Capítulo 9 - Clima tenso entre mutuals

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–¿¡Que rechazaste a Mister Thin?!—Naiara saltó de la cama con un gesto horrorizado para acabar con las rodillas hincadas en el colchón—¿PERO TÚ ESTÁS MAL DE LA CABEZA?

La maña se había hecho con uno de los almohadones que decoraban la cama y le propinaba un golpe a Álvaro por cada palabra de su última frase. Juanjo observaba la escena desde un discreto segundo plano mientras devoraba el abundante desayuno que el productor rechazado por su amigo les había hecho subir a la habitación. Hacía casi una hora desde que había dejado a Martin en el piso y había vuelto a dejar el coche a Lucas, quién se ofreció a acercarlo al hotel en el que sus dos mejores amigos continuaban durmiendo cuando el maño aporreó la puerta. Una hora después, la futura cantante y el sevillano habían conseguido desprenderse de la resaca y comentaban lo ocurrido la noche anterior. O bueno, estaban comentando hasta que Álvaro soltó la bomba.

—¡Oye pero que no me agredas!—el sevillano saltó de la cama como un resorte, protegiéndose la cara con la manos, seguido de cerca por Naiara, a la cual casi era posible ver cómo le salían llamaradas por los ojos de la furia—¡Si cuento esto en Socialité se acabó tu carrera y ni ha empezado! ¡Maltratado por mi ídolo!

—¡No tienes pruebas!

Jadeantes, tratando uno de escapar y la otra de alcanzarlo, rodearon la cama, uno a cada lado, como dos niños jugando a pillarse en un parque. Naiara decidió cruzar por encima del colchón y Álvaro salió corriendo hacia la terraza, donde se vio acorralado por la maña. Esta aprovechó para propinarle varios cojinazos más.

—¡Auch, auch! ¿Cómo que no? ¡Tengo un testigo!

—A mí no me metáis que yo estoy aquí tranquilito con mi café y mi napolitana—Juanjo se había colocado unas gafas de sol oscuras de Naiara, pero no perdía detalle de la infantil pelea de sus amigos. Muchas veces había imaginado cómo sería juntar a su mejor amiga de toda la vida con la persona con la que mas había conectado en Madrid, su compañero de piso, su Álvaro, pero nunca hubiera llegado a imaginarse que Naiara estaría persiguiendo al sevillano por una habitación de hotel armada con un cojín mientras este amenazaba con destruirle la carrera. Al menos, no esperaba que algo así pasara el día después de presentarlos.

El chico más mayor aprovechó que la aportación de su amigo entretuvo a Naiara para escapar de ella y correr hacia el baño, donde se encerró con pestillo y celebró su huída. La chica, asumiendo su derrota, tiró el almohadón sobre la cama y se dejó caer en una silla junto a Juanjo, que no pudo evitar que una sonrisa se le dibujara en la cara. La situación era cómica, cuanto menos.

—Maño que no te rías, que tu amigo se va a cargar mi carrera. ¡Ha rechazado a mi productor! Que, por si no te acuerdas, ha pagado esta habitación y esa napolitana que te estás zampando,—Naiara observó a Juanjo, que disfrutaba enormemente de aquel pedazo de hojaldre dorado y tierno—¡jodo, qué pinta! ¿Queda alguna más?

—Sinceramente, lo que más me extraña es que Álvaro haya rechazado a alguien. Cualquiera. Si no tiene filtro, a nada le hace ascos—el maño contestó mientras destapaba la bandeja de las napolitanas y el acercaba una a su amiga, esta trataba de contener una carcajada sin mucho éxito.

—¡Que te estoy escuchando, maricón!—gritó el sevillano con indignación desde el baño.

—Sal aquí y deja de ser un cobarde, pues. ¡Defiéndete!

Álvaro salió del baño unos segundos después ondeando un trozo de papel higiénico como si fuera una bandera blanca que anunciaba su rendición. La imagen fue tan ridícula, que Naiara no pudo hacer otra cosa que dejar escapar una carcajada, al igual que su paisano.

—¿Esa risa significa que no me vas a pegar más?—preguntó inseguro el sevillano, que no había avanzado más de un par de pasos.

—Ven aquí, explícate y según lo que digas me lo pienso.

¿Quién es ese Juanjo? Where stories live. Discover now