, agregando un toque único, en su camino a su felicidad se deshizo de su mente, de sus pensamientos, se deshizo de aquella voz en su cabeza, esa voz lastimera y rencorosa, esa voz aterrada de la vida. La dejó atrás.

Pensó que no volvería a escucharla, pero se equivocó, ella volvió esa noche en la fiesta, cuando Zabdiel descubrió sus esencias.

Ciruela y... miel.

Aquella voz escalofriante apareció en su cabeza, gritando con estruendo, mareándolo, asustándolo. Pero a pesar de que lograba escuchar todos aquellos pensamientos negativos sobre la situación había alguien que lo sorprendió, alguien que no se quedó callado esta vez y que no aceptó aquellas afirmaciones de su cabeza y que aulló sobre ellas para tratar de alejarlas.

Su lobo y él no eran tan cercanos, compartían pensamientos en común de vez en cuando y era raro de que hablaran entre ellos, pues desde aquella tarde cuando tenía doce años su lobo durmió en silencio en su interior, no queriendo abrir los ojos, no queriendo ver de nuevo el exterior, y hablando solo si algo llamaba su atención. A Christopher le aterró por un tiempo de que su lobo nunca más quisiera despertar, pero este mostró mejoras con el pasar de los años, estando más presente en su vida pero siendo solo un espectador.

Eso claro, hasta que llegó Zabdiel.

En la fiesta, luego de salir de la habitación de Zabdiel su lobo no dejó de aullar por ayuda para el Alfa, preocupándose porque este estuviera sufriendo por el celo en vez de concentrarse en que él también lo estaba, y adelantado incluso.

Fue desconcertante porque a pesar de que su vientre dolía y sentía la humedad en su trasero, una parte de él seguía ansiosa por saber qué ocurriría con Zabdiel.

Esa preocupación no cesó, incluso ahora, dos días después de la fiesta y con su celo aún en la cúspide. Para ese entonces se supone que su celo ya debería estar más controlado pero no parecía ser así, estaba adolorido... y necesitado.

Pero más extraño que eso... seguía pensando en Zabdiel y eso no lo dejaba descansar, porque en una situación como esta, donde pensaba solo en satisfacerse, preocuparse por Zabdiel cambió su rumbo a necesitar de Zabdiel.

Soy Omega [Adaptación]Where stories live. Discover now