¡Un compañero nuevo!

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     Hoy es un día especial en la escuela.
Ayer la maestra avisó que tendríamos un compañero nuevo.
¡Nos emocionamos mucho!
-¿Es un varón o una niña?, preguntamos.
-Se llama Yin, dijo la maestra.
-¿Yin?
-¿Qué nombre es ese?
-¡Parece nombre de varón!
-¡No! ¡Parece nombre de niña!
Una avalancha de preguntas y especulaciones fue lo que recibió la maestra.
-¡Sí! Es un nombre diferente, dijo la maestra. Lo que pasa es que Yin viene del extranjero, agregó.
-¿Pero es varón o niña?, insistieron los alumnos.
La maestra sonrió pero no aclaró nada. Sonó el timbre de salida y los niños partieron llenos de incertidumbres.
Sí, hoy será un día especial en la escuela.
Llueve, desde hace días, llueve. Y si bien los días de lluvia muchos niños faltan a la escuela, hoy no faltó nadie en el grupo de segundo grado.
¡Todos quieren conocer a Yin!
Sonó el timbre de entrada y todos al salón, sin remoloneos,  como otros días.
¡Todos entraron ansiosos!
Todos, menos Yin.
Los niños miraron para todos lados, sin encontrar un rostro nuevo.
-¿Y Yin, maestra?
-¡Ya vendrá!
En eso se abre la puerta y aparece el Maestro Director, con un... con una... con Yin de la mano.
¡Yin es muy diferente a todos!
Los niños no estaban seguros de si era nena o varón.
Habló el Director:
-¡Buenas tardes, niños!
-¡Buenas tardes!, respondieron todos.
-Acá vengo con la nueva compañera...
-¡Es nena!, interrumpieron los niños.
-¡Sí! Es una niña, viene de China, se llama Yin y desconoce nuestro idioma.
¡Los niños no podían más de asombro!
¿Cómo haría Yin para comunicarse?
¿Qué podían hacer ellos?
Los docentes estuvieron hablando entre ellos, mientras los niños le pedían a Yin que se sentara con ellos, en las diferentes mesas.
Hubo alguno que intentó lengua de señas, otros simplemente la nombraban, Yin, Yin, y le hacían señas tocando las sillas.
Los docentes los observaban con orgullo y tranquilidad. ¡Yin estaría muy bien!
La niña asiática parecía tímida. Usaba una trencita y lentes redondos. Detrás de los cristales se notaba un esbozo de sonrisa.
En eso, Mía fue hasta ella, se tocó el pecho y dijo:
-¡Mía!
Luego tocó el pecho de Yin y dijo:
-¡Yin!
Yin hizo lo mismo, pero a la inversa, y recibió un alegre aplauso.
Ahora sí Yin mostró una hermosa sonrisa.
Se sentó junto a Mía y ahí empezaron los niños a señalar objetos, nombrarlos y esperar a Yin que también lo hiciera.
Yin aprendió rápido. Esa tarde, a la salida, se fue con un montón de palabras nuevas, en español, y sus compañeros aprendieron algunas en chino mandarín.
Antes de salir, Yin se puso al frente, se señaló el pecho y dijo:
-¡Chin Chin!
Todos entendieron que cuál era su apodo, y les gustó muchísimo.
La maestra felicitó a toda la clase por la hermosa bienvenida que le habían dado a Chin Chin. ¡Estaba muy orgullosa de ellos!
Sonrió con amplitud, se tocó el pecho y expresó:
-¡Yo me siento feliz!
Todos los niños hicieron lo mismo y ayudaron a Chin Chin a hacer lo mismo.
Luego, la maestra levantó la mano, saludó y los despidió:
-¡Chau! ¡Hasta mañana!
Todos hicieron lo mismo, incluso Chin Chin, sin ayuda.
Afuera, los padres de Chin Chin estaban esperándola. Sus rostros se mostraban tensos, ansiosos, preocupados. Pero al ver salir a su hija con una sonrisa, respiraron aliviados.
Sus compañeros la despidieron:
-¡Chau, Chin Chin!
-¡Chau!, les respondió ella.
Cuando se abrazó a sus padres les dijo:
-¡Yo me siento feliz!
Ellos no entendieron lo que decía, pero sí cómo se sentía su hija.
¡Fue un maravilloso día de intercambio cultural y social!
¡Solo los niños tienen ese poder de hacer fácil, lo difícil!
¡Los adultos deberíamos aprender de ellos, siempre!

ilargiluna
3/2024






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⏰ Last updated: Mar 14 ⏰

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Los cuentos de la iaia, 2Where stories live. Discover now