Y luego, sus palabras lo confirman. —Sé que estoy manchando tu reputación.

—Mi reputación no podría importarme menos —respondo sin dudarlo. Finalmente mi cerebro reacciona, y finalmente soy capaz de decirle lo que siento: —No me importa si el mundo se viene abajo. Mientras estés conmigo, nada más importa. Pero si no estás conmigo, Addie, entonces...

Dejo de hablar cuando rompe en llanto y se cubre el rostro. Su pecho tiembla, al igual que el resto de su cuerpo, y no dudo en sentarme a su lado para sostenerla.

—No mereces esto —dice entre pequeños llantos. La sostengo más fuerte, dándole ánimos, pero sus lágrimas no dejan de caer—, no mereces que te relacionen conmigo. Lo siento, Taylor. Lo siento mucho.

—No te disculpes —le aseguro. Tomo sus manos con cuidado, hasta que capta la indirecta y deja de cubrirse el rostro. Se relaja un poco cuando limpio sus mejillas, pero aún puedo notar lo tensa que está.

—Entendería si no quieres salir conmigo —suelta con voz fría. Aleja sus manos de las mías como si de nuevo quisiera levantar una barrera invisible.

—¿Por que haría algo como eso?

—Porque soy un desastre. Porque ahora, cada que nos vean, tu nombre acompañará al mío en un escándalo. Y será siempre, sin excepciones, porque al parecer así es como funciona mi vida.

—Addison, por Dios, podrías ser prófuga de la justicia y yo seguiría defendiéndote —eso la hace sonreír un poco. De nuevo tomo su rostro para que gire a verme, y me aseguro de sonar totalmente sincera al decir: —Te amo y no me importan las consecuencias de hacerlo. Y soy yo quien debe disculparse. ¿Dejarte ir? ¿Cómo es que fui capaz de hacer eso?

—Te entiendo, yo también me habría alejado de mi si estuviese en tu lugar —susurra avergonzada. Mi corazón se encoge al oírla decir eso.

—Addie, dejé que te marcharas porque en New York no podía protegerte. Y sabía que al seguirte a Londres no podría hacer nada para acabar con todo, pero fue estúpido, cariño. Estoy solucionándolo, lo prometo. Todo mi equipo está trabajando ahora mismo para borrar esas fotografías.

—Sebastian estuvo aquí —suelta de la nada. Me quedo en silencio y de pronto veo la marca en su cuello (esa misma que hice yo hace una semana), apunto de desvanecerse. Por alguna razón me asusta la seriedad en su voz y la forma en que aparta sus ojos de los míos.

—¿Qué quieres decir? ¿Por qué estuvo aquí?

Sueno ansiosa y estoy segura que mi mirada demuestra el miedo. Puede que no lo demuestre, pero tener a Sebastian cerca siempre hace que mi sangre se caliente. Quiero decir, estuvieron casados.

Además, es obvio que el está tratando de recuperarla, ¿y si un día despierta y descubre que lo extraña? ¿Eso dónde me deja a mi?

—Porque está tan destrozado como yo. Le pregunté si él había filtrado las fotos, pero se negó. Y luego me contó que había terminado con su novia, y luego pensé que había sido ella quien las filtró, pero se que eso me hace sonar como una loca.

Addison y su gran necesidad de defenderlo.

Sucede siempre que hay un problema: primero le asegura a su equipo que el no filtró las fotos, y ahora dice que están pasando por lo mismo.

¿Cuánto tiempo estuvo aquí? ¿Hablaron, o tuvieron algún tiempo de acercamiento? Ella estaba vulnerable —en realidad, ambos—. No dudo que el es el tipo de personas que se aprovecharía de esas situaciones.

Incluso puedo sentir una pequeña bola de fuego crecer en mi estómago mientras pienso en ella recibiéndolo con esa camiseta ajustada.

Su voz me saca de mis pensamientos. —¿Estás molesta conmigo?

Mastermind || T. SWhere stories live. Discover now