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Katniss.

El tonto gato perseguía la luz de mi linterna a donde fuera que yo la moviera, causando la risa de todos los que lo observábamos.

El refugio se había quedado sin luz hacia un rato, las luces de emergencia eran lo único que nos alumbraba, y nuestro único entretenimiento era ver como un molesto gato trataba de atrapar la luz con sus patas.

—Katniss— la voz del tal Lion, el chico de cabello naranja que estaba siempre detrás de Emily, hizo que me detuviera— ¿Crees que puedas venir un momento?.

Observé al animal una última vez tratando de trepar la pared en búsqueda de su objetivo antes de apagar la linterna, dársela a Prim y ponerme de pie.

—¿Qué sucede?— lo miré atenta.

—Es Emily— me informó.

Suspiré comprendiendo.

Había visto a Emily ingresar al refugio en el momento en el que yo salía a buscar a Prim, quien había regresado por su mascota. No tuve tiempo en parar para saber como se encontraba, sin embargo, recordando el estado en el que había quedado tras ver a Finnick en aquella pantalla, no me sorprendería que se encontrara mal.

Y la comprendía por completo, después de todo, Peeta estaba de la misma forma.

—¿Dónde está?.

El chico me hizo una seña para que lo siguiera.

Caminamos por unos minutos hasta encontrarnos en uno de los extremos más alejados, en el que casi no había nadie.

—La traje aquí para que estuviera tranquila— me hizo saber Lion, quien señaló la cama más alejada del lugar— No ha dicho nada.

Mis ojos se posaron en la persona que estaba envuelta en la oscuridad, sentada en una esquina de su cama, con ambas piernas pegadas a su pecho, rodeando éstas con ambos brazos y su vista fija en algún punto invisible del colchón.

Me recordaba a la vez que la había visto tras nuestro rescate de la Arena del Vasallaje, perdida en sus pensamientos.

—Ha estado así desde que llegó— murmuró el chico a mi lado, observándola con tristeza, como si se sintiera impotente al no saber que hacer por ella.

—Está bien— le dediqué una pequeña sonrisa tratando de calmarlo— yo me encargo.

El asintió no muy convencido.

—Cualquier cosa, estoy por aquí—señaló una cama cercana antes de irse a ella y sentarse, aún con la vista fija en Emily.

Me acerqué a la morena lentamente para no tomarla por sorpresa.

—Hola— susurré, causando que elevara su cabeza hacia mi— ¿puedo sentarme?— señalé el lugar junto a ella.

Emily asintió, bajando sus piernas para dejarme más espacio, y abriendo su mano, pude ver un anillo en ella.

—Snow está usando a Finnick para castigarte— hablé— Los usa para burlarse, no lo entendí hasta ahora jugando con ese estúpido gato.

Emily suspiró antes de hablar.

—Luego de tus juegos, creí que tu romance con Peeta era solo la forma que habías encontrado para sobrevivir a ellos, tu estrategia— habló mirándome fijamente— pero cuando veo cuanto te afecta el estar lejos de él, me recuerdas a mi, y se que te juzgué mal, porque aunque todo comenzara como un cuento, en algún momento se volvió real, tú lo amas— sonrió levemente de lado— Aunque aún no te hayas dado cuenta de ello.

Sopesé sus palabras por unos segundos.

—¿Cómo lo soportas?— le pregunté finalmente sin negar o afirmar nada de lo que ella había dicho.

Los Juegos del Hambre: Siguiendo al SinsajoWhere stories live. Discover now