Sept

321 28 1
                                    

𝓐𝓶𝓸𝓾𝓻 𝓸𝓾 𝓼𝓸𝓾𝓯𝓯𝓻𝓪𝓷𝓬𝓮 ?

Ya habían transcurrido unas semanas desde el primer regalo que recibió de aquel "chico misterio", como lo habían apodado sus amigos. Desde entonces, los pequeños obsequios no dejaron de llegar, apareciendo cada día en su dormitorio, ya sea en su cama o en su escritorio, acompañados la mayoría de las veces por dulces notas deseándole alegría o llenas de halagos. Estos detalles los guardaba con delicadeza en una hermosa caja de plata que el mismo chico le había regalado.

Al despertar ese sábado, Lupin se encontraba sin muchos ánimos. La semana no había sido muy agradable para él; sus amigos no dejaban de meterse en problemas, perjudicándolo a él sin tener mucha culpa sinceramente. Lo único que lo consolaba era encontrar los regalos de su admirador,y no lo malentiendan, no era tanto por lo material, sino por las hermosas notas que le brindaban un cálido sentimiento en el pecho. Sin embargo, el día anterior, maldito viernes, al llegar tan cansado, no encontró nada. Ni un pequeño chocolate ni una nota. Incluso buscó debajo de su cama y en otros lugares, pero no encontró nada, lo que lo hizo sentir tan extraño y con un sentimiento tan incómodo.

Después de un momento de reflexión, con la mirada perdida en un punto fijo sin moverse de la cama, sintió cómo las cortinas de su cama se recorrian, hiriendo sus ojos con la luz que se filtraba por la ventana.

-¡Vamos, Remus, levántate ya! -exclamó Sirius con entusiasmo, tirando de su brazo.

-Ey, cuidado Sirius! -respondió con un manotazo, claramente molesto. -Quiero quedarme en la cama hasta tarde. ¿Puedes dejarme tranquilo?

-Oh, vamos, no te pongas tan amargado, Moony. Recuerda lo mucho que tuvimos que rogarle a Minie y a Dumbledore para que nos dejaran hacer una fiesta hoy. Debes ayudarnos, tenemos que celebrar nuestra victoria -reprochó Sirius, poniendo ojos de cachorro.

-No te quejes más, déjame al menos ducharme y luego te ayudaré en lo que sea.

Sin esperar respuesta, Remus se dirigió al baño. Al mirarse en el espejo, dejó escapar un profundo suspiro. Odiaba esas horribles marcas en su rostro; cada vez que se miraba, sentía repulsión hacia sí mismo. Se despojó de sus prendas y se sumergió bajo el agua caliente de la ducha.

Después de la ducha, Remus salió del baño sintiéndose un poco más animado. Se vistió y se unió a sus amigos para preparar la fiesta. Aunque aún se sentía un poco extraño por no haber recibido ningún regalo esa mañana, decidió no darle mucha importancia y disfrutar del día junto a sus amigos.

Sus amigos lo arrastraron apresuradamente hacia Hogsmeade, sin siquiera permitirle tomar desayuno. De un lado a otro, compraron una infinidad de cosas, desde bocadillos hasta grandes cantidades de alcohol, con la clara intención de introducirlo de contrabando al Castillo. En estos momentos sentía que el alma se le iba; llevaban horas caminando y ya no podía dar un paso más. Cargaba unas bolsas muy pesadas y sus amigos parecían no tener intención de parar pronto.

Esperando el momento oportuno, se alejó discretamente mientras sus amigos estaban distraídos en una tienda de escobas. Caminó entre la multitud hasta encontrar un lugar apartado y tranquilo, rodeado de grandes árboles y bajo un clima cálido. Tras asegurarse de que no había nadie más cerca, se sentó a descansar bajo uno de los árboles.

-Finalmente, paz y soledad mi momento favorito. -Dejó las bolsas a un lado y se tumbó en el césped, quedándose dormido al instante.

No tenía idea de cuánto tiempo había pasado cuando se despertó de golpe al escuchar unos pasos cerca de él. Se pasó la mano por la cara y se incorporó.

"Será mejor que me vaya", estuvo a punto de irse, pero escuchó una voz muy familiar.

