Capítulo 1. Parte 1

Start from the beginning
                                    

—No —respondió Liliana con voz seca, indicando que su conversación había terminado.

Lucas frunció el entrecejo y parecía que estaba a punto de reclamarle algo, pero al final cerró la boca, se dio la media vuelta y fue con sus amigos. Después de un rato de silencio, Liliana habló.

—Tú sabes, Karina, en este negocio mío no puedo ir por allí dándoles descuentos y ventajas a mis clientes, si no se malcrían y malacostumbran.

—Ajá —respondió la chica.

En ese momento se acercó la otra mejor amiga de Karina, que también era incondicional de Liliana. Su nombre era Viviana Benítez, era una chica enérgica, jugadora del equipo de volibol de la escuela y también muy participativa en actividades extras de la institución. Viviana había participado en casi todos los eventos de la escuela: en bailes, graduaciones, exposiciones; ella siempre ayudaba a que todo se organizara de manera adecuada, por eso la chica era tan popular con sus compañeros.

De hecho, Karina pensó varias veces en ese año que sus dos amigas eran todo lo contrario a ella. Una: inteligente, responsable, objetiva y siempre con palabras adecuadas saliendo de su boca; la otra: vivaracha, deportista y carismática. Karina no tenía nada de especial, era bajita, pequeña, retraída, no muy bonita —lo único realmente admirable en ella era cabello café oscuro perfectamente liso y que le llegaba debajo de la cintura—, no era buena en los deportes ni tampoco era muy brillante en las asignaturas, así que fue un misterio para todos cuando la pequeña chica apocada se volvió amiga de la más inteligente y de la más carismática.

En ese momento entró el señor Cortés, les ordenó a todos acomodarse en sus respectivos lugares y les aplicó el difícil examen de química. Claro, difícil para personas como Karina o Carlos, que era el chistosito de la clase, pero de seguro para alumnos como Liliana o Dante Herrera, el chico más apuesto del salón, esa prueba era pan comido.


***


Al finalizar la hora, el profesor ordenó a todos entregar su examen. Algunos cínicos, como Lucas, entregaron el examen en blanco, pero la mayoría hizo un gran esfuerzo.

En ese momento la puerta del salón se abrió de golpe, haciendo que todos voltearan a ver quién había llegado, y observaron a Sasha Vera, la chica más guapa del salón, con una mirada insolente en su bello rostro antipático. De pronto su expresión cambió por una más dulce y se dirigió al profesor Cortés.

—Profesor —dijo con voz afligida—, lo siento, pero no pude llegar a su hora.

—Sasha, si tienes un justificante podré aplicarte el examen otro día, pero si no...

—¡Oh, no diga eso! —Exclamó—. Es que... mi madre ha estado un poco enferma, así que tuve que atenderla esta mañana, pero si usted no puede entenderlo está bien. —Su voz sonaba como si estuviera a punto de llorar.

—Vale, no te pongas así —comentó el hombre algo nervioso—, pasado mañana te aplico el examen, te lo paso por esta vez.

Liliana rodó los ojos, ¡¿cómo el señor Cortés no podía darse cuenta de que lo estaba engañando?! Siempre era lo mismo... O tal vez sí se daba cuenta y se hacía el ignorante.

Sasha había aprendido un método para pasar los exámenes, no con una excelente calificación pero tampoco con una tan mediocre. La chica faltaba el día del examen y después llegaba con una excusa lamentable —e inventada— para hacer que los profesores le aplicaran el examen a ella sola. Ese día, ella volvía a dar otra excusa para justificar el hecho de que no sabía absolutamente nada, aparte les hacía ojitos a los profesores, movía las pestañas de forma coqueta y curiosamente su falda se veía más arriba de lo normal —si tocaba clases normales, cuando tocaba usar el uniforme deportivo, como ese día, llevaba el pequeño short para que lucieran sus piernas—. Con las profesoras el método no era tan extremo, solo tenía que poner la mirada llorosa y la cara de aflicción. 

El suplicio de estar en la escuela ©Where stories live. Discover now