El matrimonio Hamilton-Perez pende de un hilo.
Sergio es un hombre totalmente enamorado de su esposo, el cuál está enormemente fastidiado con la monotonía del mismo.
La vida siempre tiene un destino trazado ¿Cuál será el de este matrimonio?
Los rayos del sol comenzaban a colarse por las pequeñas ranuras que dejaban al descubierto las cortinas de aquella habitación, el moreno aún adormilado comenzó a abrir lentamente los ojos tratando de acostumbrarse a la claridad del día.
Pronto sintió a una persona a su lado, no se le hizo extraño, seguramente era su esposo... su esposo, había peleado con él la tarde anterior... como escenas de una película pero en cámara rápida comenzó a recordar la noche anterior, abrió sus ojos como plato al ver que no estaba en la habitación que compartía con el mexicano.
"Mierda, esto no pasó ¿o sí?" Pensó mientras con algo de intriga comenzó a girar su cabeza temeroso por la vista que le esperaba, un cuerpo blanquecino se encontraba recostado junto de él en completa desnudez, solo cubriendo parte de su muslo con una ligera sábana blanca.
Le había sido infiel a su esposo
Distintos sentimientos y pensamientos se apoderaron de la mente de Lewis, pero por más increíble que pareciera, la culpa no formaba parte de ellos, era raro, no se sentía ni una pizca de culpable por "Distraerse un poco con George" ahora lo que le preocupaba era cómo iba a excusarse por no llegar toda la noche a su hogar.
Porque por increíble que parezca, aunque las peleas entre el matrimonio Hamilton-Perez por más absurdas y constantes que fueran nunca habían dejado de dormir en la misma casa, bueno, nunca hasta hoy.
Aquel cuerpo que se encontraba junto al moreno comenzó a moverse, señal que había abandonado los brazos de Morfeo, tardó solo unos minutos en acostumbrarse a la claridad antes de que con sumo cuidado se sentara sobre su propia cama observando con una sonrisa de suficiencia al contrario.
Aún con un ligero dolor sobre sus caderas se movió pegándose hacia el mayor susurrando sobre su oído.
—Fue increíble Lew
El británico mayor volvió en sí ante la voz ronca del menor y una pequeña pero notoria sonrisa le dedicó. Sin pensarlo dos veces en un movimiento brusco se colocó sobre él inmovilizándolo sobre aquella suave cama.
—Entonces lo repetiremos, cariño.
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Hamilton después de otra ronda se duchó rápidamente colocándose la misma ropa con la que había llegado pero tomando "prestado" un bóxer del menor que le quedaba un tanto ajustado. Se acomodó la ropa y salió de prisa del departamento en el cual se encontraba, sin siquiera despedirse del dueño.
No tardó más de veinte minutos en llegar a su casa, todavía era bastante temprano, pero si sus cálculos no le fallaban a esta hora Sergio debería de estar desayunando, le caería perfecto porque moría de hambre.
Al abrir la puerta caminó en dirección a la cocina donde se encontraba nada más y nada menos que el susodicho preparando unas deliciosas tostadas con aguacate y espárragos. Se acercó por detrás tomándolo de la cintura reposando su cabeza entre el espacio de su cuello y hombros olfateando el olor proveniente de su marido.
