Y sí, me aferré a la ilusión de que había regresado de alguna manera, que había renacido en la rubia de ojos profundos que ahora ocupa mis pensamientos, pero debo dejar de engañarme. Esto solo es un truco de mi mente desesperada por encontrar consuelo en medio del abismo en que se encuentra.

Ahora, lo único que necesito es concentrarme en Narel, en lograr que ella me perdone. Y sé que solo lo hará cuando su Juanito esté a salvo. No soy un cobarde, pero he perdido demasiado. No podría reponerme si me odiara, aunque me lo busque, aunque lo merezca. No soporto la idea de que mi hija me mire con odio y se aleje de mí, justo como yo lo hice con Jared.

—No es tu problema, Alexander, ella no es tu problema —reafirmo mirando el reloj, el cual cada que cambia de minutos hace que el pecho me lata más a prisa.

«Si vas, si caes de nuevo, no podrás resistirlo más».

Me acuesto, cerrando mis ojos. No puedo permitirme caer, no cuando ya de por sí será difícil conseguir el perdón de mi hija. Si me entrego y me dejo llevar por los sentimientos que la rubia despierta en mí, perderé toda oportunidad de recuperarla. No solo me odiaría, sino que querrá matarla. Lo sé, apenas la conozca, le arrancará los ojos, y esta vez no será como cuando se deshizo de las sumisas. Por ellas yo no sentía nada, pero por la rubia sí. Aunque me pese admitirlo, aunque sea una traición al amor que le tengo a Alena, siento por la rubia lo mismo que sentía por Alena, y eso es una maldita mierda.

"—¡Ojitos bonitos!"

«Joder»

Me llevo la mano al pecho cuando los recuerdos de la rubia me golpean con fuerza, cada uno de ellos. Su risa parece resonar en mis oídos como si estuviera siendo amplificada por una bocina, mi piel se eriza y mis entrañas se encienden. La imagino sintiendo frío, hambre, ¡Maldita sea! La visualizo llorando y eso me hace sentir como si estuviera ahogándome.

«¡A la mierda!»

Ya no puedo seguir engañándome a mí mismo, ni seguir haciéndole daño o alejándola cuando en realidad deseo todo lo contrario. Salgo corriendo de la habitación, sintiendo como si un rayo se hubiese estampado en mi pecho, en mi mente, borrando todas las dudas y dejando solo unas ganas inmensas de estrecharla contra mi pecho.

«La necesito»

 Fue ella, ella me sacó del maldito abismo en el que estaba sumido. Puede que sea un maldito engaño, pero ya no puedo seguir hiriéndola. Cada vez que lo hago, es como si me clavara una daga en el pecho. No sé qué nos depara el futuro, ni cómo diablos lograré que funcione, pero la ansia de no tenerla me está arrastrando de nuevo al infierno, y ya no puedo soportarlo.

—¡Only love, only love can hurt like this! —La escucho cantar, y el hecho de que lo haga con la voz quebrada reafirma mi decisión. Avanzo hasta llegar a la borda, ella sigue cantando, sollozando. Se limpia las lágrimas y joder, no puedo verla llorar, no lo soporto. —Mincinosule! —se rompe. —Ai spus că mă vei iubi în toate aspectele mele, că mă vei iubi indiferent cine sunt, ești un mincinos blestemat, ochi frumoși, nu te mai iubesc!

«El vudú que tú me has hecho, me ha llevado a un eclipse, trastornarme los sentidos, eso ya lo conseguiste...»

Es una maldita bruja. No sé qué mierda de conjuro me lanzó, pero funcionó. Me atrapó sin verlo venir, sin poder resistirme. Fue como si la gravedad me atrajera hacia ella y ahora me tiene completamente bajo su hechizo.

—Lo siento —suelto sin esfuerzo. —Siento haberte gritado, deja de llorar —le pido llamando su atención. Ella voltea, se limpia las lágrimas y se levanta. Veo cómo su barbilla tiembla y el puchero que forman sus labios, me hace cuadrar la mandíbula.

AnheloWhere stories live. Discover now