O para experimentos.

Pero Angel tampoco era eso. La analogía moría ahí. Porque un terrario tendría sentido si temiese el veneno y peligro de su nuevo engañoso depredador. Pero Husk se había encerrado en la misma habitación donde estaba el dueño de esos colmillos, de ese veneno, afiladas uñas, rápido y fuerte cuerpo. Husk estaba ahí, admirando sobre sus cuentas a un pecador que, si no fuese suyo, tal vez lo mataría.

―Podría ganarte grandes números si me pusieras a trabajar, gatito.

―Lo harás, con tiempo, ―Husk fingió volver a su contabilidad y señaló las hojas regadas en el suelo―. Mientras tanto, memoriza las canciones.

―Podría ponerme a trabajar ahora, ¿sabes? ―Angel arqueó su espalda ligeramente, lo suficiente para que esponjoso descote se desbordase de la blusa―. ¿Sabes...? Antes de Sonrisas, yo era—

―Un famoso actor pornográfico, ―respondió parcialmente interesado, corrigiendo un número de material; se había ido un cero de más―. Mis casinos no son ese tipo de establecimientos.

―Bien... ―Angel impulsó sus piernas en el aire y se levantó, casi felino en la forma en que se movió en su dirección sin perder tiempo―. Podría ayudarte a desestresarte, jefe. ―El pecador apoyó las manos sobre su escritorio y se inclinó hasta que la blusa colgó peligrosamente, prometiéndole una vista completa de su suave cuerpo―. Podría— ―Angel se detuvo y enderezó su pecho lo suficiente para volver su escote ligeramente decente―. Espera, ¿sientes algún tipo de atracción sexual?

―¿Qué carajo? ―Husk se empujó hacia atrás, sus alas ampliándose completamente en alerta.

―No seas exagerado. ―Angel rodeó el escritorio y se sentó en la esquina de este, cerca al Overlord―. Necesito saberlo antes de fastidiarte más. Mira, estoy a favor de bromear y molestar un poquito, todo relajado. Pero eso es muy diferente a ser un acosador o depredador sexuales ¿entiendes? Quiero fastidiar, no incomodar.

Husk parpadeó lentamente, sus ojos acostumbrándose al hecho de que Angel se las había arreglado para no solo acortar la distancia entre ellos, sino sentarse tan cerca que podría jalarlo sobre su regazo sin problema.

―¿Te enseñó eso Alastor...?

Angel solo se encogió de hombros, pero su rostro se volvió imposible de leer. Tan leal. El Demonio de la Radio no tenía el final de sus cadenas y, aun así, Angel lo protegía.

¿Qué planeaban esos dos con todo esto del intercambio de Niffty y Angel...?

―¿Y quién...? ―El pecador lo miró―. ¿Sientes deseo sexual, gatito gruñón?

Ese sería su momento para poner distancia entre ellos. Ahora que tenía tiempo. Ahora que podía ver las múltiples máscaras, fragmentadas, rotas, confusas y presentes. Ahora que Husk aún podía sobrevivir las fracturas y caídas hacia el real Angel Dust.

―Mira, chico, no importa lo que me atrae y lo que no. ―Husk lo apuntó con su bolígrafo, una gota de tinta azul colgó de la punta, tan cerca a la falda escarlata que tuvo que apartarlo antes de dejar su marca en la costosa tela―. Hagas lo que hagas, no va a funcionar. Pero aquí, mis pecadores y empleados, al igual que mis clientes, respetan los límites.

―Por supuesto, jefe. ―Angel ladeó el rostro y recogió un poco su pierna, dejando que la falda mostrase el grosor de su muslo de forma casual―. Pero eso no sonó a desinterés. Tus ojos, definitivamente, no muestran desinterés.

―Jódete, se te está olvidando que soy un apostador. Todo movimiento capta mi atención para evitar trampas y engaños. ―Husk se forzó sobre sus documentos, sintiendo el calor que emanaba el cuerpo de Angel junto a él, pero continuó otra suma, esta vez con el número de materiales necesario.

Suerte y SusurrosWhere stories live. Discover now