01 - Lluvia

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Viernes, 11:25 pm, Alaska.

Siempre me han llamado la atención las historias de terror, misterio y fantasía. Una laguna de sirenas, la historia de la chica atrapada en la torre del dragón, la princesa maltratada por su malvada madrastra o la bruja del bosque acechando a los campistas, Saint Spleen siempre me ha recordado a todas esas historias que alguna vez leí; árboles, hadas y un aire espeso de melancolía masiva, así es donde nací.

El viento es extremadamente fuerte, es agresivo; la lluvia golpea duramente contra los cristales de la cafetería, causando el sonido de un repetido y molesto "tac, tac" los viejos ventiladores que cuelgan del techo presentan un lento movimiento que es acompañado por un rechinido, quizás por la falta de grasa en ellos y el óxido que ya lleva algunas décadas en ellos. La luz anaranjada parpadea cada vez que un trueno hace vibrar el lugar, Sunshine Days está totalmente desolado a excepción de un conocido motero de nombre Maxius que se detuvo a beber un café en medio de la feroz tormenta eléctrica y un viejo profesor jubilado que se presenta todas las noches para repasar sus desgastados libros gruesos de derecho.

— Que puto frío — Comenta Maxius al aire — Cass ¿A qué horas vas a cerrar hoy?

— A las 12, ni un minuto más, ni un minuto menos. Más te vale tomarte ese café rápido — Respondo. Maxius me observa unos segundos, levantando su ceja para después sonreír, haciendo un vago movimiento positivo con la cabeza.

— Bien, te llevaré a casa. Es demasiado tarde para que vayas sola, Andrew me pidió que no te deje ir sola en esa maldita bicicleta.

— Papá siempre un paso adelante ¿No?

— Sabes como es él niña.

Conozco a Max desde... Quizás desde que tengo memoria. Él ha vivido en Saint Spleen desde siempre, nació, creció, estudió, se casó, se divorció y se volvió a casar, sin embargo, con su segundo matrimonio Maxius enviudó y no quiso saber nada más de parejas, en lugar de escapar de la melancolía huyendo del pueblo, decidió unirse a una pandilla de motociclistas local muy conocida y con terrible fama. Pero es muy buen amigo de papá.

Apoyo mi cuerpo sobre la barra, recostando mi torso en la misma mientras mis brazos quedan colgados al otro lado de la barra y mi mejilla aplastada contra la madera lustrada del mostrador. Un poderoso trueno se manifiesta, se escucha tan cerca y se siente aún más cercano, un apagón se produce en el viejo lugar, al mismo tiempo que la campana de la puerta de entrada se hace sonar en un tenebroso "plin plan". Silencio total.

La presencia de una silueta delgada, alargada y goteante a la que se le escucha jadear. El viejo profesor levanta la mirada de su libro, Maxius también hace lo mismo y deja la taza de café a medio beber, me enderezo para recibir al nuevo cliente que se queda estático durante unos segundos en la puerta de entrada, los vellos de mi cuerpo se erizan, esto podría ser claramente una escena icónica de alguna película de terror. Donde un asesino misterioso interrumpe en la tranquilidad de un local justo después de un apagón y asesina a cliente y empleados.

Aquel pensamiento causa que pase saliva con mucha dificultad.

— Bienvenido a Sunshine Days, adelante — Quizás si soy cortes desde el inicio, podría evitar una dolorosa muerte espantosa.

Silencio otra vez.

— Por favor... Ayúdenme.

El sonido de un trueno acompaña sus temblorosas palabras. La luz eléctrica vuelve, finalmente se distingue la imagen, imagen que antes era aterradora, ahora se mira inofensiva. Una chica, cuyo suéter de lana grueso está empapado por la lluvia, lleva shorts cortos, su cabello le llega por debajo de los hombros, tiene hojas y ramas atoradas en él, está descalza, con los pies cubiertos de tierra mojada y piernas salpicadas del mismo lodo.

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