-¡Lena espera! - fue lo último que escuche antes de sumergirme por completo.



Nade hasta lo más profundo. Me recibió un hermoso arrecife de coral rojo brillante en el fondo, mismo que mantenía iluminada las aguas. Los peces nadaban a mi alrededor y algunos, aunque sueñe extraño ... parecían hablarme. Estaba maravillada con ellos hasta que esa hermosa paz fue interrumpida por un enorme estruendo. Escuche algo parecido a un golpe, la arena dentro del mar causo a lo lejos una masa gris que me impedía ver lo que sucedía, intente acercarme para ver más de cerca, pero los peces que venían de esa dirección hacia mi me bloquearon el camino por completo, algunos chocaban con mi cuerpo. Nadaban aterrados, eso era seguro. Huían de algo, y yo me estaba acercando a eso.



O al menos intente acercarme hasta que la masa gris de arena pareció expandirse más y una mano me jalo hacia un costado. La masa gris se expandió hasta el arrecife, y aunque todo era confuso vi algo parecido a un cuerpo humano estrellarse contra una roca gigante. Van quien me había jalado hacia él, no perdió tiempo y me arrastro hasta llevarme detrás de una roca lo suficientemente lejos de aquel eminente problema. No me resistí, pero si asomé parte de mi cabeza detrás de la roca para ver que estaba pasando, Van hizo lo mismo detrás de mi.



El cuerpo que se había estrellado contra la roca ahora estaba apoyado en ella sosteniéndose las costillas. Ya puedo dejar de decir cuerpo, porque claramente esta vivo, y al parecer es un hombre. Otro estruendo se escucho, y esta vez vi un rayo azul parpadeante estrellarse contra el arrecife.




Cambie de dirección mi mirada hacia de donde había provenido el rayo. Y lo que vi fue a ¿una sirena? Si, sin duda lo era, su majestuosidad, su enorme cabellera roja, las perlas sobre su cabello, la forma de su cuerpo, vestuario que terminaba en una cola dejaban en claro lo que era. Aunque la masa gris de arena me impedía ver con claridad, logre ver que su cola era de un turquesa brillante, y que en una de sus manos sostenía una especie de báculo mágico, mismo con el que debió lanzar el rayo de hace un momento.



-Vamos Karina, sabes lo que quiero. De nada te sirve pelear, sí de todas formas morirás en mis manos- la voz de una mujer retumbo en las intranquilas aguas. Pero aquella voz, no era la de la sirena, era la de otra mujer.



-Pelear es lo que me mantiene con vida a mi y a mi pueblo, si muero un día, solo será a manos de quien este a la altura de mi muerte, a quien le debo la vida- esta vez contesto la sirena.



Entonces la masa de arena se disolvió y pude ver con claridad. La sirena estaba hablando con una mujer de cabello mitad negro, mitad rojizo. Estaba vestida completamente de negro, y en su mano portaba una especie de daga de la cual brotaba una notoria aura negra, como si la daga misma emanara tal energía sombría. Lo que me hace pensar que esos no son humanos cualquiera.



-Oh que sentimental eres- escuche una nueva voz unirse a la conversación. Era el chico que choco contra la roca, de a poco estaba acercándose a la chica vestida de negro- ¡Ugh! - dio una especie de jadeo enderezando su espalda exageradamente- casi me conmueves. ¿Pero que crees? No lo lograste.



Volvieron a atacar a la sirena cuyo nombre asumo es Karina. Me refugio detrás de la roca, pues la masa de arena ha vuelto a bloquear mi visión. Observo a Van y noto que esta reteniendo el aire en su boca, observo su cuello y no trae branquias, obviamente no esta respirando. Pongo mis manos sobre sus orejas y las cambio por branquias. Suelta todo el aire retenido, y me observa con clara molestia.



-Lo siento, lo siento ¿estas bien? - le susurro preocupada.



-Ves lo que causan tus imprudencias. Pudiste haber quedado atrapada en medio de ellos- me espeto en un susurro.

Sunland ¿Una princesa de la realeza?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora