El matrimonio Hamilton-Perez pende de un hilo.
Sergio es un hombre totalmente enamorado de su esposo, el cuál está enormemente fastidiado con la monotonía del mismo.
La vida siempre tiene un destino trazado ¿Cuál será el de este matrimonio?
Lewis amaba a su esposo, claro que lo hacía y es que ¿Cómo no desarrollar un sentimiento tan sincero y puro por una persona que justamente describía a la perfección ese par de palabras como lo era Sergio? todo era una mala racha se decía, lo que hacía, lo que lo traicionaba, todo solo era una temporada que pronto acabaría.
Las elecciones estaban a la vuelta de la esquina, esa era la única razón por la cuál decidió fallarle a su marido, todo es culpa del estrés acumulado, obvio no es culpa de él.
Sí, lo engañó una vez, y otra, y otra con su mejor amigo, pero eso solo era un desliz ¿No? todos en algún punto llegan a tenerlo, no lo pueden culpar ¿o sí? Por ahí dicen que un error lo comete cualquiera.
Un mundo de pensamientos navegaban por la cabeza del moreno mientras yacía en la cama de su joven amante. Siempre, después de satisfacer sus deseos carnales una oleada de culpa llegaba a invadirlo por completo. Era por ello que siempre al regresar a casa, llenaba de obsequios y caricias a su hermoso pecoso.
Nunca escalaban más allá, pues se sentía sucio (y cansado) de lo que había hecho con su compatriota menor. Hoy era una de esas noches llenas de culpa, una que empieza atormentándose divagando en qué falló, en por qué razón le está haciendo todo esto a la persona que más ama, a quien más ha valorado y apreciado durante más de una década.
Pero después vienen esos pensamientos, aquellos que logran apaciguar aquella vocecita que lo fastidia después de sus encuentros y lo hace sentir mal cada noche.
Los mismos que le recuerdan que no todo es su culpa, también aquel mexicano no es una blanca paloma, no, claro que no, él también tiene su parte de responsabilidad, claro, Sergio ya no lo procura como antes, ya no se desvive por él, siempre tiene un nuevo caso, un nuevo cliente, siempre hay slgo que le quita el tiempo que le pertenece, que le debe de dedicar a él.
Sin mencionar que su cuerpo no es el mismo que hace unos años pues estos ya le están cobrando factura, no dice que está mal, claro que no, pero tampoco tiene veinte años aún y eso se puede notar cuando convives casi todos los días con él.
Y sin mencionar que por más que lo deseé, que por más que ambos lo intenten una y otra vez, o bueno, antes de aquel primer desliz con George, su amado esposo no puede darle un hijo, un heredero a todo lo que ha construido, ¿A quién le dejará el legado que con tanto esfuerzo y sacrificio se encargó de construir? ¿A quién le dejará sus conocimientos y lugares en la política?
Puede ser que el hecho de que en la segunda noche con George, en el preciso momento en que le tocó ese maldito tema el coraje haya vuelto a su sistema, fue la razón de que se haya puesto así con el más alto, pero no lo tolera, no tolera el saber que su defectuoso esposo no le pueda dar un maldito bebé.
Está seguro de que el problema es Pérez, de eso no tiene dudas, esa es la única razón por la cuál no han ido con un especialista, no necesita que un estúpido doctor le diga lo que él ya sabe, se conoce, y sabe que si otra persona le recalca que su esposo no es capaz de darle un pequeño se va a enfurecer.
George le ha planteado en cada noche darle un bebé, pero eso es algo que no está a discusión, el no quiere cualquier vástago, él quiere uno de su esposo, uno con sus lindas pecas y sus cejas pobladas, es por ello que se asegura de siempre llevar condones en sus billeteras, no quiere ningún problema a futuro.
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La noche era bastante aburrida para el neerlandés, se sentía definitivamente el mal tercio de la reunión, no lo mal entiendan, solo accedió porque su preciado amigo Leclerc cuando este casi se arrodilló para que lo acompañara, con su pobre corazón de pollo no pudo negarse.
Charles lo había salvado de muchas, se lo debía, tenía que ser la tercera rueda para que el monegasco pudiera conquistar al "guapo" (a ojos de su amigo) de Carlos Sainz Jr. Estaba buscando el momento para inventarse una excusa y poder salir de ahí, ya no aguantaba más ver a ambos hombres babeando por el otro, pero ninguno atreviéndose a dar un paso más allá.