Las otras dos personas se detuvieron a corta distancia de el, agradeció internamente no ser descubierto. Sabía que no era correcto escuchar conversaciones ajenas, pero era su novio ¿Siendo ese el caso es justo no?. Además, su comportamiento últimamente había sido el de un verdadero cretino y quería confirmar sus sospechas, esperando que fueran falsas. Después de todo, llevaban seis meses de relación y le tenía un gran cariño.

-Entonces, dime, hermosa, ¿cuándo me dirás que sí? - susurró Iskender con su típico acento seductor, mientras su mirada buscaba la respuesta anhelada.

-Lo pensaré, quizás pronto, si continúas impresionándome. Sabes que tus regalos me cautivan - respondió la voz de una chica.

-Te daré muchos más bebé. Tú vales cada uno de ellos - afirmó Iskender.

-Iskender, me ha llegado un rumor... ¿Es cierto que aún estás con ese tonto Gryffindor? Dicen por ahí que siguen como si nada, tomados de la mano y dándose besos - expresó la chica con un deje de asco en sus palabras.

-No me gusta mentir, cariño. Es cierto, no he podido terminar con Remus. Está profundamente enamorado de mí y no quiero romper su ingenuo corazón, temo de que haga alguna tontería. ¿Te imaginas que se haga daño por mi? Sería un divertido espectáculo, pero no quiero hecharme a sus amigos encima, esos inútiles consentidos de Dumbledore. Harán lo que sea para sabotearnos. Pero te prometo, cariño, que pronto seré todo tuyo. Encontraré la manera.

Lo que Lupin escuchó a continuación fue como el sonido de su mundo desmoronándose a su alrededor. Apenas a unos pasos de distancia, su corazón se desgarró al ver a su novio entregándose a los brazos de otra persona, susurrándole dulces palabras y promesas que nunca le había cumplido a él. Lupin mantuvo la mirada fija al frente, decidido a contener las lágrimas que amenazaban con escaparse. Con paso firme pero pesado, se alejó sin ser visto, sintiendo el peso de la traición aplastando su pecho.

Caminó hacia los carruajes que lo llevarían de regreso al castillo, pero cada paso era como cargar con el peso de un mundo roto. Sus ojos se nublaron con lágrimas no derramadas, su corazón latía desbocado en su pecho, mientras una tormenta de emociones lo azotaba sin piedad.

Sin tener conciencia de cómo llegó hasta su dormitorio, Lupin arrojó las cosas que cargaba sobre la cama de Sirius y se aventó en la suya. Con un gesto rápido, conjuró un hechizo para cerrar las cortinas y otro para asegurarse de que permanecieran inmóviles, impidiendo cualquier intento de abrirlas.

-¡Soy tan estúpido! -grito Remus entre sollozos, su voz sonaba temblorosa totalmente rota.

"¿Cómo pude siquiera pensar que alguien podría tomarme en serio? Soy solo un mestizo sin gracia, incapaz de gustarle a alguien" Con un gesto derrotado, permitió que las lágrimas se deslizaran por sus mejillas, trazando un camino de dolor en su rostro.

-¿En serio merezco este trato? -preguntó en voz alta, el tono de su voz lleno de incredulidad y amargura. -¿Qué es lo que le hice para que me pague así? ¡Siempre traté de ser un buen novio y así me paga! ¿Tanto asco doy? Sé que soy un maldito monstruo, pero ¡en verdad lo quería!

Sus palabras resonaron en la habitación vacía, llenas de desesperación y confusión. Lupin se sintió abrumado por una mezcla de dolor y resentimiento, cuestionando su propio valor y el significado de todo lo que creía saber sobre el amor. ¿Qué significaba realmente el amor que sentía por Iskender? ¿Por qué, a pesar de sonar estúpido, tenía una pequeña esperanza de que aquel chico que le enviaba cosas fuera su novio? Pero ahora, esa idea le parecía tan ridícula. Se sentía como si hubiera estado viviendo en un sueño, solo para despertar y descubrir que la realidad era mucho más cruel y despiadada de lo que había imaginado.

Moony [R.L"L.M]Onde as histórias ganham vida. Descobre agora