¡Comienzan las clases!

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   Casi finalizando el verano comienzan las clases.
Todos los animales de la granja que tienen hijos en edad escolar se reúnen ansiosos.
-¿Quién será la maestra este año?, cacareó la gallina, cooo corocoocooo
-¡No tengo idea!, graznó el pato, cuac, cuac cuac.
-¡Hay muchos críos este año!, relinchó el caballo, hiiijiiijiii.
-¿Y habrá una sola maestra para todos?, berreó el carnero, beee, beee.
-¡Claro que la maestra podrá con todos!, berreó a su vez la oveja, beee, beee.
Gran alboroto tenían y no escucharon llegar a don Ramón y a doña María.
Llegaron acompañados de una simpática abeja que zumbaba por todos lados, zummm, zummm, zummm.
-¡Buenas tardes!, saludaron contentos.
-¡Buenas tardes!, respondieron todos, un poco sorprendidos.
El conejo se escondió atrás del perro, que a su vez se escondió atrás de la oveja, asustados, porque un día que estaban jugando fueron picados por una abeja, cuando la pecharon mientras ella libaba una flor.
-Les venimos a presentar a la maestra de este año, ¡la señorita Abeja!
La respuesta no se hizo esperar.
-¿Que qué? Cooocorocooooocooo, beeee, beeee, oinc, oinc, guauuu, guauuu, y así todos los animales con sus voces.
-¡Tranquilos, por favor!, pidió don Ramón. ¿Qué les pasa?
-¿Qué les puede enseñar ella a nuestros hijos?, mugió la vaca, muuu, muuu.
-Capaz que les enseña a poner huevos a nuestras niñas!, cacareó riendo la gallina.
-¡Tal vez les enseñe a buscar zanahorias tiernas a nuestros conejitos!, se mofaron mamá y papá conejos.
-¿Les enseñará a nadar a nuestros patitos?, graznó con ironía mamá pata.
-¡Yo no quiero que se acerque a mis cachorros! Si se enoja pica muy fuerte, ladró el perro.
El caballo relinchaba enojado, el gato maullaba con rabia, los cerdos hocicaban la tierra para no decir que no estaban conformes. De pronto una gallina cacareó muy fuerte y apareció desde el fondo del granero preguntando:
-A ver señorita maestra, ¿por qué cacareé tan fuerte?
La señorita Abeja respondió:
-Tú cacareaste anunciando que has puesto un huevo y estás orgullosa, y cacareas lejos del nido para desorientar a aquellos que gustan comerlos fresquitos, contestó la abeja.
Todos enmudecieron, sorprendidos ante tan perfecta respuesta.
Doña María aprovechó el repentino silencio y se expresó de esta manera:
-¡Escuchen, por favor! Abeja está dispuesta a acompañar a sus hijos en el conocimiento del entorno, pero cada uno de ustedes, padres y madres, educarán a sus hijos en vuestros hogares. La maestra no enseñará a poner huevos, ni a nadar ni a buscar tiernas zanahorias. ¡Eso lo harán ustedes! Además, no pueden olvidar enseñar que el respeto hacia los otros es fundamental.
-¡Todos somos diferentes!, agregó la abeja, y debemos respetar esas diferencias que tanto nos enriquecen.
-¡Hoy ustedes se burlaron de Abeja!, dijo don Ramón. ¿Y eso está bien?, preguntó.
Los animales comprendieron que habían estado muy mal y pidieron disculpas.
Abeja aceptó las disculpas y los invitó a hacer un recorrido por la granja, junto a sus crías.
Esa primera clase fue fantástica pues todos aprendieron algo nuevo.
Los patos mostraron cómo nadaban y el perro se tiró atrás de ellos. Los pollitos quisieron hacer lo mismo pero, al intentarlo en la orilla, se dieron cuenta de que ellos no podían hacerlo. El gato les mostró cómo se trepaba a los árboles, el conejo se puso a roer una raíz, mostrando orgulloso sus enormes dientes, la abeja les explicó lo importante que era la polinización y para qué fabricaban la deliciosa miel.
Todos mostraron lo que podían hacer y aceptaron que había cosas que no podrían hacer jamás.
-¡Qué bueno que todos podemos hacer cosas diferentes!, exclamaron al terminar la clase.
-¡Ahora a descansar!, dijo la maestra.
-¡Nos vemos mañana!, exclamaron todos a la vez.
Don Ramón y doña María se fueron a dormir muy felices.

ilargiluna
31/3/2023

Los cuentos de la iaia, 2Where stories live. Discover now