El momento estaba llegando, Charles se levantó para atender una llamada y se alejó de la mesa, era su hora, en cuanto llegara no iba a dejar que dijera una palabra y se iba a inventar algo para por fin huir, algo como una avalancha en su patio trasero, tenía que ir de urgencia, era muy creíble ¿No?
Pasaron varios minutos que se sintieron como horas desde la percepción de aquel rubio el cual se encontraba sentado en una de los lugares de aquel bar, su pierna se movía constantemente mientras revisaba su reloj con vehemencia.
El español desde que aquel lindo castaño se retiró de la mesa decidió depositar toda su atención a su vaso y celular ignorando completamente al acompañante de a lado, lo único que le interesaba era el oji-verde que hace unos momentos se encontraba a su lado.
Su mente divagaba, se quedó mirando a un punto fijo esperando a que el tiempo pasara más rápido, pero al parecer había disociado demasiado pues lo siguiente que vio fue la mano del minegasco moverse rápidamente frente a sus ojos tratando de captar su atención.
— Oh, lo siento ¿Qué sucede?
—Les estaba diciendo que si había un problema de que el abogado Pérez nos acompañe un rato, creo que lo han visto rondar por la notaría ¿no?— Preguntó con una sonrisa observando a sus dos acompañantes expectante por una respuesta.
De acuerdo, al diablo la avalancha en el patio, al diablo irse de este lugar, nadie lo iba a sacar de aquí, ni siquiera el mismísimo lucifer de las orejas iba a dejar que arruinara el poder convivir con aquel pecoso que le tenía sumamente encantado.
Claro que lo ha visto rondar por su trabajo, más que eso, lo ha seguido en cada movimiento desde que pone un pie en el lugar hasta que ese mismo se va, se siente como un maldito adolescente viendo a su amor imposible cada vez que sus ojos son bendecidos ante la presencia de Sergio.
Imposible, sabe que es sumamente imposible que aquel mexicano le haga caso, Dios, su matrimonio es el más envidiable entre toda la gente de su círculo y más allá, la pareja es sumamente conocida entre la multitud, el prestigioso abogado y el magnate político.
Pero por más que sea algo inalcanzable, no puede evitar emocionarse como un colegial al saber que en poco tiempo estará compartiendo unas copas con él, no puede ser, una charla, un momento que será solo con él, porque claro que los dos tórtolos que tiene a un lado ni siquiera lo van a fumar.
De nuevo sus pensamientos lo traicionan, mierda, se perdió de nuevo pensando en la radiante sonrisa, en los múltiples lunares que adornan su rostro, lo bien que el mexicano se ve con lentes.
Bien, debe parar si no quiere que todo el mundo se de cuenta que está sumamente embobado por un hombre casado. Sacudió su cabeza en un intento de volver a su realidad tratando de que no lo miren mal.
—Por mí no hay problema, ¿Pérez? el que viene de Cancún ¿No?— Trata de verse lo más desinteresado posible, cómo si no supiera hasta de que colonia viene aquel lindo mexicano, como si no hubiera tardado días en aprender la manera correcta de pronunciar Guadalajara y Puerto Vallarta. de lo impresionante que le resultó el que México no se encontraba a lado de España.
Dios hasta se aprendió los estados que están cerca de Jalisco ¿Para qué? no tiene ni idea, solo quiere tener la oportunidad de alguna vez impresionar al de cabello azabache con sus dotes de geografía sobre el lugar que vio nacer a semejante figura.
꒦꒷꒦꒷꒦꒷꒦꒷꒦꒷꒦꒷꒦꒷꒦꒷꒦꒷꒦꒷꒦꒦꒷꒦꒷꒦꒷꒦꒷꒦꒷꒦꒷꒦꒷꒦꒷
Discúlpenme por tan feo capítulo, pero sinceramente estoy a mitad de exámenes y tengo el cerebro chamuscado, pero ánimo que una semana más y vacaciones.
Que creyeron, que en este iban a interactuar ¿? Nones, si les va bien en el próximo pueeede que sí.
Aquí van a odiar hasta a Checo, pero poquito, aquí el pleito peleado es con Lewis y George.
