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Podría, o quizás debería, intentar compararme con alguien para que puedas darme un nombre.
Si tuviera que decidir diría que somos como los planetas. Si, digamos que somos como ellos. Siempre separados pero unidos por una misma fuerza. Yo podría ser Venus y tú Saturno. Según algunos Venus es el planeta del amor, la belleza y el arte. El deseo de compañía. Saturno representa los límites, la disciplina y el reconocernos para ser conscientes de nosotros mismos.
¿Has conseguido el objetivo, Saturno? Espero que sí. De verdad que lo hago.
Debo advertirte que no me queda mucha fuerza. Pronto desapareceré tan rápido como llegué y... ¿qué será de Saturno sin Venus? ¿Qué será del universo cuando uno de nosotros se vaya?
He llegado a una conclusión. Es obvio que me iré. Y no porque yo quiera sino porque así debe ser. La vida hace cosas así, te trae algo para que lo disfrutes y luego, sin previo aviso, te lo saca. Es irónico y a la vez infantil pero me he preguntado muchas más veces, ¿cómo será todo cuando me vaya? ¿Qué seré yo sin ser? ¿Cómo van a seguir funcionando las cosas?
Así que, dejando de lado los pensamientos del irme, comencé a pensar en la vida, y descubrí que hay muchas cosas que desconozco.
