Capítulo 43: Buen provecho

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Jungkook alza sus cejas para decir:

—Estoy seguro que a él no, Yoongi.

La mañana siguiente continúan estudiando sin descanso, solo que sin la compañía de Jungkook, quien salió a desayunar con su madre.

Taehyung hace rayones en una hoja de papel y gana miradas cargadas de curiosidad de sus «nuevos» amigos. Lo miraban como si fuera algo sacado de otro mundo, solo por no subrayar como idiota al igual que ellos.

—¿Qué es tan interesante? —inquiere con seriedad.

—Lo raro que eres —murmura Jimin.

Taehyung deja el lápiz rojo en la mesa y suelta una risa burlona.

—¿No tienes espejo en tú casa? —pregunta con frialdad.

—¿No te enseñaron a guardar silencio en tu casa? —responde Jimin mordaz.

El chico esboza una sonrisa sardónica, y dice:

—¿Tus niñeras lo hicieron, Jimin?

Para la buena suerte de todos, en ese preciso momento Jungkook hace acto de presencia, con una bonita y tranquila sonrisa. Taehyung fulmina con la mirada a Jimin cuando ve a su novio, exigiendo tan solo con el gesto que guarde silencio para no amargar el mal humor del chico. Su amigo —no amigo, casi amigo— refunfuña algunas groserías mientras recuesta su cabeza en el hombro de su novio.

—Buenos días, mis queridos amigos —saluda el pelinegro—. ¿Por qué esas caras tan largas?

—Jimin y Taehyung estaban discutiendo —replica Hoseok al instante.

Jungkook desvía la mirada a su novio, quien niega de inmediato las palabras del chico.

—Eso es mentira.

El pelinegro sabe que es verdad.

—¿Cómo te fue con tu madre? —indaga para distraer la atención.

—Bastante bien —replica Jungkook con simpleza—. ¿Por qué estaban discutiendo ustedes dos?

Jimin pone los ojos en blanco y golpea la pantorrilla de Hoseok por debajo de la mesa. O eso cree, porque Taehyung es quien se queja del golpe.

Yoongi rompe en unas fuertes carcajadas al ser la única persona que nota lo que acaba de pasar debajo de la mesa.

—Jimin le dijo raro a Taehyung por sus esquemas al estudiar —Seokjin habla.

—Oh —murmura Jungkook—. Yo opino lo mismo.

Taehyung pone los ojos en blanco y vuelve su atención a sus esquemas desordenados, pero que para él tienen todo el sentido del mundo.

Y así es como terminan la semana.

El tiempo pasa tan rápido, que en un pestañeo se encuentran en el término de las campañas electorales, día que se celebraría la cena de su madre. Se ponen sus mejores prendas en el apartamento de Jungkook, ayudándose mutuamente con las corbatas a juego que deciden llevar, a pesar de la diferencia de sus trajes.

Esperan juntos la limusina mientras ríen con los melosos mensajes de Jimin y Namjoon en el grupo de chat que mantienen entre los siete —les había pasado lo mismo que a ellos hace varios días atrás—, y este se llena de burlas.

Esta vez la diferencia entre ellos es notoria, porque Taehyung se sienta prácticamente en el regazo de Jungkook de lo cerca que se encuentran en sus asientos. Si no fuera por el hombre a unos metros de ellos, el chico se hubiera sentado arriba. Totalmente lo opuesto a unos meses atrás, donde Jungkook bebía botella tras botella de agua por la tensión entre ambos.

Al llegar, son recibidos igual que las otras veces, solo que ahora se dan algunos besos sin que se los pidan a gritos. Y cuando la broma de la corbata salta, ambos miran con desprecio al hombre que la dice. Esa era una broma que debió de quedar entre ellos, pero... esa maldita filtración.

Sin esa filtración nada hubiera comenzado.

O quizás sí, pero de otra forma.

—Si la filtración no hubiera ocurrido, ¿crees que estuviésemos juntos? —indaga Taehyung en su oído.

Los gritos de los camarógrafos parecen salir de su burbuja de amor en ese instante.

—Por supuesto —replica Jungkook casi con indignación—. Después de matarnos mutuamente, eso ambos lo sabemos. Yo no creo mucho en el destino y esas cosas, pero... ¿quizás?

Taehyung esboza una gran sonrisa antes de atacar los labios de Jungkook en un beso.

A los periódicos y foros de internet les fascinará la escenita.

Cuando finalmente logran entrar al recinto, son envueltos rápidamente por un abrazo de la presidenta del país. Taehyung se tensa unos segundos al sentir los delgados brazos de la mujer en su cuerpo, pero después se deja llevar. A pesar de que no le agrada demasiado la mujer, sigue siendo la madre de su novio, y la tendría que soportar unos buenos y largos años, o eso esperaba.

Espera con paciencia que la mujer termine de abrazar a su novio, y esboza una sonrisa cargada de diversión al ver las marcas de los besos en las mejillas de Jungkook gracias al labial de la presidenta. Debe usar la manga de su traje carísimo de París —exclusivamente del ropero de su novio— para borrar las marcas rojas.

Toman asiento en la misma mesa de la mujer —lo que les sorprende un poco, porque en todos los eventos anteriores solían quedan con personas desconocidas, debido a que la presidenta siempre elegía tomar asiento con ministros o gente importante del país— y esbozan tímidas sonrisas a única persona, aparte de ellos, que toma asiento en esa exclusiva mesa; la ministra de igualdad de género y familia, una fiel amiga de la mandataria.

Las mujeres parecen poner toda su atención en los más jóvenes de la mesa, quienes no tienen ojos para nadie más aparte de ellos. Comparten conversaciones, siempre dejando de lado el hecho de que, lo más probable, esa sea la última cena de su madre siendo la actual presidenta del país. Ríen con los comentarios de la simpática ministra, y también deben darse el tiempo de contarle a la mujer toda la historia de amor de ellos, desde el primer momento que se vieron.

Taehyung se entera que le gustó a Jungkook desde primer año, solo que el chico no lo quería reconocer.

Jungkook se entera que Taehyung siempre lo defendía de los comentarios, bajo o sin su presencia, y sintió amarlo un poquito más.

La cena transcurre sin inconvenientes, solo que hay un aura que envuelve a todos, y es de plena tranquilidad.

No hay tensión, a pesar de la pronta derrota de la mujer.

Jungkook no se lo logra explicar.

Taehyung quizás sí, y todo gira en torno a la presidenta, porque esta parece estar tranquila con la información. Como si quisiera que todo fluya, de cualquier forma, pero que lo haga. No es que no le interese, pero tampoco se daría el tiempo de forzar las cosas. Plena confianza en el destino que Jungkook dijo no creer.

Esa noche vuelven al apartamento más relajados que nunca.

Jungkook duerme plácidamente porque todo está saliendo bien.

Taehyung duerme tranquilo porque, a pesar de que haya cosas malas, sus emociones siempre estarán presentes, y vivirlas es mejor que reprimirlas. 

 

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Amor en tiempo de elecciones | VkookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora