II. El Cielo

19 1 0
                                    

Habían pasado varios meses desde la llegada de Vanex al Cielo y durante ese tiempo hizo que estuvieran de su parte varios de los representantes de Dios.

Adán fue el primero de ellos, quien la guió por cada una de las calles y le explicó cada acción restringida que allí tenían. Eran demasiadas normas para que, según él, las almas continuaran siendo puras.

Le siguió los serafines, entre ellos Emilia; la cual siemplemente se le apareció de la nada para acto seguido entablar una conversación de los más amigable.

Solo podía pensar en ello cuando aquella mañana decidió pasearse por los aires, esquivando a los ángeles que perturbaban su camino. Por lo bajo pudo observar a la pareja de exterminadores, quienes se dirigían a tomar un primer bocado.

[Esta gente me oculta algo y no solo a mí; a todos los ganadores del Cielo] Escudriñó la mirada, levitando en el aire, segura de sus pensamientos y decidida a saber que estaba ocurriendo detrás de toda aquella felicidad.

-¡Vanex!- Alguien la llamaba desde abajo. Era una chica con algunos rasgos de cordero, cuyo nombre era Noe.

La aludida descendió hasta quedar aproximada a su conocida.

-Noe, hola...- Ardat tomó la palabra con un tono de nerviosismo, llevándose un mechón castaño por detrás de la oreja.

-¿Has visto a alguien que te guste y por eso estás de los nervios?- Las intenciones de la pregunta estaban escondidas en un talante inocente.

-¿Qué? No! ni hablar!- La seriedad tomó el mando en las facciones de la joven alada. Sin embargo su mirada buscaba al hombre de la máscara que anteriormente había visto con Lute. Debía hablar con él de manera urgente.

-Ay, nena, estaba tomándote el pelo. Está claro que eres asexual- Noe abrazó uno de los brazos de la chica.

-¿Qué soy que?- No había escuchado ese término en su vida y realmente desconocía su significado.

(...)

-Padre, no es tan irritable como parece- El primer hombre estaba hablando con Dios de una chica en particular.

-La joven Ardat comienza a sospechar de aquello a lo que os dedicáis tú y esa secuaz con la que tanto te ves. Ese alma me pertenece, como todas en este reino y su registro es erróneo. Debo actuar- Dios era un hombre hecho y derecho. Su tono era sereno y sus acciones mostraban seguridad en sus palabras. Miraba por la ventana de su palacio cristalizado, observando los pasos de la nombrada.

-Démosle una oportunidad a esa loca y veremos cuan pura puede llegar a ser- Tras sugerir aquello, ambos comenzaron a reir con maldad.

(...)

Un escalofrío repentino envolvió la espalda desnuda de Vanex. Caminaba tranquilamente con la chica que recién se había encontrado en la calle y sus acciones empezaban a preocupar a la cordera.

-Van...¿Hay algo que te perturbe?- Le preguntó Noe, deteniéndola.

-No. Por supuesto que no. Esto es la Gloria, Noe. No hay nada que me pueda perturbar- mintió con serenidad, calmando a la peliblanca con una sonrisa.- Vayamos a tomar algo. Muero por un café.

Y así lo hicieron. Vanex se prometió que debía actuar con felicidad y tranquilidad. No pasaría nada si sus acciones no correspondían a sus pensamientos. Tenía que hacerles ver que era un alma tan pura como la de cualquiera que viviera por allí.

HELL'S COMING WITH MEWhere stories live. Discover now