amigas dónde sea ━━━ harry potter series

001. ¿quiénes son ustedes?

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¿𝐪𝐮𝐢𝐞́𝐧𝐞𝐬 𝐬𝐨𝐧 𝐮𝐬𝐭𝐞𝐝𝐞𝐬?

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La caída en el bosque definitivamente dejará algún moretón en alguna parte del cuerpo de Irene y Angela. Las dos se levantaron del suelo de golpe y se miraron aterradas y confundidas. 

⎯¿Dónde estamos? ⎯preguntó Angela mirando a su alrededor aterrada⎯. Que bueno que nos pusimos los kigurumi. 

Irene miró a su alrededor intentando descubrir en dónde se habían aparecido. Hasta que algo hizo click en su cabeza. Aquel deseo que pidió... ella había pedido ir a Hogwarts con Angela. Así que, si su memoria de las películas no fallaba, las dos se encontraban en el bosque prohibido. 

⎯Creo que ya sé en dónde estamos, Angie ⎯dijo Irene con la voz temblando ligeramente. A pesar que le interesaba lo que ocultaba el bosque prohibido, no podía no tener miedo de que algo las ataque⎯. Creo que estamos en el bosque prohibido. 

⎯¿Cómo? ⎯dijo Angela, sin creer lo que Irene estaba diciendo. 

⎯Hay que salir de acá, Angie ⎯dijo Irene agarrando la mano de Angela y arrastrándola hacia la salida del bosque. 

Un crujir de ramas a lo lejos hizo que las dos chicas se sobresaltaran, y Angela agarró un palo de madera como arma de defensa. 

⎯¿Qué vas a hacer con eso? ⎯le preguntó Irene con leve burla. 

⎯Ni tengo ni idea ⎯contestó Angela sin soltar aquel palo. 

Los crujidos se acercaban lentamente. 

⎯¿Quién anda allí?

Irene y Angela se miraron sabiendo que las dos sabían quién andaba allí. 

⎯Hagrid ⎯susurraron a la vez. 

Hagrid caminó hacia ellas con la linterna apuntando directamente a sus caras. 

⎯¿Quiénes son ustedes? Nunca las había visto. 

Angela se quedó muda, pero Irene sabía que debía explicar lo que había pasado, aunque ni siquiera ella sabía que había pasado. 

⎯Necesitamos hablar con el profesor Dumbledore ⎯dijo Irene con seriedad⎯. Él entenderá nuestra... situación. 

⎯¿Y cómo sé que son de fiar? ⎯preguntó Hagrid. 

⎯Por favor, Hagrid, tenemos que ver a Dumbledore ⎯suplicó Angela. 

Hagrid las miró fijamente por unos segundos antes de suspirar e indicarles que lo siguieran. Puede que se hayan leído los libros y que hayan visto muchas veces las películas, pero en ninguna parte salía como se llegaba al despacho de Dumbledore. Para Irene y Angela, todos los pasillos eran iguales. 

Tras una larga caminata, llegaron a la gárgola que Irene y Angela reconocieron inmediatamente. Hagrid se quedó ahí parado, dándose cuenta que no sabía cual era la contraseña en ese momento. ¿Será la misma que el año pasado? 

⎯No me sé la contraseña ⎯les informó Hagrid a Irene y Angela. 

⎯La re puta madre ⎯susurró Irene. 

Angela quiso reír cuando Irene empezó a susurrar garabatos, y como Hagrid parecía no entender nada que Irene decía. 

⎯Nunca les pregunté sus nombres ⎯comentó Hagrid. 

⎯Yo me llamo Irene ⎯se presentó Irene. 

⎯Y yo me llamo Angela ⎯se presentó Angela. 

⎯Hagrid, ¿quiénes son ellas? ⎯preguntó una voz acercándose. 

Era McGonagall. 

⎯¡Profesora McGoangall! ⎯dijo Angela un poco más fuerte de lo esperado⎯. Necesitamos hablar con el profesor Dumbledore urgentemente. 

⎯Tal vez él sepa que pasó y cómo llegamos acá ⎯dijo Irene en español. 

McGonagall las miró con recelo, definitivamente nunca las había visto. Pero había algo en ellas que le daba confianza, así que tras decir la contraseña, las guió al despacho de Dumbledore. Al estar frente a la puerta, la golpeó tres veces. 

Irene y Angela podían sentir como sus corazones palpitaban más rápido por cada segundo que pasaba. Sí, Irene y Angela había ido muchas veces a la inspectoría. Angela cuando los profesores se cansaban de que interrumpiera sus clases e Irene cuando le respondía mal a algún profesor o la atrapaban peleando con algún compañero. Pero realmente ninguna de esas idas a la inspectoría se comparaba con lo que pasaba en ese momento. 

Iban a ver a Albus Dumbledore en persona. 

⎯Pase ⎯dijo la voz de Dumbledore desde adentro. 

McGonagall abrió la puerta y Angela e Irene se miraron y asintieron levemente con la cabeza. 

⎯Oh, profesora McGonagall, no la esperaba ⎯dijo Dumbledore alegremente⎯. ¿Y ellas quiénes son?

⎯Profesor Dumbledore ⎯dijo Irene sorprendiendo a Angela pues ella siempre era la que hablaba⎯. Somos del... futuro, y hay una serie de libros que narran los años de Harry Potter en Hogwarts. Yo sé que suena muy raro, pero el tema es que ayer fue mi cumpleaños, y recibí una caja extraña con una vela y una nota que decía que pidiera un deseo, y así lo hice, y en la noche algo debió pasar porque aparecimos en el bosque prohibido. 

⎯Entiendo, entiendo, ¿cómo se llaman? ⎯preguntó Dumbledore causando confusión en McGonagall, ¿en serio les estaba creyendo esa locura?

⎯Yo me llamo Irene Brooks y ella es Angela Delaine ⎯contestó Irene respetuosamente. 

⎯Vaya que quieres dejar una buena impresión ⎯se burló Angela en español.

Irene rodó los ojos. 

⎯Es Albus Dumbledore, no puedo dejar una mala impresión, Angie ⎯contestó Irene también en español. 

⎯Lo que que van a hacer es que van a esperar hasta que lleguen los estudiantes y ustedes se van a juntar con los de primer año para poder ser seleccionadas ⎯les dijo Dumbledore. 

Irene y Angela asintieron con la cabeza. 

⎯¿Les vas a creer, Albus? ⎯dijo McGonagall con desconfianza. 

⎯Profesora, sé que puede sonar muy raro, pero le podemos asegurar que es verdad. A ver, pregúntenos algo que haya pasado durante los primeros dos años de Harry Potter ⎯dijo Irene sonando, sin querer, irrespetuosa.  

McGonagall lo pensó antes de responder. 

⎯¿Quién fue el culpable de que se haya abierto la cámara de los secretos? ⎯preguntó, sabiendo que eran pocos los que sabían que había pasado realmente. 

⎯El diario de Tom Riddle ⎯contestó Angela de inmediato. 

⎯Supongo que ahora les cree, ¿es así, profesora? ⎯dijo Dumbledore. 

McGonagall se sonrojó muy poco, avergonzada de no haber creído lo que las chicas habían dicho. Pero nadie podía culparla, o sea, su historia era demasiado rara. 

⎯Por mientras, les voy a mostrar el castillo y las voy a llevar a que se cambien de ropa ⎯dijo McGonagall⎯. Síganme, señorita Brooks y Delaine.

Irene y Angela se sonrojaron al darse cuenta que seguían en pijama.