6. Un día de compras

Start from the beginning
                                    

—No lo hubiera atacado sino me hubiera insultado.

—Solo te estaba provocando, es un idiota.

—Idiota bastardo es decir poco. Me ha humillado, ojalá tuviera la fuerza suficiente para golpearlo y darle una cucharada de su propia medicina.

Klaus suelta una carcajada.

—No me sorprende. Pero eso no es lo que él es en el fondo. Debajo de toda la brusquedad, Blaz es un tipo realmente decente. Solo debes soportarlo un poco más hasta que se ablande.

—¿Para que se ablande? —pregunto indignada—. Ni que fuera harina para pan. Lo estoy soportando tanto como puedo. Pero esta vida es miserable.

—Qué miseria tener a tres caballeros detrás de ti. Cuando muchas mujeres mueren por tener aunque sea uno de nosotros —dice Klaus.

—Ustedes dos me adulan; porque quieren algo, Blaz no necesita fingirlo porque sabe que igual no puedo negarme. Solo quieren mi cuerpo y no me importa; si yo fuera un hombre también quisiera probarme. Pero qué romántico debe ser que te aprisionen en una mansión y te usen como bolsa de semen. Es lo que sueña toda chica.

—Los lentes te quedan sexy.

—Eso no te va a funcionar, Klaus.

—¿Te gustaría ir de compras? —interviene Joss.

—¿Puedo elegir lo que voy a comprar?

—Sí y no hay límite —agrega Joss.

—Tú sí sabes cómo conquistar a una chica.

Me levanto feliz para ir a cambiarme, Klaus me da una nalgada cuando paso a su lado y grita que tengo un buen culo, que debería de cambiar mi apodo «Nymphe a Culito de Néctar». Suelto un bufido.

Media hora después, tras aparcar el coche en un aparcamiento privado, entramos en un ascensor. Se abren las puertas en el quinto piso y un hombre alto, flaco, vestido de rosa y con el cabello de color arcoíris nos recibe.

Joss le da la mano, sonriendo y Klaus hace el mismo procedimiento. Segundos después, los tres me miran.

—Dietrich, ella es Meike, mi novia —me presenta Joss.

—Es nuestra —lo corrige Klaus.

El tal Dietrich se acerca a mí. —Encantado de conocerte.

—Lo mismo digo —respondo con educación.

El hombre me observa y sonríe. No hay deseo ni desagrado, solo curiosidad.

—¿Buscan algo para una ocasión en específico?

—Lo que ella quiera, no tenemos un límite —dice Joss—. Nosotros estaremos aquí.

Encantada de la vida, le doy un beso a Joss y luego a Klaus antes de seguir a Dietrich y a una chica en el perchero. Entramos en una habitación con grandes espejos y varios percheros con todo tipo de ropa.

Sorprendida, miro a mi alrededor.

—Joss me ha dicho que tienes buen gustos —me informa Dietrich—. Por lo tanto, disfruta, cariño. Pruébate todo lo que quieras, con calma, no tenemos prisa, y si no te convence nada, avísame y te traeremos más opciones.

Boquiabierta asiento, es el sueño de todas las chicas amantes de la moda en esta Tierra y más para alguien como yo. Nunca había venido a comprar, pero ya sé que lo amo.

Veo que el hombre se marcha. La joven me mira y sonríe.

—¿Empezamos? —pregunta.

—¡Empezamos! —exclamo.

DesenfrenoWhere stories live. Discover now