Penumbra invernal.

08. Festín de sombras.

──Feryal.

El rey demandó la atención de sus pensamientos.

Siseos despertaron para envolverla, hasta entonces ella notó las sombras que danzaban en la habitación, como volutas de humo o verdugos con parcas listos para atacar.

La presencia de las sombras parecía tener a los sirvientes nerviosos.

──Diles que se vayan ──La voz salió áspera, muy débil, su pecho se hinchó por el esfuerzo de pronunciar las palabras.

Feryal asintió, acariciando el rostro pálido y frío del rey, sin entender si él se refería a los sirvientes o a sus verdaderos súbditos, las sombras.

──Mandé a llamar a Savina Vatory, ella es una curandera en su tierra, sabrá qué hacer.

El tono grisáceo de la piel del rey se profundizaba debajo de sus ojos negros.

──Retirense de la habitación, démosle al rey privacidad ──ordenó el comandante antes de dirigirse a la reina──. Estaré en la puerta.

Cuando estuvieron solos, Lysander comenzó a toser con tanta fuerza que Feryal tuvo que trepar a la cama para acomodar su almohada, le dejó la cabeza más erguida para ayudarle a respirar mejor.

──¿Necesitas algo más?

El rey la miró a través de sus párpados pesados, apenas despierto.

──¿Cómo estuviste… tú? Estos días.

Ella se conmovió ante la preocupación de su rey, y apretó las manos entre las suyas.

──Bien, y estaré mejor cuando te recuperes.

Él sonrió, apenas un rayo de sol antes de que comience la larga noche.

Feryal se recostó a su lado, teniendo mucho cuidado de no apoyar su peso sobre el cuerpo débil del rey.

Las sombras se habían escondido, dejando la habitación limpia de oscuridad.

Ella se preguntó si era un buen presagio.

Lysander Sinester cerró los ojos, y no volvió a abrirlos hasta tres días después.

II

──Deben dejar que se alimente.

Savina Vatory contemplaba al rey dormir desde los pies del lecho, a su lado, la reina Vedasto se sentía profundamente miserable.

¿Cómo podía ser tan inútil frente a la convalecencia de su marido?

──No puede comer nada, el comandante Sinester dijo que apenas probaba cinco bocados de sopa los primeros días.

──No, no para él, para ellas ──La joven señaló las sombras que revoloteaban sobre el dosel.

──No entiendo…

──Las sombras cuidan de Lysander, él agotó todas sus energías en batalla ──explicó Savina con paciente elocuencia──. Ahora deben volver a alimentarse.

──¿Cómo?

Feryal no alejó los ojos de la cama, se concentró en no mostrarse impresionada con la respuesta que fuera a recibir.

──La verdad… eso me gustaría saber ──respondió al fin──. Tengo algunas teorías, pero no se sabe mucho de los Raguen en general, menos de la familia Sinester, quizás beben sangre, quién sabe.

──Lysander no es un anima.

Le cortó de forma directa, había crecido con esa clase de leyendas, no te acerques al bosque porque hay animas, toman las formas más extrañas y beben la sangre de viajeros incautos.