Un toque helado

1 0 0
                                    

Estamos rodeados; no se lo que pasa. Veo a todos correr, no sé muy bien hacia dónde van ni por qué corren.

Tengo miedo, pero sé que no puedo detenerme. No. Eso no está permitido, no puedo parar en mi afán de encontrar a mi familia, en medio de todo este caos y ver a tantos amigos caer, no puedo darme el lujo de rendirme sin encontrar los. Sé que conforme más avanzo, más cerca estoy de eso, de eso que es lo que ha provocado tanto pavor entre nosotros. Mientras más cerca estoy del punto de impacto, más se puede palpitar la desolación y angustia.

Es terrible, había escuchado historias respecto a esto. Viejos cuentos que contaban los abuelos, sobre un resplandor blanco que venía de las alturas y que era acompañado de gritos de dolor y de angustia pues su avistamiento avecinaba la muerte. Cuando escuché la historia por primera vez, supuse que era uno de esos cuentos para asustar a los niños; pero mis abuelos dijeron, que el terror no surgía de contemplar su existencia, sino que por el contrario sentir su presencia era lo que debía causarte pavor. Pues verlo solo daba miedo cuando este se acercaba a ti, de lo contrario solo podrías sentir lástima por aquellos que estuviesen cerca de él o en su defecto, en su camino.

Al escuchar esto último, la duda me consumió y pregunté: "¿qué significa eso de "en su camino"? ¿Es que acaso esa cosa es lo suficientemente lista como para saber si alguien está cerca y busca hacerle daño?" A lo que me supieron responder que no es que está cosa buscara lastimar a alguien, en lo absoluto. Eso sería decir que es algo malo, y la cierto es que esto no era "malo" más bien era algo natural, "una fuerza de la naturaleza que no puede ser parada, ni juzgada". Así la catalogaron.

Jamás pensé que aquella charla que tuve hace algunos años con mis abuelos, hoy serían como palabras proféticas viniendo a mi memoria. Pero no pude seguir pensando en esto ya que mientras más avanzaba, más fácil era tropezarse con los que huían despavoridos. Esto me sacó de mis pensamientos y me permitió concentrarme en lo que me estaba motivando a acercarme más y más a aquello que todos temían.

Lo sabía, sabía que ellos estaban ahí. Me lo dijeron muy temprano ese día. Claro que ellos no sabían que ese sitio se convertiría en el epicentro de una masacre, pero eso no quita que ellos me hayan dicho que irían a visitar ese sitio. Lamentaba no haberles dicho que hubiese sido mejor que no fueran, que se quedaran conmigo o que hiciéramos algo más. Pero ni siquiera es momento de lamentos. Ahora lo único importante es encontrar los y con suerte, solo con algo de suerte, estarán bien y en el futuro nos reiremos de esto y le contaré esta historia a mis nietos y ellos también creerán que son cuentos que contamos los ancianos para asustar a los niños. Y quizás, solo quizás, ellos tengan razón y esta historia nunca más se vuelva a repetir.

¡No puede ser! Por favor, díganme que no es cierto.

Al fin los he hallado, están ahí justo en el epicentro y esa cosa ya casi hace contacto.

¿¡Qué hacen!? ¡Corran! No se queden ahí.

Encontrar los fue una sensación de alivio, pero solo fue la calma que antecede la tormenta. Pues ver que no solo estaban cerca del punto de impacto sino que además de eso ellos no se movían y solo estaban ahí quietos contemplando el evento, eso definitivamente fue aterrador. No entiendo por qué no se movían, es que... ¿no ven el peligro inminente? Mis primeras palabras fueron gritar les, intentar sacarlos de ese estado de trance en el que estaban, sin embargo por más que me esforzaba, no conseguía que ellos se movieran. Empecé a moverme más rápido para acercarme a ellos y poder sacarlos de allí, pero con forme más me acercaba más difícil se me hacía moverme, el miedo empezó a paralizarme y sentía como poco a poco cada partícula de mi ser iba congelándose y una sensación de pánico empezó a recorrerme completamente.

Pero no podía detenerme, estaba tan cerca, tan cerca de ellos y detenerme ahora sería injusto. Intenté mentalizarme y obligar a mi cuerpo a avanzar, aunque cada particular de mi ser me pidiera a gritos ir en sentido contrario; decidí que el miedo no iba a paralizarme y que yo iba a llegar con ellos a cualquier costo.

Y lo logré, finalmente lo logré.

Aunque, cuando me acerqué a ellos, me di cuenta de que no estaban hipnotizados por el evento y que no era el miedo lo que los había paralizado y hecho que me ignoraran. No. Finalmente entendí lo que pasaba, pero ya era tarde. Yo no había llegado a salvarlos, sino a morir con ellos y esto lo supe cuando un toque helado rasgo el suelo.

 Yo no había llegado a salvarlos, sino a morir con ellos y esto lo supe cuando un toque helado rasgo el suelo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 08 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Cuentos de mi memoríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora