10: Campamento [Parte 1/2]

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—¡Ox, apurate o Rico ocupará tu lugar! —le gritó Gordo a lo lejos.

—¡Que ni se le ocurra o lo mato! —gritó Ox, agarrando la leña y corriendo hacia donde estaban sus amigos. Allí, al parecer, Gordo les estaba preguntando a los Bennett qué demonios hacían ahí.

—Venimos a acampar —respondió Thomas, señalando las bolsas y carpas detrás de él.

—Se les otorgará una cabaña —dijo Ox con bastante burla, viendo que a Gordo le había dado un ataque de risa—. Hola, Robbie —saludó al niño—; espera un ratito mientras nos acomodamos. ¡Rico, quedate quieto, yo me pedí la cama de arriba!

—¡Soy el mayor! —se quejó Rico afuera de la cabaña.

—Mayor, pero sigues sin pareja —se rió Tanner.

—Tú tampoco tienes pareja, idiota. —Rico se tiró sobre él empezando una pelea.

Gordo suspiró al ver eso, mientras ayudaba a Ox a acomodar la leña.

—Trajimos las carpas para nada —se quejó Carter, mientras se acercaba a las cabañas.

Mientras tanto, Joe entró a la cabaña de los del taller para buscar a Ox, viendo que éste peleaba con Rico sobre su cama.

—¡Este lugar es mío, hijo de puta! —reclamó Ox, siendo golpeado por una almohada. Gruñó y se la tiró a Rico, comenzando una pelea.

—¿Con esa boca besas a tu mamá? —se burló Rico, mientras una almohada lo hacía caer de su lugar.

—Dejate de joder —le dijo Ox—. Dile algo, Gordo —le dijo al verlo, viendo que el brujo los miraba desde la puerta tapándole los oídos a Joe.

—Dejen al niño pequeño tranquilo —dijo Gordo, siendo derribado por Ox.

—Linda ayuda, Gordo —le dijo éste.

—Hoy a la noche vas a ver, Oxnard —amenazó Tanner: le había pegado a él también.

—Quiero verlos intentando…, viejos —se burló Ox, logrando que los cuatro le tiraran almohadas y empezaran una verdadera guerra.

Robbie y Joe observaban interesados, mientras los demás Bennett se acomodaban en la cabaña 13.

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—Gordo —lo llamó Mark por lo bajo, mientras subían una colina un rato después, luego de acomodar todo.

—¿Qué? —le preguntó Gordo, algo cortante y mirando al frente, donde Ox ayudaba a Joe a subir a las piedras. Gordo hizo lo mismo con Robbie, quien no podía por la altura de las mismas.

—¿Qué suelen hacer? —les preguntó Robbie, sonriendo, de la mano de Gordo.

—¿Desde cuándo hacen esto? —le preguntó a su vez Mark, mirándolo. Aunque por hacer eso, no vio el camino, se tropezó y casi se cayó.

Gordo lo agarró del cuello de la ropa arrastrándolo, sin importarle el hecho de que el lobo se queje de que la nieve se metía en sus pantalones.

—Esperen un momento —susurró Gordo deteniéndose—. Vean a Ox.

Ox estaba cantando una canción, aunque la última sílaba la gritó, ya que Gordo se acercó y lo empujó, haciéndolo deslizarse.

—¡Ya vas a ver, Livingstone! —le gritó Ox mientras esquivaba los árboles con la patineta.

—Ja, extrañaba hacer eso —se rió Gordo—. Desde niños, la madre de Tanner nos traía y fue ella quien nos enseñó a esquiar. —Vio que Robbie temblaba un poco. Era un lobo, pero tenía frío.

Gordo se quitó su campera y se la puso al niño. Le quedaba gigante, pero tanto a Gordo como a Mark le pareció lo más lindo del mundo. El otro lobo quiso darle su campera a Gordo, quien la rechazó.

—¡Yo quiero hacer eso! —chilló Robbie, al ver cómo saltaba Ox en la patineta. Joe también quería y también lo demostró.

—Tal vez cuando crezcas más, esto es un deporte extremo y no es muy seguro para un niño —le dijo Gordo revolviendo su cabello.

—¡Tengo 11! —chilló Robbie.

Pero como Gordo se deslizó colina abajo, no escuchó lo que dijo su lobito.

—Yo quiero —chilló Joe haciendo puchero, al igual que Robbie.

—¡Miren lo que encontré! Los dan gratis. —Carter apareció con dos trineos lo suficientemente grandes para un adulto.

—Está bien; sube —le dijo Mark a Robbie, ya que al ver su mirada no se podía negar.

—Joe, Kelly, vengan. —Carter llamó a sus hermanos, quienes se subieron al trineo. Ox los miraba sonriendo.

Mark miró hacia el trineo de sus sobrinos, y vio que Ox, al lado de ese trineo, sonreía al escuchar la risa de Joe.

—¿Desde cuándo haces esto? —le preguntó Joe a Ox.

—Desde los doce —respondió Ox, mientras terminaban de caer. Se acercó corriendo a una de las rampas y saltó.

Dio varios giros, hasta caer para luego llegar a la base, todo sin caerse.

—¿Qué les pareció eso, viejos? —les dijo a los del taller, que lo miraban con la boca abierta.

—Esto es divertido —sonrió Gordo un rato después, sacándose el casco, ignorando que llenó de nieve a Thomas, quien estaba detrás de él—. ¡Hazlo, Ox! —le gritó.

Joe miró impresionado a Ox, quien saltó una rampa, inclinando un poco la patineta. Si bien su intención era caer de pie, y de paso no hacer el ridículo delante de la manada Bennett, calculó mal y empezó a rodar apenas cayó.

—Mierda —murmuró Gordo, pero Rico se desvió, creando una pared de nieve para que Ox choque contra ella, lo cual hizo—. Buen trabajo, Rico —le dijo, chocando los cinco con él cuando pasó por su lado.

—¿Alguno anotó la patente? —preguntó Ox, tirado en la nieve y mareado. Joe intentó correr hacia él, pero Mark, viendo que probablemente Gordo se encargaría, no lo dejó.

—No debería reírme —comentó Gordo, mientras se reía al acercarse a Oxnard—. Será mejor que te saquemos de la nieve —dijo dándole suaves golpes en la cara.

—¿Por qué hay dos Gordo? —preguntó Ox todavía mareado.

Gordo agarró una pala y empezó a quitarle la nieve a Ox, tirando la misma hacia Thomas, volviéndolo a llenar de nieve.

—¿Es en serio? —le dijo Thomas, gruñendo, mientras su familia empezó a reírse a carcajadas.

—Sinceramente, ni te noté —le dijo Livingstone. Tiró la pala hacia el Alfa (quien le gruñó desde lo profundo de su garganta), y sacó a Ox de la nieve, quien se tapaba la cara con un brazo—. Lo hiciste bien —le dijo al chico.

—¿Bien? —le preguntó Oxnard—. Rodé por la maldita colina. Menos mal que no comí nada.

Volver (Green Creek)Where stories live. Discover now