Cristal del Vacío

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En las profundidades de Kra'zur, la famosa ciudad minera donde se extraen las piedras negras utilizadas en muchas de las estructuras de la región, se encuentran las sombrías Cavernas del Éter. Lugar donde yace un extraño mineral llamado Cristal del Vacío, o Zaryanita, como se le conoce popularmente. A pesar de desconocerse el uso de estos cristales, se cree que pueden tener cierta influencia en la mente de la gente y frecuentemente suelen obsequiarse como un símbolo de amor entre las personas más ricas de Kra'zur y sus alrededores.

Este misterioso cristal ha sido tema de innumerables leyendas y relatos entre los habitantes de Kra'zur, aunque solo unos pocos han sido testigos de su verdadera existencia. Según las historias populares, estos cristales aparecen de manera escasa en áreas subterráneas, donde las líneas de energía mágica fluyen en su estado más caótico, un vestigio de la Corrupción que aún yace en las profundidades.

Los habitantes de Kra'zur son conocidos como gente pragmática y desconfiada de lo desconocido, por lo que su búsqueda y extracción no es bien vista en la comunidad. Los Cristales del Vacío, además de ser escasos, se cree que están imbuidos de una magia oscura y peligrosa, alimentada por la misma Corrupción que los engendra. Este temor y rechazo hacia los cristales, se ilustra vívidamente en la famosa historia conocida como La Alucinación de Tizzo.

Tizzo era apenas un joven que desde hace un par de años había estado aprendiendo de su padre, Denkor, un viejo minero de las Cavernas del Éter, sobre la extracción y fundición de las piedras y metales allí encontrados.

—Ser minero no es sólo ir a escarbar piedra y metales —le dijo su padre con una voz tranquila—. También es importante agudizar los sentidos, tener una buena condición física y siempre estar atento a los peligros.

Su padre le enseñaba apasionadamente y con amor paternal todo lo relacionado con su oficio, incluyendo los frecuentes peligros a los que se enfrenta un minero. Además de disfrutar de la convivencia con su hijo, Denkor tenía la esperanza de que Tizzo continuara esa misma labor.

En una ocasión, mientras Tizzo y Denkor trabajaban cerca de un río utilizando el agua para limpiar las piedras que habían extraído, Tizzo quedó cautivado al ver a Zarya, una joven del pueblo, lavando su ropa a la orilla del río.

—Es una chica muy bella, ¿no crees hijo? —susurró Denkor—. ¿Por qué no te animas a hablarle, seguro que un poco de compañía no le molestaría.

—No lo sé, —replicó Tizzo ruborizado—. Además es más tímida que yo. Todos los chicos de aquí saben que es imposible llamar su atención.

—Bueno, tal vez podrías darle algún detalle o hacerle un bonito regalo, eso podría hacer que al menos sepa quien eres. —le dijo su padre con voz queda para evitar que Zarya los escuchara.

Fue entonces cuando Tizzo notó el tono púrpura del cabello de Zarya, brillando bajo el reflejo del sol en el agua, como un grueso listón de seda. Este detalle le recordó las historias sobre los Cristales del Vacío que se contaban entre los mineros. Tizzo, siguiendo los consejos de su padre, decidió que un cristal sería el regalo perfecto para Zarya, y decidió que al día siguiente iría a las cavernas en búsqueda de uno.

Al caer la noche, avisó a su padre y madre que al día siguiente iría a las Cavernas del Éter para extraer más piedras, sin darles a conocer la realidad de sus intenciones, pues sabía que su padre Denkor se opondría, intentando disuadirlo con alguna de sus historias.

—¿Alguna vez te he contado la historia del joven marino? —recordaba Tizzo lo que su padre le contó en una ocasión, cuando un día se cayeron las piedras de la carreta por no haberlas amarrado bien—. Pues por flojo y mezquino, anduvo dos veces el camino.

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⏰ Last updated: Mar 06 ⏰

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