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Nahida atravesando su puerta a esta hora solo puede significar dos cosas. Pasó algo bueno o pasó algo malo. Aunque la relación laboral de Alhaitham con la Arconte ya no es como antes de recuperar su puesto original en la Akademiya, ella se ha tomado en serio lo de verlo como un amigo.

—Alhaitham.

—Nahida.

Lo bueno de intercambiar palabras con ella es que no hay tiempo que perder, así que su presencia no le molesta.

—¿Qué le trae por aquí?

—Supe que alguien de la Editorial Yae vino a investigar lo del Coleccionista de Rumores.

A Alhaitham le toma un par de segundos procesar la información. No puede elegir qué es más extraño: que la gente de Inazuma ya sepa lo que está pasando en Sumeru o que sea Nahida quien venga a hablarle sobre eso. Apenas ha pasado una semana y parece que todo Teyvat está al tanto. Cometió el pequeño error de subestimar el poder del chisme.

—¿Y qué tiene que ver eso con ellos?

La pregunta está de más, pero Alhaitham se encuentra atrapado en uno de los pocos escenarios en los que no sabe cómo proceder. La persona frente a él es la única a la cual no puede mentir, porque no hay forma. Si vino hasta aquí directamente es porque ya sabe quién está detrás de todo esto.

—Supongo que ante la mención de una gran editorial se sintieron aludidos.

En los ojos de Nahida se refleja la ternura de siempre, lo cual hace que Alhaitham se sienta más intranquilo. Detrás de esa fachada se encuentra una mente poderosa, contenedora de la información que él nunca tendrá a su alcance.

—Nunca los mencionaron.

Sus palabras despejan una duda que no existe. Nahida se limita a asentir sin apartar la mirada de Alhaitham y ladea un poco la cabeza.

—No pensé que esto llegara tan lejos —agrega Alhaitham con cierta resignación.

—No creo que sea tan malo. Puede salir algo interesante de este proyecto.

Con una sonrisa, Nahida se retira sin decir más y en la cabeza de Alhaitham hay un enjambre de pensamientos del cual no encuentra el principio ni el final.

*

Kaveh está a pocos metros de la casa cuando se detiene en seco. No es por las llaves. El dolor en sus pies, el hueco en su estómago y el sudor pegado en su espalda son razones suficientes para llegar cuanto antes, pero hay una voz en su interior que es más fuerte que todo eso. A pocos pasos queda uno de los tablones de anuncios que suele estar abarrotado de gente durante del día. A esta hora es perfecto para acercarse y husmear un poco.

Da la vuelta y camina sin pensarlo. Entre el trabajo y las pocas horas de sueño no ha tenido tiempo para ver a sus amigos. Sin embargo, esa última conversación con Tighnari y Cyno regresa a él y no lo deja concentrarse. Tiene que tachar ese pendiente de su larga lista.

Kaveh se acerca y lee un par de anuncios. El primero es sobre un estudiante que busca su pluma perdida. El segundo es una respuesta al primero. Nada que ver con lo que realmente necesita. Entonces ve una pila de mensajes, unos encima de otros... como un folleto improvisado. Algo muy raro para lo que suele verse en los tablones. Hay poca luz para leer, pero tantas noches trabajando con velas han entrenado sus ojos.

Al leer la primera frase empieza a toser como loco. ¿Qué demonios?

Yo creo que quien realmente manda en la casa es el arquitecto. Es la única persona que puede doblegar la voluntad del escriba... todos en la taberna lo saben.

El coleccionista de rumoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora