Capítulo 6

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Abro mis ojos pesadamente y me coloco bocarriba. Estoy tumbada en el suelo, viendo las estrellas y la luna llena iluminar el cielo desde lo alto. Frunzo el ceño y me siento, haciendo que unas piedrecitas se me claven en las palmas de mis manos.

Estoy en la calle y puedo ver mi casa a lo lejos, así que echo a andar. Parece como si estuviese en una cinta de correr ya que doy un paso y apenas me muevo hacia delante. Empiezo a correr, intentando llegar a mi casa pero solo empeoro las cosas.

Escucho un crujido y me paro en seco, dándome la vuelta. Veo un par de ojos brillantes, plateados en la penumbra, escondidos entre unos arbustos.

Me acerco, curiosa, y oigo cómo el animal gruñe. Estoy a dos metros de él cuando salta a por mí.

Es grande, muy grande y me llega a tirar al suelo. Sus dientes se clavan en mi costado mientras yo grito, pero nadie me oye. Me agito pero no me suelta, más bien desgarra todavía más mi piel, causándome más dolor.

Las lágrimas saltan y empiezo a sollozar mientras pido ayuda. El animal me suelta y yo aprieto mi mano contra la herida. Me arrastro por el suelo, intentando llegar hasta mi casa pero algo me golpea haciéndome dar una vuelta en el suelo. Suelto mi costado y con ambas manos me paro a mi misma de seguir rodando por el suelo, dejando una huella de sangre en la carretera.

Lo escucho acercarse a mí y el miedo vuelve, junto con más lágrimas y dolor. Gimo y me hago un ovillo en el suelo, cerrando los ojos con fuerza esperando que todo acabe de una vez.

Puedo sentir su respiración en mi cara, pesada. Su aliento huele a sangre, mí sangre. Me encojo todavía más y regueros de lágrimas caen sobre mis mejillas.

La criatura gruñe de nuevo y un gritito aterrado sale de mí. Puedo sentir cómo se acerca y yo murmuro plegarias, no quiero morir.

Mis ojos se abren haciendo que mis pestañas revoloteen y lo primero que veo e su hocico, totalmente escarlata. Subo la mirada con la respiración agitada hasta llegar a sus ojos.

Dicen que no se debe mirar a los ojos a un animal, que se lo toman como una amenaza pero no pude resistirme a observar una última vez aquellos plateados ojos.

Me devuelve la mirada, igual de intensa que la mía. Nos quedamos así por lo que parecen horas y entonces sus ojos parecen cambiar poco a poco de color. Frunzo el ceño, sintiendo mi corazón en un puño y este salta cuando observo unos orbes verdes demasiado familiares.

Las lágrimas salen a borbotones de mis ojos y el animal gruñe, contrayendo sus labios para enseñar los afilados dientes. El terror me colapsa por completo al ver cómo echa su cuerpo hacia atrás, encogiendo las patas traseras y saltando en mi dirección.

Grito lo más fuerte que puedo, esperando a que sus dientes se claven en mi carne pero nunca pasa.

(...)

Tapo mis ojeras con maquillaje pero mis grisáceos ojos siguen igual de rojos que cuando me desperté.

Creo que nunca lo he pasado tan mal en mí vida. De verdad pensé que me iba a morir, se sentía todo tan real.

Suspiro, guardando las cosas en uno de los cajones del baño. Me quedo apoyada en el lavabo unos minutos con los ojos cerrados reviviendo aquella horrible pesadilla que no para de repetirse en mi cabeza una y otra vez. Una punzada de dolor me asalta en el costado y hago una mueca, mordiéndome el labio. Me levanto la camiseta y vuelvo a echar un vistazo a la herida.

Sigo sin saber cómo es que conseguí hacérmela sin despertarme del dolor.

Me había despertado con los gritos de mi madre, diciéndome que bajara a desayunar. De mis ojos no paraban de salir lágrimas y un dolor sordo atacaba mi costado. Cuando me puse en pie, tenía la ropa de ayer manchada de sangre, junto con las sábanas y cuando me eché un vistazo a la zona afectada vi toda la piel rasgada, sangrando.

Forbidden CreaturesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora