EL JUEGO DE MARÍA SANGRIENTA

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En una noche oscura y tormentosa de luna llena, dónde las ventanas hacían traqueteos por los fuertes vientos, una joven llamada Sofía había escuchado sobre el legendario juego de "María Sangrienta". Intrigada por la idea de desafiar lo sobrenatural, decidió comprobar el hecho poniendo cámaras en su baño para captar al posible fantasma de María.

Después de tanta inquietud, Sofía se encontró frente al espejo del baño de su casa. Con manos temblorosas, encendió una vela y comenzó a pronunciar las palabras prohibidas: "María Sangrienta... María Sangrienta... María Sangrienta...". Cada repetición se sentía más pesada, como si el aire a su alrededor se volviera denso con cada palabra.

De inmediato Sofía comenzó a dar los tres giros lentos, para que culminara el ritual con posible éxito. De repente una sensación helada le recorrió su cuerpo. El ambiente se volvió más oscuro, la luz de la vela parpadeaba ominosamente, y su reflejo en el espejo parecía distorsionarse. Fue entonces cuando vio algo que heló su sangre.

En el espejo, en lugar de su propio reflejo, vio a una figura oscura y retorcida. Una mujer con ojos vacíos y una sonrisa siniestra que se extendía de oreja a oreja. Sus manos sostenían un bisturí manchado de sangre, y con cada movimiento, se cortaba la piel, haciendo que la sangre gotease profusamente.

El corazón de Sofía latía con fuerza mientras observaba horrorizada cómo la figura en el espejo se desgarraba implacablemente. Intentó alejarse, pero se sintió atrapada, como si una fuerza invisible la mantuviera cautiva frente al espejo.

La figura continuó su macabra danza de mutilación dónde estaba arrancando su ojo izquierdo de forma lenta, rompiendo cada fibra que lo sostenía en su lugar, la sangre de forma abundante resbalaba por su mejilla izquierda.

Sofía, estaba paralizada al observar aquel terrorífico espectáculo, aconteció después que María sangrienta también se arrancó su ojo derecho. Los minutos se convirtieron en una eternidad mientras Sofía luchaba por mantener la cordura en medio de la pesadilla viviente que tenía ante sus ojos. Ya que María sangrienta se seguía mutilando, se desgarraba la piel y la sangre le corría a chorros por el cuerpo y bajaba por el cuello como una cascada ya que recién se había abierto la garganta.

Finalmente, con un grito desgarrador, la imagen desapareció. Sofía se encontró sola en el baño, temblando y empapada en sudor frío. El silencio que siguió fue ensordecedor, y el eco de su propia respiración resonaba en la habitación.

Desde esa noche, Sofía nunca volvió a ser la misma. Los susurros de la experiencia la atormentaban en sus sueños, y el recuerdo de la figura en el espejo la perseguía a donde fuera que fuera. Se convirtió en una sombra de su antiguo yo, consumida por el miedo y la paranoia.

Y así, la leyenda de María Sangrienta continuó su reinado de terror en aquella ciudad, reclamando a aquellos que osaban desafiar lo desconocido. Para Sofía, su encuentro con lo sobrenatural fue un recordatorio constante de que algunas puertas nunca deberían abrirse, y algunas leyendas nunca deberían ser desafiadas.

CUENTOS CORTOS DE TERROR  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora