cuando no estas ( última)

Comenzar desde el principio
                                    

Cómo si hubiera Sido solo un sueño desperté levantandome de la cama demasiado asustada.

Mi mirada era borrosa y mi cabeza dolía más de lo normal por lo que me tomé la cabeza.

XX: ELLA ESTA VIVA.

me recostaron devuelta con cuidado en la camilla poniendo otra luz blanca en mis ojos.

P: si cumplí.

La luz se fue de mi vista y estaba aturdida por esta última incluído que todo lo escuchaba un poco con eco.

Doc: me oyes..Paulina..PAULINA...

volví a la realidad y volví a mirar al doctor.

Doc: manden a hacerle los estudios y que sea rápido , los quiero en diez minutos , el doctor se fue y me quedé con una enfermera que me miraba como si de un milagro se tratar.

Algunos minutos pasaron y estaba completamente sola en esa habitación..

¿ Que me pasó en los brazos?..

Tenía vendas y grandes cicatrices.

Trate de descansar un poco , recosté mi cuerpo en aquella camilla y mire al techo antes de dormir, ¿Que me pasó?

Horas después...

No sabía dónde estaba. Todo a mi alrededor parecía borroso, como si estuviera mirando a través de un cristal empañado. Mi mente estaba nublada, incapaz de recordar cómo llegué allí. Intenté moverme, pero mi cuerpo se sentía pesado y adormecido, como si estuviera cubierto por una manta gruesa.

Fue entonces cuando escuché voces. Murmullos lejanos que se filtraban en mi conciencia, como el sonido distante de una radio mal sintonizada. Traté de concentrarme en las palabras, pero todo era confuso y desconcertante.

De repente, una voz penetró en mi mente, clara y definida. "Paulina, ¿puedes oírme?" Era la voz de mi esposa, Hanna, Su tono estaba lleno de preocupación y alivio a la vez.

Traté de abrir los ojos, luchando contra la oscuridad que me rodeaba. Finalmente, después de un esfuerzo titánico, mis párpados se separaron lentamente, revelando un mundo borroso y difuso. Parpadeé varias veces, intentando enfocar mi visión.

Hanna estaba de pie junto a mi cama, con los ojos llenos de lágrimas. Su rostro era una mezcla de emociones encontradas: alegría, miedo, esperanza. Extendió una mano temblorosa hacia la mía, aferrándose con fuerza como si temiera que desapareciera en cualquier momento.

"¿Estás bien?", preguntó con voz temblorosa.

Me sentí débil, incapaz de articular palabras. Mi garganta estaba seca y dolorida, como si no hubiera hablado en años.

Hanna me acarició el rostro con ternura, sus dedos suaves y reconfortantes. "Has estado en coma durante tres meses", explicó con voz suave. "Pero estás despierta ahora, y eso es todo lo que importa".

Mis pensamientos se arremolinaban en mi mente, tratando de comprender lo que Hanna estaba diciendo. Tres meses en coma. Tres meses de mi vida perdidos en un vacío oscuro y sin ellas.

"¿Dónde están mis hermanas?", pregunté débilmente, luchando por recordar sus rostros. Hanna me miró con tristeza antes de responder.

"Están aquí, Paulina", dijo con voz suave. "Pero necesitas descansar un poco más antes de que puedas verlas".

Una oleada de desesperación me invadió, una necesidad urgente de ver a mis hermanas. Hanna pareció entender mi angustia y me prometió que las vería tan pronto como me sintiera lo suficientemente fuerte.

Notas En La Pista Donde viven las historias. Descúbrelo ahora