Capítulo X

760 62 12
                                    


Tan sólo faltaban un par de días para acción de gracias y me causaba mucha pena pensar que Felipe pasaría la celebración solo.

Por suerte llegó a visitarlo Natalia, que era su madre.

El reencuentro madre e hijo fue muy conmovedor, porque después de darse un largo abrazo y un beso en la mejilla pude notar como dejaron salir lágrimas de felicidad.

Después hubo un cálido abrazo para mí también y un momento de adulación cuando mencionó que Felipe había dicho mucho sobre mí, que estaba emocionada por conocerme y que era más bella de lo que imaginaba.

No soporté tanta blandura en el corazón al saber que él hablaba de mí con su familia.

Era una gran mujer, afectuosa, graciosa, sociable y con los mismos preciosos ojos azules que le había heredado al hijo.

Trajo con ella alfajores porque el chico extrañaba mucho esos dulces y algunas remeras de equipos de fútbol que había olvidado incluir.

Más tarde ya en el apartamento, a pesar de lo agotador que había sido su viaje, se ofreció a preparar la cena.

No podíamos dejarle esa tarea tan complicada a ella sola, así que los dos tomamos el roll de ayudantes de cocina.

Felipe estaba encantado con la idea, porque aunque nunca lo había dicho sabía que estaba a nada de odiar la fast food, él era más de comida casera y tradicional.

—¿Por qué tan callados? —preguntó mientras preparaba salsa de tomate —Hablen, digan algo... Por ejemplo, me gustaría saber cómo se conocieron.

—Bueno... —tuve que hacer una pausa mientras cortaba patatas para pensar una buena respuesta.

Felipe y yo compartimos miradas y de inmediato sentí las mejillas arder, no estaba orgullosa con la actitud que tomé ese día, no fue la mejor manera de comenzar y no sería fácil intentar explicarla, mucho menos que la entendiera.

Como yo no me animé a hablar, él tomó la iniciativa.

—Es una historia un poquito inusual y secreta —mintió y se lo iba a agradecer por no dejarme mal frente a su madre.

—Entiendo, debe tratarse de algo privado y suyo, no insisto más.

—Sí, ma, es algo nuestro.

Más tarde la cena estuvo lista y los tres compartimos el momento.

Natalia mencionó un alto número de nombres de personas que le enviaban saludos y lo mucho que lo extrañaban por allá.

Tenía que darles espacio, por lo que yo me mantenía observando sin intervenir en su conversación.

Apreciaba la amplia sonrisa que se le formaba a mi novio o la manera en la que movía las manos mientras se expresaba.

—Creo que es suficiente, es todo lo que debes saber —concluyó justo cuando terminamos con la comida.

—Dale, es bueno saber que todos están muy bien —dijo Felipe antes de quitar los utensilios que estaban sobre la mesa —Yo me encargo de lavar los platos.

Sabía como ser buen anfitrión.

—¿Qué te parecieron las empanadas, querida? —preguntó cuando nos quedamos completamente solas.

—Deliciosas, en la vida había probado algo así, muchas gracias.

Era la primera vez que comía empanadas argentinas, hasta hace poco mi sentido del gusto estaba bastante limitado, pero ahora que había probado más de tres platillos diferentes, tenía la necesidad de seguir descubriendo joyas de la stronomía.

THE ACTOR | Felipe Otaño Donde viven las historias. Descúbrelo ahora